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-Mm…Pitt
espera-te dijo entre besos-Es…Es…Espera-luego de insistirte unas cuantas veces,
te separaste de ella, hiciste un estilo puchero con tus labios provocando la
risa de ella.
Hacía más
de una hora que se encontraban en la casa de Ely, habían llegado a los besos y
por ellos terminaron recostadas en el sofá, vos encima de ella.
Pasaron
un rato largo dándose besos pero en el momento en que comenzaste a darle
atención a su cuello y tus manos recorrían su espalada dorsal fue cuando sentiste como ella se tensionaba.
Te
arrodillaste sobre el sillón y esperaste que ella se acomodara para poder
hablar.
-Perdóname
si te incomode-le dijiste mientras te rascabas la cabeza por el nerviosismo.
Ella
tenía la mirada gacha y eso a vos te ponía nervioso porque lo último que
querías era arruinar esa hermosa noche, sentiste como suspiro y tus nervios se
te incrementaron.
-Perdón-volviste a decirle, en ese momento viste como la
morocha, si a pesar de todo siempre será tu morocha, elevaba su rostro y te
regalaba la sonrisa más pura.
-No tenes
porque pedirme perdón-la miraste desconcertado-Yo también quiero que pase pero
estoy nerviosa.
La
miraste y no te aguantaste la ternura que te dio verla tan vergonzosa que no
tardaste en tomarla del rostro para besarla hasta la saciedad, Ely se paro y
dulcemente te tomo de la mano para guiarte hacia su habitación donde fue ella
la que te beso sin ganas de separarse de su boca.
Poco a
poco fueron despojándose de la ropa hasta quedar en ropa interior y en instante
estaban recostados sobre el reconfortable colchón, tus besos húmedos iban
dejando su rastro por todos lados, comenzaste en su rostro y terminaste por sus
piernas.
Te
dedicaste únicamente a darle placer a ella, sabías que era su primera vez y le
ibas a entregar todo, no solamente placer sino tu alma y corazón. Aunque tu
corazón ya lo llevaba colgado alrededor de su cuello, aquel que besaste y
acariciaste sin cansarte.
La única
luz que los alumbraba era la de la
Luna que se colaba sin permiso entre las finas cortinas, el
único sonido que escuchabas eran los finos gemidos que se le escapaban a Ely,
para vos era la mejor música que podía musicalizar aquel momento.
-¿Estás
segura?-le preguntaste cuando la situación se encontraba en el punto exacto.
Eliana te
sonrió y enrollando sus brazos en tu cuello tironeo de vos para chocar una vez
más sus bocas dejándote en claro que terminaras con lo que habías comenzado.
Recorriste
una vez mas su cuello con tus labios (siempre le recordabas que la curva de su
cuello te volvía loco), sonreíste al sentir que ella te arañaba la espalda
porque le alargabas el momento (ella siempre te recordaba que era impaciente y
que odiaba que dieras mil vueltas para todo).
-Ey La-ella
te miro a los ojos al escuchar como le hablabas en un fino susurro-Mírame a los
ojos, quiero ver tu rostro todo el tiempo, quiero ver como tus ojos se
oscurecen por la pasión-tus manos acariciaron lentamente aquellos pares de
ojos-Quiero ver como tu boca larga gemido tras gemido por el placer-rozaste
levemente sus labios con los tuyos-Quiero ver como tu rostro cambia las
facciones por los distintos sentimientos que te produzco-le acariciaste las
mejillas como si se fueran a romper.
Eliana no
te respondía, solamente se dedico a clavar sus ojos en los tuyos y entendiste
que no debías alargar más el momento, solo fueron segundos (que para ella
fueron minutos eternos) cuando vos ingresaste lentamente en su interior
haciéndose uno mismo.
Los
movimientos primero eran despacios, con mucha delicadeza por miedo a
lastimarla, una vez que una simple caricia en tus hombros y una sonrisa en su
rostro te confirmaran que cualquier indicio de dolor desapareció, comenzaste a
tomar valor para hacer movimientos mas fuertes dejando que la pasión los
embargara.
-Te amo Lean-escuchaste
antes de que cerrara sus ojos y se dejara vencer por el cansancio.
-Te amo
Elu-le respondiste mientras la abrazabas por la espalda y te unías a ella en
ese mismo sueño.
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