-Vamos
hija levántate que tienes que ir al colegio…-le susurro al oído dulcemente,
sonrío cuando su hija se cubrió su rostro con el acolchado-Dale cariño, es
viernes solo unas horitas y se acabo la semana…
Luego de
insistirle un poquito mas, abrió sus ojos celestes y con un bufido se levanto detrás
de ella para primero desayunar la leche chocolatada que le había preparado y
luego irse a colocar el uniforme del colegio.
-¿Segura
que tienes toda la tarea hecha Chechu?-le pregunto mientras le ofrecía una de
las mangas de la campera.
-Si mami,
anoche junto a Juaco hicimos toda la tarea-le respondió con un poquito mas de
ánimo en la voz-¡Ay! ¿Tanta ropa me vas a poner?
Se quejo
mientras se removía la bufanda, ella largo una risilla y le alcanzo su mochila,
le acomodo el cabello y la acompaño a la puerta de casa donde esperarían al
transporte escolar.
-Chau
mami, nos vemos después…-le dijo cuando el transporte se detuvo frente a la
puerta de su casa…
-Pórtate
bien, presta atención, cuídate…-le dijo mientras ella caminaba en dirección a
Sergio (el chofer)-¡Ah Chechu!-ella volteo al escucharla gritar-Te amo hijita…
-Yo
también mami…
Tan bonita, tan chiquita…
Tan llena de sonrisa, perfumada
flor que crecía…
Analía se
encontraba en su casa como todos los días, luego de que Cecilia se fuera al
colegió volvía unos minutos a la cama donde disfrutaba de más de dormir.
Cecilia
llegaba al colegio junto a gran parte de sus compañeritos de grado, entre risas
y bromas hacían las filas para ver como izaban la bandera a primera hora de la
mañana.
A mitad
de mañana, Analía ya se encontraba haciendo las tareas de la casa, primero
había comenzado poniendo a lavar ropa mientras colgaba la ropa que le quedo del
día anterior, después le siguió acomodar las habitaciones de la casa y de paso
aprovecho para darle una barrida a toda la casa, a las diez decidió irse a
hacer los mandados antes de que se haga mas tarde, sabía que cuando Cecilia
volviera se le haría difícil poner atención a lo que faltaba.
A mitad de mañana, Cecilia ya había pasado por dos horas aburridas de matemáticas donde puso todo su empeño en entender el tema nuevo de fracciones que estaba dando la maestra, luego disfruto de un recreo donde se divirtió jugando a la soga con algunas amigas, y ahora a las diez y media, se encontraba en medio de una clase de dibujo, la tarea asignada era dibujo libre, Chechu había optado por dibujar un momento típico de su familia.
Doce años cumpliría, de la escuela
no volvía…
Preocupada se la vio a mamá…
Eran las
doce y media del mediodía y Cecilia no aparecía, Analía intentaba mantenerse
calmada y no empezar a sacar conjeturas antes de tiempo.
No sabía
cuantas veces ya había salido a la vereda y había caminado de esquina a esquina
para ver si el transporte escolar aparecía ante su vista, pero en ninguna
ocasión apareció.
Eran las
una menos cinco cuando Cecilia reconoció que el camino que realizaba el chofer
del transporte no era el mismo que realizaba Sergio.
-Sergio
no hace este recorrido-dijo Cecilia apoyándose sobre uno de los asientos.
El señor
que había remplazado al chofer de siempre no le respondió, solo se limito a
conducir por las distintas calles, logrando que el miedo en la niña se
generara.
-Me
quiero bajar…Quiero ir con mi mamá…-pidió la niña ya entre lágrimas.
-En ese
estoy cariño, en llevarte con tu mami-le respondió el hombre, si estuviera un
adulto en esa situación se daría cuenta que en el tono de voz de aquel hombre
había un indicio siniestro.
Cecilia
volvió a sentarse en su asiento para rezarle a Dios que la devolviera junto a
su madre.
Analía se
sentó en la orilla de la cama de su hija y unió sus manos en rezo para pedirle
a Dios que su niña volviera pronto, sana y salva a casa.
Cuatro horas se demora…
¿Qué paso? ¿Por qué lloras? Dijo
una mujer y luego la abrazaba…
La puerta
principal de la casa se abrió de repente, y tanto Analía como Lucas miraron
hacia ese lugar esperanzados de ver a su niña entrar sonriendo mientras pedía
perdón por no avisarles que se iba a lo de su abuela.
Pero la
abuela María del Carmen, ingresaba sola a la casa sin la pequeña Chechu de la
mano, los ojos de Lucas demostraron
decepción y los de Analía se llenaron de lágrimas que quemaban.
Eran las
cuatro de la tarde… ¡Las cuatro de la tarde! Cecilia salía del colegio a las
doce del día y Sergio la dejaba en la puerta de su casa en menos de veinte
minutos, pero habían pasado cuatro horas y Cecilia no había aparecido.
Desesperada
Analía había llamado a su marido para contarle y pedirle ayuda, Lucas a la hora
llego a la casa con desesperación por saber el paradero de su hija, no dudaron
en llamar a Sergio pero él le había dicho que cuando fue a retirar los chicos
del colegio, Cecilia no se encontraba suponiendo que alguno de sus padres la
había retirado, también habían llamado a todos los amiguitos de su hija pero
nadie sabía nada.
Ahora,
Lucas se pasaba las manos por el cabello desesperado mientras le pasaba toda la
información posible a la policía, Analía lloraba silenciosamente y María del
Carmen no comprendía lo que sucedía.
-Hija,
¿Qué pasa?-pregunto acercándose a ella.
-Ce…Ceci…Desapareció-dijo
con dificultad la ahora hija a su madre-Mi hija desapareció mami…
María del
Carmen se llevo una mano a su boca sorprendida y como a ellos, el miedo y la
preocupación hicieron presencia en su rostro pero al ver a su hija destrozada,
llorando sin consuelo, se agacho a su altura y la abrazo, la abrazo intentando
darle fuerzas porque las iba a necesitar.
De repente suena fuerte el
teléfono.
¿Y quien atiende? La mamá
secándose las lágrimas...
Tu florcita la encontraron en un
gran descampado…
Su madre grita sin compasión…
Media
hora había pasado desde que Lucas había informado de la desaparición de su
pequeña niña cuando el teléfono suena retumbando en toda la casa.
Analía se
seco rápidamente las lagrimas e intento componer su voz para contestar, le
pidió a Dios de que esa llamada tratara de su hija.
-¿Si?...Si,
soy yo…-cuatro ojos estaban sobre ella esperando saber de quien se
trataba-¿Cómo? No lo escucho bien, se entrecorta…Ahí si, dígame…-Lucas se
presiono la frente desesperado, María del Carmen solo se abrazo a si misma y
Analía abrió sus ojos de golpe-¡¿Qué?! ¡¿Dónde?! ¡Gracias! ¡Ya vamos para haya!
-¿Qué
paso?-le pregunto Lucas cuando su mujer cortó el teléfono y se largaba a llorar
nuevamente-¡¿Ana que te dijeron?!
-En…Enc…Encontraron
a…a…A Ceci-logro decir entre lágrimas, agradeció silenciosamente el abrazo de
su madre.
-¿Dónde
hija?
-En un
descampado por la zona de la villa Las Flores…-Analía cerró los ojos al recordar
las palabras textuales del oficial-La encontraron...M…Mu…Muerta…
Lucas
largo un insulto al aire y Analía se abrazo a su madre llorando desconsolada,
su pequeña niña había muerto, la habían matado sin motivo alguno, solo por el
hecho de hacer daño.
Sin vida estaba tirada, golpeada…
¡¿Por qué?! ¡¿Quién fue?!
No
tardaron ni media hora en llagar al descampado, el lugar se encontraba con
personas curiosas por todos lados, policías que iban y venían.
-No…-susurro
Analía al ver un pequeño cuerpos sobre un césped-No puede ser…-volvió a
susurrar mientras se apoyaba contra el capo del auto.
Lucas
solo la abrazo fuertemente y con pasos lentos y temblorosos se acercaron a la
zona del hecho, no tuvieron ni que pedir que abrieran por completo la bolsa,
que con solo ver un poquito del rostro la reconocieron.
Era ella,
era su Cecilia, su pequeña niña, su luz, su princesa.
Los
forenses le habían contado que estaba tirada como si de una bolsa de basura se
tratara en rincón del acampado y había sido encontrado por los barrenderos, el
cuerpo llevaba golpes grabes en el rostro, algunos rastros de tortura en el
cuerpo y muchas posibilidades de que se tratara de una violación.
Analía se
aferro al pecho de su marido llorando, preguntando a los gritos porque le
habían echo eso a su hija, que necesidad tenían de pegarle, de torturarla, de
violarla…De tirarla en la calle…
Lucas le
exigía a los policías justicia, justicia por su hija, exigía que a los
desgraciados que habían echo esto pagaran, pedía venganza a todo precio.
¿Cómo es que matan a una niña tan
pequeña?
Solo tenía doce años…
Toda una vida por vivir…
Durante
el resto de la semana, varías casos de desaparición de niños se escucharon
nuevamente en los medios, donde la mayorías eran niños menores de dieciséis
años y eran encontrados muertos y tirados como paso con Cecilia.
Era un
lunes primero de agosto cuando Analía y Lucas encabezaban una marcha junto a
otros padres de chicos desaparecidos, algunos los habían encontrados, otros le
pedían a Dios que sus hijos se encontraran vivos.
Al canto
de “con los chicos no se juega…” recorrían las calles de la ciudad pidiendo
justicia por Cecilia, por Tomas, por Candela y por muchos chicos más.
Al grito
de “ellos son el futuro” recorrían las calles llorando la perdida de esos seres
que en un futuro podrían haber sido el futuro presidente del país, la nueva
modelo top de las pasarelas, la nueva cantante y el nuevo actor que brillarían
sobre los escenarios.
¿Cómo es que matan a una niña tan
pequeña?
Y es lo
que todo el mundo se pregunta, ¿Cómo? ¿En que cabeza tan fría, tan siniestra
cabe la idea de matar?
Hoy en
día hay un poquito menos de doscientos diez chicos desaparecidos en Argentina, como
hay cientos de caso en el resto del mundo, cada día una familia distinta
denuncia que su hijo se fue de su casa sin saber el motivo, sin saber cual será
su destino.
El caso
Cecilia hizo un clic e hizo que reaccionáramos todos los argentinos, no se
puede permitir de nuevo que suceda algo así, hay que pedir pacíficamente mas
seguridad para nosotros para ellos que son el futuro de este mundo que viene en
caída.
Todos
alguna vez podemos sufrir un caso Cecilia pero no hay que permitirlo, ayudemos
a encontrar a esos cientos de chicos y sobre todo ayudemos a cambiar el mundo,
unidos por un mundo mejor.
Solo tenía doce años…
Toda una vida por vivir…
¡Por vivir!
¡Por vivir!
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