sábado, 3 de septiembre de 2011

Fuiste mia un verano

Capitulo dieciocho.


Lunes por la mañana y la casa era todo un caos, Ana Laura entraba y salía de mi cuarto seguro que había venido a buscar la camisita color crema que le saque hace unos días para ir a bailar, Patricio gritaba llamando a Lucrecia desde la puerta de su habitación porque no encontraba los zapatos que completaban su atuendo para una reunión de trabajo, la ducha del único baño que había a mitad del pasillo hacia ruido al estrellarse contra los cerámicos el culpable era mi padre, Rogelio que le gustaba dejar que el agua escurriera hasta que llegara al límite de lo caliente.

Me voltee para ver la hora, las siete y media de la mañana interiormente cada uno de mis familiares recibieron un insulto por despertarme con tanto escándalo, por noviembre no hubiera dicho nada porque yo también me vería en la obligación de levantarme para ir a la facultad pero ahora que disfruto de las vacaciones no me permitían descansar hasta tarde.

Tome las sabanas cubriéndome por completo y gire hasta quedar de espaldas con la cabeza bajo la almohada mi cuerpo pedía una horita mas de sueño, si podían ser dos mejor cuando creí que estaba de vuelta en el limbo de mis sueños unos saltos acompañados de unos grititos volvieron a despertar mi conciente.

-¡Tía levántate! ¡Tía!-y la a la alargo lo mas que pudo-¡Mamá la tía no se levanta!

Se trataba de Manuel, el pequeño diablo de cuatro años que por una extraña y mala costumbre le encantaba venir a despertarme a los saltos…También a los gritos, el nene seguía saltando pidiéndome que abriera los ojos y jugara con él pero no le iba a dar el gusto, esperaría que se cansara y se retirara de mi habitación.

-¡No Mariano!-grito y fue demasiado tarde para que abra los ojos para impedir lo que tenía planeado el mayor de mis sobrinos, una cantidad de agua frío fue a parar sobre mi cuerpo logrando que pegara un grito y me sentara alterada sobre mi cama.

-¡Te mato monstruo!...

Mariano comenzó a correr y yo detrás de él, Manuel venía con sus pasitos torpes detrás de nosotros riéndose a pata suelta, Patricio apareció de golpe frente a mis ojos con Mariano detrás suyo.

-Le haces algo y sos tía muerta…

-¡Me tiro un vaso de agua helada se merece que le haga algo!-claro esta que no le iba a pegar solo iba a recibir una dosis de mis retos…

-Yo cumplí con lo que me pidió la nona que era despertarte…-y su carita de angelito provoco la risa de los dos mayores-¡Así que no me retes!-me dijo sacándome la lengua.

-¡Pero mocoso ven para acá!-una nueva persecución comenzó, Ana nos gritaba que nos comportáramos, Gime junto a mis padres reían disfrutando de la escena, mi cuñado le alentaba al hijo pero al maestro nunca se lo supera-¡Te agarre, vas a ver ahora!-y las cosquillas invadieron el pequeño cuerpo del chico.

-¡Basta tía!...-las carcajadas salían sin permiso-Prometo no hacerlo más…

Me separe de él dedicándome a inspeccionarlo seriamente, Mariano tenía los dedos haciendo una crucecita prometiendo que no me lo haría mas…

-Te lo prometo por cualquier cosa…-la angustia que me transmitió al verle su carita triste porque pensaba que no lo iba a perdonar me pudo más que cualquier enojo.

Cuando mostré la primera sonrisa que dejaba a la vista toda mi dentadura corrió hacia mi para colgarse de mi cuello y llenarme de besos, amaba a los tres diablos a pesar de que me hagan maldades lo amo. Abrazada a su cuello y con el más pequeño aupa que segundos atrás había venido a reclamar un poco de atención nos dirigimos hacia la mesa a desayunar todos juntos.

Esa sonrisa grande volvió a aparecer cuando vi la mesa del comedor, en la punta estaba mi padre leyendo el diario con su mate cotidiano, a su derecha mi madre que se dedicaba a untarle la tostada con dulce de leche a Matías que estaba en su sillita a su lado, Gime estaba tomando su té mientras hablaba con Ana que estaba enfrente a ella tomando también un té, al lado de ella se habían colocado Mariano y Manuel felices al ver sus chocolatadas preparadas, al lado de Gime estaba su marido Facundo tomando un café a la vez que hablaba con Patricio que estaba en la otra punta disfrutando también de una chocolatada, era un nene todavía.

-¿No desayunas cariño?-oí que mi madre me preguntaba…-¿Sucede algo?-cuando elevo su mirada hacia mi.

-No nada…-me acerque a mi lugar, al lado de mi padre…-Congelaba mentalmente la imagen de toda la familia junta…-sonreí al sentir el apretón de mano que me dio mi padre y la sonrisa tierna que me regalo mi madre, no hay nada mas bonito que la familia unida.
-.♥.-


Estaba terminando de cepillarme los dientes cuando la puerta del baño se abrió, me termine de enjuagar la boca para luego mirar a la persona que había entrado.

-Permiso se pide…

-¡Dale Peter, me quiero bañar!-se trataba de Luz, la única mujer Lanzani y la única que tenía que renegar por un poco de tiempo en el baño.

Me pego unos cuantos gritos más y me termino sacando a los empujones del baño, eran las ocho y cuarto de la mañana del lunes y no se porque extraña razón ya todos estábamos en movimiento, Juan Pablo estaba terminando de abrocharse el pantalón para irse a trabajar al campo, estaba por bajar la escalera cuando Juan Martín paso corriendo porque se acordó que la noche anterior había dejado las luces del auto encendidas y tenía que recargar la batería cuanto antes.

Al bajar me encontré con Juan Bautista que le estaba hablando a la panza de ocho meses que tenía mi cuñada Lucía, hace más de ocho años que Pepo y Lucy están de novio y ocho meses atrás dieron la noticia que iban a traer al primer nieto a la familia, me acerque a saludarlos (a ella y al bebe) y seguí mi camino hacia la cocina donde Analía estaba terminando de preparar el desayuno junto a la ayuda de mi otra cuñada Pamela, ambas me sonrieron cuando ingrese luego de saludarlas como corresponde me senté en mi lugar.

-¡Buen día familia!-mis ojos verdes vieron ingresar a Nicolás por la puerta del patio.

-¿Qué haces acá ruloso?-le pregunte sin saber el motivo de su presencia ni que iba hacer presencia un lunes a tan temprana edad.

Él antes de responderme saludo como corresponde a mi madre y a mis dos cuñadas, Lucía apenas había venido a preguntar si necesitaban ayuda con algo pero como es costumbre mi madre la mando a sentarse porque no quería que haga esfuerzo con nada.

-Tu madre alias mi suegra-todos los presentes reímos cuando Ana se quejo por como la había llamado Nicolás-Bueno, Analía ayer a la tarde cuando la deje a Luz luego de ir al cine me invito a desayunar con todos…

-¡Mamá te dije que no invitaras a cualquiera!-le grite y recibí un zape por parte de mi hermana que hacia presencia en la cocina.

-No le digas cualquiera a mi novio…-se giro hacia Nicolás…-Hola bebito hermoso…-e hice cara de asco al ver las trompitas que formaban para darse un beso.

Luz se sentó a su lado y la mesa ya casi estaba completa solo faltaba mi padre que todavía estaba cambiándose, con mis hermanos nos miramos contando interiormente hasta que se escucho el grito de mi madre desde la puerta de la cocina avisándole que se apurara o se quedaba sin desayuno.

-¡Que hermosa imagen para comenzar el día!-y mi padre nunca comenzaría de mal humor un día laboral, se iba casi siempre con una sonrisa siempre y cuando estuviéramos todos en la mesa desayunando juntos, promesa que cumplimos siempre.-Gracias mi vida…-dijo cuando mi hermano Bauti le dio una tostada.

Me estire sobre mi silla y me dedique a mirar a cada uno, en la cabecera como corresponde se encuentra el señor de la casa José que hablaba con quien también es la señora de la casa y estaba en la otra cabecera de la mesa, Analía que a la vez que le contestaba se preparaba su café, a su derecha estaba Luz que le preparaba tostadas a Nicolás quien estaba a su lado, a la izquierda de mi madre estaba Lucia, la cuñada/nuera que mas tiempo llevaba en la familia y disfrutaba de su café con leche al lado de ella estaba Pato que disgustada de una chocolatada al igual que Bautista, sentado a su lado y charlaba alegremente con Pamela que estaba enfrente de él, al lado de ella estaba y a la izquierda de mi padre estaba Tato que participaba cada tanto en las conversación que tenía José con Analía y a la derecha del señor estaba yo disfrutando de lo mejor que puede haber en la vida; la familia completa.
-.♥.-


Lunes a la noche, el día laboral ya había terminado para los mayores de las dos familias ahora quedaba disfrutar de una cena y a dormir para recibir otro día mas.

Eran las nueve de la noche y el patio de los Lanzani estaba iluminado por completo, la parrilla largaba humo esperando que el fuego se encendiera por completo y así poder tirar toda la carne al asador, asado era el menú del día, la mejor comida argentina. A mitad del jardín se encontraba un tablón largo cubierto por un mantel cremita y decorado con varios platos, cubiertos, vasos y gaseosas.

-¿Cómo va el asado Josesito?-preguntaba Rogelio cuando cruzaba la cerca que separaba ambos patios, al hacerse tan amigas las dos familias decidieron poner una puerta a mitad del cerco para no tener que dar toda una vuelta.

José volteo con la pinza que utiliza para pinchar la carne entre sus manos…-Va queriendo amigo, va queriendo…

-Esperemos que quiera para hoy viste…-Lali apareciera con una sonrisa y una bandeja que contenía las papas con mayonesas echa por ella misma…

-¡Petiza en vez de tomarme el pelo venga a saludarme!-ella dejo la bandeja sobre la mesa y corrió hacia el hombre que la abrazo por la cintura haciéndola girar-¡Hay como me gusta que me haga caso!

Lali le saco la lengua y se dirigió hacia la cocina donde estaban Analía y Lucrecia terminando de preparar las ensaladas, Luz peleaba con un vino ya que no podía sacarle el corcho y Laura estaba cortando el pan en rodajas sentada en la mesa.

-¿Necesitan ayuda en algo?

Ana levanto su mirada de la ensalada…-Si mira viste esos dos platitos con picada…-le señalo los dos platos y Mariana asintió-Bueno llévalos a la mesa.

Lali sonrió porque tenía ganas de ayudar, tomo las cosas y camino de nuevo hacia el jardín encontrándose ahora con su hermano y los dos Lanzani mayores, Pato y Tato, hablando de lo último que hicieron el fin de semana pasado.

-¿Preparada para soportar una cena conmigo?-la voz de Peter la hizo temblar pero reunió fuerzas estabilizando su pulso.

-Como siempre nene...-y no iba a dejar que lo intimidara-¿Viene tu chica?

-No… ¿Viene tu chico?-ella negó.

Los ojos de Lali notaron que las manos de él estaban tomando carrera hacia su cintura y si lo lograba iba a desestabilizarla pero agradeció enormemente que su madre apareciera con las ensaladas y detrás de ella Lucia con la lengua a la vinagreta acompañada de Analía, Pamela, Ana Laura.

-Te escupieron el asado…-le dijo Lali riendo, ambos voltearon al escuchar las voces de los pequeños Alonso, sobrinos de la petiza.

-¡Tía mira lo que me compro papá!-le grito Manuel desde su lugar en la mesa.

-¡Ahí voy pequeño!-le grito ella, estaba a punto de irse cuando volteo recordando algo-Ah…No, no viene mi chico.

Mariana le sonrío y se dirigió hacia su sobrino que reclamaba su atención, Peter se quedo en aquel lugar sonriendo tontamente iba a ser una noche muy linda por lo visto.

A la hora de que todos estuvieran sentados alrededor de la mesa, José y Rogelio aparecieron con las fuentes que contenían el alimento a ingerir, Peter se encontraba mirando fijamente a Lali sin borrar su sonrisa, ella estaba riendo al escuchar comentarios inocentes de Manuel mientras le cortaba la carne para que pudiera comerla sin problemas, elevo sus ojos al sentir una mirada sobre ella y sonrío al verlo.

Mariana sabía lo que estaba pensando él en ese instante, estaba disfrutando de poder comer ese asado junto a su familia, ella y la familia de ella.

Juan Pedro no le quitaba la mirada de encima y su sonrisa se agrandaba porque sabía que ella también estaba disfrutando de aquel momento, de ver a Bautista hablar de juegos con Mariano, ver a Analía y Lucrecia derretirse por cualquier cosa que haga Matías, Pato acariciar incasablemente la panza de Lucia, Tato y Pato hablar de futbol sin cansarse, Pamela, Ana Laura, Luz y Gimena hablar de los últimos chimentos, Facundo hablando con Nicolás sobre autos y los hombres de la familia felicitándose por el asado que se habían mandado.

Pero ambos se miraban tan intensos porque lo que mas disfrutaban era estar sentados frente a frente sin insultarse, sin celarse, sin soportar la presencia de terceros ni hablarse a los gritos, estaban disfrutando lo que siempre soñaron las familias Lanzani-Esposito unidas.

-¡Un aplauso para los asadores!-el grito de Patricio los hizo volver a la realidad uniéndose al cantito que provocaba los aplausos de todos.
“No hay nada más lindo que la familia unida atada por los lazos del amor
Sentir palpitar la misma sangre sentir que es uno solo el corazón”

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