jueves, 31 de marzo de 2011

El destino así lo quiso


Tenías cuatro años cuando lo conociste, era el primer día de preescolar cuando entraste a la salita que te había tocado, te sentaste en un banco que se encontrara libre y lloraste con todas tus fuerzas porque te costaba separarte de mamá y no entendías porque desde ahora debías hacerlo.

Él tenía un año más que vos, y con cinco añitos fue el primer compañerito que se te acerco para defenderte de unos nenes que te molestaban por el solo hecho de lloraras pidiendo los brazos de tu mamá. Te ofreció una de sus manitos y te acompaño hasta el baño de las niñas, donde te espero afuera mientras vos te limpiabas tu rostro rojo por el llanto.

-Me llamo Emanuel-te había dicho con una sonrisa en su rostro-¿Vos?

Lo miraste por segundos y desviaste tu mirada hacia el suelo…-Me llamo Sofía-le respondiste tímidamente. Una presentación a lo adulto ¿no?

Pero la verdad es que desde ese día donde dos pequeños como ustedes intercambiaron sus nombres, lograron algo que si se lo proponían no hubiera sucedido, se habían hecho los amigos más inseparables que existían.

No había tarde en la cual alguno de los dos se le colgara en la pierna a su madre rogándole que le de permiso para ir a la casa del otro, no había noche donde no cenaran juntos como todos unos adultos, porque ustedes se sentían mayores cuando les colocaban sus platos y sus cubiertos, sus madres se hicieron amigas en consecuencia a su amistad por lo que significaba mas tiempo juntos y mas felicidad para ambos.

Para cuando vos tenías siete años comenzaron a dar el paso de quedarse a dormir en la casa de un amigo, en este caso el amigo era Emanuel, y viceversa también sucedía. Disfrutaban el sentarse en el marco de la ventana y observar las estrellas o que te acostaras y él te contara alguna de las tantas historias que el padre le inventaba hasta que te quedaras dormida y recién ahí Emanuel se acostaba en el colchón que siempre le preparan y se disponía a dormir.

Cuando comenzaron la primaria creyeron que irían en cursos distintos pero una alegría se llevaron cuando sus madres les contaron que estarían juntos, con el tiempo se comenzó a notar los distintos cambios que la vida les traía, vos ya no eras esa nena que se conformaba con ver a Batman y Robin en la tele o jugar con camiones para dejar contento a tu amigo sino que ya había llegado la etapa donde te convertías en toda una señorita y él en todo un señorito, cada uno comenzó a tener sus grupos de amigos, sus pasatiempos en el caso de Emanuel el futbol ocupaba parte de sus tardes luego del colegio y en tu caso el hockey era la pasión por el cual pasabas horas entrenando, a pesar de todo esos cambios se habían prometido seguir unidos como siempre.

Y lo cumplieron al pie de la letra hasta que llego séptimo y con el viaje de egresados, destino: Carlos Paz, una de las tantas noches que habían ido a disfrutar de algún baile te enteraste por medio de una amiga que Emanuel, o Ema como lo llamaban todos, había dado su primer beso con nada menos que tu mejor amiga, te sentiste traicionada por tu amiga y sobre todo por él, ese día habías descubierto que te habías enamorado de tu mejor amigo, tu mejor amigo era tú primer amor.

Pasaron mese sin hablarse, no te digo que no se vieron porque es mentira desgraciadamente hacían los deportes en el mismo club y tenían el mismo grupo de amigos, pero ninguno de los dos dio brazo a torcer para amigarse, eran demasiado orgullosos ambos.

Cuando cumpliste catorce llego el turno de comenzar la secundaria, ya estabas en camino a convertirte en toda una mujer hecha y derecha, triunfabas con el hockey, tenías buenas notas en el colegio, tenías un buen grupo de amigos con los cuales te divertías todos los días y tu familia estaba de diez pero por dentro sabías que no estabas completa del todo, Emanuel aquel chiquito que con cinco años te defendió y fue tu mejor amigo por años se había mudado de barrio y nunca más volviste a saber algo de él.

Era el primer día de clases cuando tu mundo se te volvió a poner patas para arriba, apenas entraste al aula viste un rostro muy familiar en el fondo, era él, Emanuel había vuelto pero no solo, entre sus brazos se encontraba una chica que no conocías pero los chismes no tardaron en llegar a tus oídos y ahí te enteraste que era su novia desde hace ocho meses, una nueva desilusión, un nuevo sentimiento de traición de parte de él te había vuelto a invadir.

Un año después, tus quinces acaparaban todos tus pensamientos, que el vestido, que la comida, que el salón, todo lo relacionado a ello te invadía por completo de felicidad. Era lunes cuando por la puerta del aula entraste con una cajita llena de tarjetas, si era el día que le darías las invitaciones a tus compañeros y entre ellos a Emanuel.

-Te espero, no falles-le dijiste tirandole la tarjeta sobre su banco.

Él la tomo para leerla y con una sonrisa te dijo que ni loco se la perdía, que sabía que esa fiesta iba a ser un total éxito, vos solamente le regalaste una sonrisa falsa y seguiste tu camino.

Dos de diciembre era el día exacto que cumplías tus ansiados quince años y ese día comenzó de una manera que no esperabas, te encontrabas en la puerta de tu casa totalmente sorprendida ya que Emanuel se te había aparecido con una bandeja que contenía tu desayuno preferido, no podías creer que todavía se acordara, ante tal gesto le pediste que te acompañara y ahí en un momento de debilidad te pidió perdón, ese día se la pasaron contándose todo. Léase: tenían meses enteros de los cuales se tenían que informar, desde ese día volvieron a ser los mejores amigos.

Estaban en tercer año de la secundaria y seguían siendo los amigos mejores, como el catalogaba su relación y a vos te causaba mucha ternura, su rutina consistía en: lunes a viernes por la mañana se encerraban durante cinco horas en el colegio a su pesar, luego lunes, martes y miércoles por la tarde ambos tenían practica de hockey y futbol, pasarían los años pero sus pasiones no la dejarían de lado, los viernes eran los días que mas disfrutaban ya que solían juntarse en alguna casa con todos sus compañeros para hacer la previa luego de cenar, mas tarde ingresaban a algún boliche que estuviera en onda en la ciudad y una vez que terminaba la joda o vos terminabas durmiendo en la casa de él o él en tu casa, casi siempre terminaban turnándose un finde cada uno, los sábados eran tranquilos se dedicaban a hacer todas las cosas del colegio, por lo menos intentabas hacer todo lo del colegio porque ya a la tardecita les tocaba concentrar con sus equipos respectivos ya que el domingo les esperaba partido. Durante el tercer año esa era su rutina, y la verdad que no se quejaban llevaban la vida que deseaban.

Durante cuarto año te enamoraste, si fue tu turno de enamorarte, se llamaba Pablo lo habías conocido en el colegio, iba al otro curso y por causalidades de la vida te terminaste hablando, y de una simple charla terminaron siendo amigos. Una noche se encontraban en un boliche bailando, tomando como todos los viernes, cuando te roba un beso y no fue el único, durante los cinco meses que siguieron te robo miles de besos más.

Pero no todo era color de rosa, ese noviazgo al cual vos le ponías todas las fichas te trajo inconvenientes con Emanuel, si tu mejor amigo se había enojado porque te casaste con el desgraciado, como lo llamaba cariñosamente tu amigo, de Pablo. No había un día de la semana que no tuvieran discusiones por el que en ese entonces era tu novio, si no conocieras a la perfección a Emanuel pensarías que estaría celoso pero sabías a la perfección que no era.

El que avisa no traiciona te decía siempre una de tus amigas, y ahora te encontrabas llorando entre los brazos de Emanuel porque el desgraciado te había engañado, te había utilizado y aunque no quisieras aceptarlo porque tu orgullo no te lo permitía, tu mejor amigo te lo había advertido. Ese día te había prometido sobre todas las cosas que nunca mas iba  dejar que tengas un chico si no pasaba por su aprobación porque no iba a permitir que sufrieras de nuevo. Emanuel había descubierto ese día que te amaba con locura pero todavía no te lo podía decir, era muy reciente todo.

Pasaron los días, los meses y ya se encontraban comenzando quinto año, el ultimo año de la secundaria donde no tenían mas preocupaciones, donde solamente pensaban en su graduación, en el viaje a Bariloche y en disfrutar todos aquellos momentos especiales que les quedaban por vivir.

Agosto fue el mes indicado para que los treinta compañeros que eran en el curso viajaran a Bariloche, ¡y que viaje! Amistad, diversión, alcohol, chapes, sexo y muchas cosas que pasaron en el colectivo, en el hotel y fuera del mismo pero con tus compañeros habían hecho una promesa Lo que pasa en Bariloche queda en Bariloche. Y así lo cumplieron al pie de la letra.

Unos meses después, las chicas se encontraban organizando la fiesta de graduación habían decidido realizarla en un camping hermoso que conocieron de casualidad, la fiesta iba a ser para tirarla por la ventana de la casa, para diciembre, el mes que se realizaría el gran evento, tenían todo listo, solamente quedaba que se ocuparan de su vestidas y demás cosas. Claro esta que un día que tuvieron libre tomaste del brazo a Emanuel y lo internaste dentro de un Shopping eligiendo el traje y los zapatos que él utilizaría y obviamente tu vestido y los zapatos.

El quince de diciembre comenzó con todas las pilas arriba, esa fiesta no pudo ser mas mejor porque no daba, habían comido como los dioses, llorado como si se les fuera la vida en el video que sus compañeros (los varones) les habían regalado, se tentaron de la risa cuando colocaron el video que ustedes (las chicas) les habían regalado a ellos donde los imitaban y bailaron como si fuera la ultima noche que tenían.

Una vez que termino la fiesta, todos se dirigieron hacia la playa donde siguieron viviendo momentos hermoso, en un instante sentiste que te tomaban de la mano y te llevaban a caminar por la orilla del mar, no pusiste objeción porque sabías quien era esa persona.

Caminaron por mas de una hora hasta que esa misma persona hizo que se detuvieran, lo miraste a los ojos y le preguntaste que sucedía. ¿Cuál fue su respuesta? Un beso, si así como lo lees en ese momento con sus manos acuno tu rostro y te beso lentamente, saboreando cada instante, ¿vos? Vos simplemente te dejaste besar.

Luego de ese beso, les siguieron la primera vez junto que fue una noche de lluvia en tu casa, luego las primeras vacaciones como pareja que fueron en Pinamar. A los cuatro años comenzaron a convivir y conocieron otro mundo, al año llego la luz de sus ojos Milagros y solamente faltaba el casamiento, pero no se apuraban porque sabían que el destino así lo quiso. 


sábado, 19 de marzo de 2011

Luchando por amor (Epilogo: FINAL)


Epilogo: Al final la historia tiene un final feliz.

El silencio era una de las pocas cosas que ya no disfrutaban en la casa, por eso cuando lo tenían lo intentaban disfrutar al máximo estando abrazados en la cama, acariciándose y mimándose como en los viejos tiempos.

Pero de pronto sintieron ruidos que provenían de abajo y cada vez se acercaban más.

-¡Dios, ni en domingo se cansan!

Emily solamente sonrío al sentir la queja de su marido, acaricio tiernamente su abdomen que a pesar de los años seguía estando en forma.

-Hay cariño, sabes que te encanta que hagan esto…

Adam solamente le dio un beso como respuesta y se volvió a recostar disfrutando de los últimos segundos de tranquilidad.

Emi miro hacía el reloj de la mesilla de luz y comenzó a contar hasta diez mentalmente y cuando estaba por llegar al diez…

-¡Mamá!

-¡Papá!

-¡Mocosos vengan acá!

-Te dije que no te harían caso…

Fueron las primeras cuatro oraciones que escucho al ver entrar a sus hijos en su habitación.

-Tan temprano y ya peleando…

Nicolás de tan solo catorce años, era igual a Adam con su pelo castaño lleno de bucles revueltos, unos ojos castaños profundos y una sonrisa arrebatadora. En el colegio era el niño bonito con el cual todas las chicas deseaban salir, no era un ratón de biblioteca pero siempre intentaba aprobar todas las materias y así poder disfrutar de sus vacaciones como corresponde. Amante de la música como su padre y de los deportes, es un niño extremadamente activo.

-Es que les dije que se quedaran quietos en la cocina mientras con Mili hacíamos el desayuno-miro reprochante a sus hermanitos-¡Pero no! Ellos tenían que venir a despertarlos…

-Ya Nico, son pequeños, tú eras igual…

Le dijo Mili, de tan solo diecisiete años, una niña hermosa con el pelo negro y largo como 
lo llevaba su madre a su edad, responsable y demasiado madura para su edad, fue la primera en sentar cabeza entre sus amigas al ponerse a los catorce años de novia con Luciano, su primer amor de niña, excelente alumna en el colegio, en especial en lengua y literatura ya que su pasión es escribir y leer, heredaro de su madre, amante del baile sea clásico hasta callejero. Pareciera ayer cuando por primera vez lleno de luz la vida de Emily y Adam con su sonrisa y su energía, como lo sigue haciendo hasta el día de hoy.

-¡Mentira! Ellos son peores…

Se quejo Nico mientras se metía debajo de las sabanas a un lado de su padre, él cual en ese instante giro para colocarse boca arriba y mirar a toda su familia.

-Nico en algo tiene razón, estos diablillos son peores…-Nico afirmo con su cabeza-Por lo menos él nos dejaba dormir hasta mas tarde…

-¡Óyeme!-se quejo entre risas Nicolás a lo que Adam le respondió con una palmada en la pierna.

Milagros tomo en brazos a la pequeña Hope de tan solo ocho meses, rubia como su abuela, de unos ojos celestes como el mar de lo cual nadie sabe de quien los heredo, llego a la vida de ellos como si de una sorpresa se trataba, creían que la familia ya estaba compuesta pero se habían equivocado porque si no tendrían a Hop, como la llamaba su hermana mayor, no seria lo mismo.

-Hay Hop, no le hagas caso a tu hermano, te tiene envidia por que eres rubia de ojos celestes…

Le decía en broma mientras se acostaban al otro lado de Adam el cuál tenía los brazos abiertos para acogerlas…

-Hay pequeña, a ti si que no voy a dejar que ningún muchacho se te me acerque, no lo logre con Mili.-en ese instante la misma Milagros le pego en el brazo-Pero contigo si que lo voy hacer

Emily que en ese instante salio del baño vio una de las imágenes que mas amaba, a su familia unida.

-Mami..Mami…Upa…

-Ven bebe…-le dijo Emi tomando a su otro hijo-Te dejaron solito ¿no?

-Sip…-dijo tristemente el pequeño…

Nazareno de tan solo cuatro años, era la mezcla perfecta de Emily y Adam, difícil de describir, un niño sumamente diferente a sus hermanos debido a que sufre un grado pequeño de Síndrome de Down hizo que vieran a la vida de otro punto de vista. Llena de luz, alegría y magia a la familia. En el momento de tenerlo con ellos y saber que sufría esa enfermedad fue verdaderamente un reto para todos pero ante la primera muestra de amor que sintió Naza hacia ellos, entendieron que nada iba a cambiar.

-A ver Nico, haznos un espacio…

-¿Saben que falta?

Pregunto Nico mientras jugaba con el pelo de su hermanito…

-¿Qué falta campeón?

Nicolás solamente se levanto de la cama y se dirigió hacia el modular de su madre donde se encontraba la cámara de fotos, la programo y la coloco en dirección a que tomara la cama y…

-Bien, digan queso…

-¡Queso!-gritaron todos juntos mientras sonreían…

Y al final la historia tiene un final feliz, porque esta pareja se lo merece a pesar de todos los problemas, de las miles de peleas, llantos, risas y reconciliaciones supieron ganar.

Emily y Adam nacieron para estar juntos y ellos lo supieron en el mismo instante en que se conocieron, no lo dudaron y vivieron el amor que tanto se sentía durante su juventud.

Y después de tantas trabas, hoy son felices junto a sus cuatros hijos y la enorme familia que supieron crear, porque luchar por amor es lo mas sano que existe y ellos lo sabían por esa simple razón esta historia tiene un final feliz porque estuvieron año tras año luchando por amor.

Luchando por amor (Capitulo veintiuno)


Capitulo veintiuno: Milagros

-¡Por favor ayuda! ¡Mi mujer esta a punto de dar a luz!

-Adam deja de gritar como un lunático…

Le recriminaba Emily mientras ingresaban al hospital, Adam solamente la vio incrédulo y comprendió que el dolor de la contracción había pasado pero al ver que la cara se le contraía era porque otra contracción estaba viniendo.

-¡Ayuda por favor!-grito al instante que Emily dejo escapar un grito de dolor.

Segundo después de volver a gritar ayuda, apareció una enfermera con una silla de ruedas donde colocaron a Emi y la llevaron hacia una sala.

-Usted valla a recepción hacer los trámites y luego podrá verla…

Adam no dijo nada, vio como se llevaban a su mujer mientras intentaba recuperar la calma…

-Que noche vieja estoy pasando-dijo en su susurro, una vez que sintió su pulso mas tranquilo se dirigió hacia la recepción.

Mientras tanto, Emily ya se encontraba recostada en una cama de hospital llena de cables que monitoreaban a su bebe mientras esperaba que su obstetra llegara.

-¿Esta todo bien?

Le realizo la pregunta a la enfermera que se encontraba en la habitación terminando de revisar uno de los aparatos.

-Si señorita, quédese tranquila que esta todo bien

Emi solamente asintió y volvió a respirar hondo una, dos, tres veces y…

-¡Adam te odio!-grito con toda su fuerza al sentir otra contracción.

Él que justo ingresaba a la habitación se quedo petrificado al lado de la puerta, asustado al ver la reacción de Emily, nunca la había visto gritar tanto ni sufrir tanto.

-Pase señor, no le va a hacer nada, esas cosas que dice son solo producto del dolor de las contracciones…

Él solamente asintió y acercándose lentamente a Emily le dijo…

-Te juro que esta es la última vez que te hago pasar por esto

Ella lo miro fulminándolo con la mirada y al sentir otra contracción le grito.

-¡OH, claro que si Smith, por que te juro que no me tocas mas en tu vida!

Él solamente cerro los ojos sufriendo por todo lo que estaba pasando, nunca se había imaginado que cuando llegara el momento del parto ella iba a sufrir tanto y él mismo también.

-Permiso, vengo a ver como esta la futura mamá…

-Por favor sáquele eso que tiene adentro del vientre ahorita mismo…-le dijo en tono 
desesperado Adam mientras se ponía rígido al sentir un nuevo apretón de manos…

El doctor solamente sonrió mientras se sentaba frente a la cama y elevaba apenas la bata que le había colocado a Emily y llevaba dos dedos hacía su vagina.

-Bien, creo que ya es hora de llevarte a salas de parto Emi…

Ella solamente asintió y el medico se alejo de ella para acercarse a la enfermera así poder darle unas indicaciones.

Tres minutos después Emily era llevada hacía la sala de partos mientras que Adam se encontraba en el pasillo esperando que lo llamaran.

-¡Adam!-grito Queen al verlo al final del pasillo-¿Qué paso? ¿Ya nació?

-¿Cómo esta mi hija?

-¿El bebe?

-¿Qué ha pasado?

-¿Qué te han dicho?

-Hijo dinos algo..

Adam solamente miro aturdido a todos lados sin saber que hacer, que decir ni como reaccionar, estaba tan inundado por los nervios que ni una palabra le salía de la boca.

-¡Smith a la sala de partos!

Le grito uno de los enfermeros desde la puerta, él sin hacerle caso a lo que decían sus familiares se dirigió a la sala donde le colocaron una bata azul, un barbillo y un gorro para la cabeza.

Cuando entro lo primero que vio fue a Emily en una camilla con sus dos piernas abiertas y una enfermera a su lado intentando que mantenga la calma.

-Quiero a Adam conmigo, por favor si no esta él aquí conmigo el bebe no nace…

Decía entre sollozos desesperada, al oírla decir tal cosa Adam volvió a la realidad y se acerco inmediatamente a ella, tomando su mano demostrándole que estaba a su lado…

-Adam…-dijo en un susurro al verlo a su lado.

-Sh mi vida, vamos a traer a nuestro hijo al mundo…

-Bueno, Emi cuando te diga puja

Le explico el medico a lo cual ella solo respondió con un gesto afirmativo.

Adam se coloco a uno de sus lados para tomar su mano y darle todo el apoyo que 
necesitaba, al otro lado se encontraba la enfermera que estuvo al lado de ella en todo momento y enfrente de ellos el medico.

-Bien, uno, dos, tres ¡puja Emily!

-¡Hay!-grito desesperadamente la muchacha.

-Vamos, vamos bien pequeña, a la cuenta de tres vuelves a pujar-tomo un poco de aire rápidamente-Uno, dos y tres….

-¡Mi mano!-grito Adam al sentir como Emily le apretaba la mano mientras pujaba.

El medico elevo la mirada hacia la pareja que esperaba a su bebe y le dijo…

-Ya veo la cabeza, faltan dos pujes mas y ya esta Emily, vamos pequeña aguanta.

-No puedo más…

Empezó a decir ella mientras sentía el agotamiento en su cuerpo…

-Adam no puedo más…

-Claro que si amor, vamos ya terminamos…

-¡Vamos Emi, uno, dos y tres, puja!-le grito el medico a lo que ella hizo caso empujando 
con la poca fuerza que le quedaba…

-¡Bien! Tengo la cabecita, un puje mas terminamos…

Emily tomo un poco de aire y recibió la orden del medico para que empujara una vez mas.

Silencio es lo que siguió en la sala, nadie decía nada, solamente se sentía la respiración agitada de Emily hasta que de golpe un llanto desgarrador inundo la habitación.

-¡Felicidades!-grito emocionado el medico al tener entre sus manos al bebe-Adam ven y corta el cordón umbilical…

Adam solamente asintió mirando anonadadamente al pequeño ser que había salido del vientre de su amada.

-Toma…-le dijo el medico una vez que una toalla envolviera al bebe…

-Hola…

Saludo por primera vez Adam a ese pequeño mientras lo miraba lleno de amor, de luz e ilusión se acerco a Emily, la cual ya no daba más pero antes de caer en un profundo sueño quería ver a ese pequeño que cuido durante siete meses.

-A las doce y punto de la noche, chiquita te presento a Milagros Smith Whitfield

Emi sonriendo tomo entre sus brazos a esa pequeñita que llego para hacer su vida más especial de lo que era, Adam se sentó a un lado de ella y rodeando a su dos mujeres recibieron la primera foto tomada por la enfermera, la primera foto como familia.

-Es hermosa…-susurraba Emily mientras tocaba delicadamente sus manitos…

-Si, es preciosa…-le respondió Adam mientras jugaba con los piececitos pequeñitos de la bebe…

-Es un milagro…-dijeron los dos juntos.

Porque era eso lo que habían creado los dos juntos, un milagro.

Luchando por amor (Capitulo veinte)


Capitulo veinte: El momento llego

La noche buena y la navidad habían decidido pasarla en la casa de unos tíos de Adam, uniendo a las dos familias…

-Hay que hermosa que estas Emily…

-Si pequeña, ¿de cuantos meses estas?

Emily que recibía gozosa los elogios hacía su embarazo estaba de lo mas feliz.

-Ya son siete meses y medio…

Una de las tías de su novio que estaba frente a ella, le regalo una sonrisa enorme y acariciándole tiernamente el vientre le dijo…

-Cada vez falta menos, estoy segura que van hacer unos padres excelentes…

-Eso espero…

Adam la veía desde la puerta del jardín, la felicidad que estaba viviendo no le cabía en su cuerpo, cada día que pasaba era el hombre más feliz del mundo, había logrado equilibrar el trabajo con ella.

Después de pasar por tantas peleas, por tantos malentendidos por fin tenían el equilibrio que necesitaban, durante la semana habían ido a ver la casa que iban a compartir juntos a las afuera de la ciudad.

Era una casa enorme, con un jardín trasero lo suficientemente grande para que sus hijos puedan jugar, con cinco dormitorios cada uno con sus baños, un despacho, una sala de juegos, el living, la cocina, el comedor era lo que contenía la casa de sus sueños y en menos de un mes estarían viviendo ahí juntos esperando la llegada de su primer bebe.

-¡La cena esta lista!-grito la abuela de Adam desde la cocina…

Él inmediatamente se acerco hasta Emi, la cual le tomo el brazo lo más sonriente y empezaron a caminar juntos entre risas y bromas.

-¿Te dije que estas preciosa con ese vestido materno?

-Si Adam, será la trigésima vez que me lo dices.

-Y te lo diré muchísimas veces mas-le dijo antes de robarle un beso.

Y así habían pasado la noche de navidad, entre arrumacos, besos, risas, chistes, anécdotas y felicidad.

El treinta y uno de diciembre lo pasarían solamente con sus familias aprovechando para inaugurar la casa de la familia Whitfield-Smith.

-Que hermosa familia que formamos, ¿no te parece?

Le pregunto Emily mientras ambos miraban desde la puerta de la cocina a toda la familia sentada en el comedor.

Alexandra y Carol hablaban animadamente mientras se contaban las ultimas noticias, Fernando y Juan hablaban de trabajo mientras que Pablo y Facundo, hermanos de Adam, hablaban de deporte con los maridos de Rachel y Queen, las cuales estaban mimosas con el bebe de seis meses de Facundo y su pareja.

Todos parecían llevarse de maravilla y eso hacía que la parejita estelar se sentiría con la dicha más grande.

-Es más que hermosa, es especial esta familia.

Ambos rieron y regalándose un tierno beso en los labios se unieron a la reunión.

-Bueno, bueno, faltan menos de una hora para el año nuevo y quiero hacer un ultimo brindis…-anunció Fernando mientras alzaba la copa de vino…

Todos tomaron sus copas de vino menos Emily que tenía su copa de agua con gas y escucharon atentamente a Fernando.

-Quisiera hacer este brindis por esta familia que estamos creando, que a pesar de que esta parejita nos vuelva locos con sus idas y venidas sabemos que vamos a estar unidos por muchísimo tiempo y que nos vamos a tener siempre, sean en las buenas y en las malas

Todos elevaron las copas y tomaron un sorbo, esta vez la que tomo la palabra fue Alexandra…

-Yo quisiera brindar por la felicidad de cada uno de ustedes, por la felicidad de Facundo, Lucia y el pequeño Tomas, por la felicidad de Pablo y Analía, por la de Rachel y Ramiro, por la de Queen y Lucio, obviamente por la de Fernando y Blanca y ahorita mas que nunca por la felicidad tuya hijo mío junto a Emily y aquel pequeño que esta por venir…

Todos volvieron a elevar las copas para cerrar con el brindis y proseguir con la cena donde poco a poco las conversaciones se fueron cerrando en subgrupos, hasta terminar disfrutando de un silencio bendito.

-Mm faltan tan solo veinte minutos…-anunció Queen mientras se limpiaba la zona de los labios…

-Voy a buscar las copas para brindar

Dijo Emily mientras se levantaba de la silla pero al momento de hacerlo sintió un dolor demasiado fuerte en su bajo vientre que hizo que se lo tomara entre sus manos.

-¿Estas bien Emi?-le pregunto Lucia al ver la cara de dolor que hizo...

-S..Si-contesto con dificultad-Solo fue el levantarme a toda velocidad

Todos asintieron intentando mantener la calma, al ver que Emily volvía a la normalidad, todos volvieron a lo suyo.


Ella solamente suspiro al sentir que el dolor se disipaba pero no contó que al girarse iba a sentir entre sus piernas un líquido caliente y otra contracción que golpeaba.


-¡Hay!-gimió dolorosamente.

Adam giro la cabeza alarmadamente al sentir el grito desgarrador de su amada y corrió hacia su lado.

-¿Emi que sucede?

-Creo que…creo que…-decía entre su voz entrecortada-Que rompí bol...Rompí bolsa…

-¡¿Qué?!

Gritaron todos alarmándose ante tal situación, Adam solamente había quedado congelado con la mano de ella entre la suya sin saber que decir ni que hacer…

Adam!-le grito su padre para que reaccionara-Vamos hijo reacciona

Adam sacudió rápidamente la cabeza de un lado a otro para reaccionar y volver a la realidad, donde su amada gritaba dolorosamente mientras se tomaba el vientre fuertemente con la mano que le quedaba libre, su madre y su suegra lloraban sin saber para donde partir, todas sus cuñadas con los celulares llamando a una ambulancia y sus hermanos, suegro e cuñados congelados igual como lo estuvo él.

-Emily ¿pero como? Si recién estas de siete meses…

-¡Que se yo como Adam! ¡El parto se adelanto, no se que paso!-le respondía histéricamente mientras le apretaba con mucha fuerza la mano.

El muchacho miro asustado a su padre, él cual solo intento calmarlo…

-¡Llévenme a un hospital ya!-grito asustada la futura madreHay! ¡Ahora llévenme que este bebe me esta matando!-volvió a gritar entre sollozos-¡Adam deja ya tu miedo y reacciona que el momento llego!

El momento llego, el momento llego, el momento llego es lo único que resonaba en la mente de Adam mientras con la ayuda de uno de sus cuñados la llevaban hacia el coche y arrancaba hacia el hospital mas cercano.

-Que manera de despedir el año viejo-dijo Rachel a su hermana mientras se subían a otro de los coches para seguir a su hermana.

Y sin más toda la familia desesperada partió hacia el hospital porque el momento llego.

jueves, 17 de marzo de 2011

Luchando por amor (Capitulo diecinueve)


Capitulo diecinueve: Con este amor

-Hay pequeño cada día creces más y parece que me vas hacer explotar…

Hablaba sola Emily mientras estaba sentada en su enorme cama mirando televisión.
Era domingo y faltaban solo tres días para navidad y todavía no sabía lo que iba hacer su familia ni mucho menos lo que iba hacer Adam, no se había animado a preguntarle debido a que no tenía derecho para controlarlo.

-Que día mas aburrido…-se quejo mientras se intentaba acomodar en la cama…-No veo la hora que nazcas así me entretienes…-le hablaba a su panza mientras tomaba el control del televisor y hacia zapping.

Mientras tanto Adam se encontraba en su habitación hablando por celular.

-Zac entiéndeme no me puedo mover de Nueva York en estos momentos…

-Adam pero entiende tú, ¡es la oportunidad de tu vida! ¡Es tu carrera, no lo puedes echar todo por la borda!

Adam dejo caer su cabeza hacia atrás sin saber que hacer, lo habían invitado a realizar una participación en una de las series con mas rating de la televisión española, El Internado, ya le había llegado el libreto sobre el papel que le tocaría realizar, para eso se había tomado la mañana del sábado para leerlo tranquilo y la verdad que lo había atrapado pero no podía dejar sola a Emily y menos a días de la fiesta de fin de año, ni loco lo haría.

-Zac entiende, a Emi no la puedo dejar sola, recuerda que desde la amenaza de aborto el embarazo es riesgoso y no pienso dejarla sola.

Sintió como Zac suspiraba frustrado e intento convencer una vez mas a Adam.

-Mira Adam, es solo ir un día grabar y vuelves al lado de ella al otro día.

Adam se paro de donde estaba sentado y cansado de la conversación volvió a darle una negativa a su amigo en el momento que sintió como golpeaban la puerta de su habitación.

-Te tengo que dejar, y ya sabes no cuentes conmigo…

Desde el otro lado de la puerta se encontraba Emily, la cual se estaba impacientando al no recibir respuesta.

-¿Abra salido? ¿Pero en que momento?

Se preguntaba mientras levantaba una de sus manos para volver a golpear la puerta pero en ese instante esta misma se abrió dejando ver la figura de Adam.

-¿Emily?-le pregunto confuso él al verla…

-¿Merendamos?

Le respondió con otra pregunta mientras levantaba ante la vista de él, una bandeja que llevaba dos tasas de chocolatadas caliente, con tostadas, mermeladas, mantequilla y todo lo que conllevaba una buena merienda.

Adam solamente se río al verla tan inocente parada frente a él y corriéndose hacía un lado para que ella pudiera pasar, comenzaba una tarde que había empezaba aburrida y terminara ¿entretenida?

-Jaja, ¿recuerdas aquella vez en Los Ángeles que era el cumpleaños de Nick y lo recibieron a huevazos en el estudio?

Recordaba Emily entre risas mientras se preparaba una tostada, Adam luego de tomar un sorbo de su chocolate dejo que la risa que se contenía escapara de su garganta.

-Como olvidarlo, el pobre quedo todo asqueroso…-se limpio rápidamente la zona de los labios- Mm…¡A que no recuerdas el día que con los chicos te comenzamos a mojar con agua en pleno ensayo del desfile!

-¡Como no lo voy a recordar! Si no me dejaron en paz durante toda la tarde, parecían tres niños corriéndome por toda la pasarela…

Ambos se miraron y estallaron en carcajadas, hacía mas de una hora que estaban encerrados en la habitación recordando todos aquellos momentos que los unió, que hicieron que fueran inseparables…

En un instante, Adam clavo sus ojos en la mirada de Emily, la cual en ese momento se estaba acariciando tiernamente su abultado vientre pero al sentir la mirada de él sobre ella, la elevo para mirarlo interrogante.

-¿Qué sucede? Te has quedado callado…

-Pensaba-le respondió en un susurro mientras corría la mirada hacía una foto especial que había sobre el escritorio.

Emily se acomodo un mechón de su cabello detrás de su oreja y le pregunto…

-¿En que pensabas?

Adam dejo sobre la vendeja la tasa que tenía entre sus manos y se acerco a la foto que antes había visto, era un collage que Maite les había regalo la ultima navidad que pasaron junto a sus amigos donde había todo tipos de fotos.

-En todo pensaba, en ellos y en nosotros-acaricio tiernamente la foto y volvió a mirar a 
Emily-Como cambiaron las cosas, ¿no lo crees?

Emily solamente asintió sin desear que su voz se quebrara, es que al estar recordando tantos momentos sus hormonas volvieron a revolucionarse.

-Hay días que los extraño, que extraño levantarme y saber que vamos hacer algo todos juntos, ¿a ti no te pasa?

Le pregunto mientras se acercaba hacía ella…

-Si Adam, hay días que deseo que May este a mi lado para que me llene de sus consejos, de sus cariños, hay otros en los que necesito de las bromas de Nick para estar sonriendo todo el tiempo.

Adam la miro un instante intentando descifrar la mirada de ella, la cual estaba oscura, como ausente como si le faltara algo.

-¿Y de mi no hay algunos de aquellos días?

Emily lo miro sorprendida ante tal respuesta y sin dejar que sus nervios comenzaran a llenarla, dijo lo primero que pensó sin darse cuenta.

-Hay miles de días que deseo levantarme y tenerte a mi lado, hay miles de días que deseo besarte, abrazarse y acariciarte. Hay miles de días que sueño con volver a tenerte entre mis brazos y decirte cuanto te amo…

Adam se sentó al lado de ella y tomando el rostro de ella entre sus manos unió sus labios en un beso delicado, simplemente disfrutaron el rose de sus labios, la unión de sus lenguas y saborearon el sabor del otro.

-Adam, ya no puedo mas con este amor que siento por ti. Siento que un día voy a estallar de tanto amor.

-Yo siento lo mismo Emi, siento que con este amor ya no hay mas travas que darle, simplemente hay que dejarlo fluir.

-¿Entonces todavía me amas?-le pregunto temerosa…

-¿Lo dudas?-le respondió-Te amo mas que a nada en el mundo

-Como yo a ti…

Fue lo único que le respondió Emily, Adam sonrió y volvió a unir ambos labios en un beso tan desbordado de ternura donde declararon que con este amor ya no quedaban mas travas y el que el final comenzaba a escribirse.

Fue mi edad y mi inmadurez


-¿Señorita Gonzáles?-al escuchar su apellido elevo su mirada-Adelante por favor.

Ella suspiro dándose fuerzas y dejando sobre una mesita la revista que había tomado para ojear mientras le tocaba su turno, espero hasta que su cerebro ordeno a sus piernas moverse hasta la puerta del consultorio.

-Bueno, primero que nada le quiero asegurar que todo lo que me cuente se quedara entre nosotras y estas cuatros paredes-la muchacha asintió nerviosa-Ahora si, cuénteme señorita-reviso un instante su libreta-Alexa que la trajo aquí.

Sin saber por donde comenzar, se acomodo un momento en el sillón y dirigió su mirada hacia el gran ventanal que tenía la oficina mientras se perdía en sus pensamientos como cada vez que recordaba aquella época.

-¿Señorita Gonzáles esta segura de hacer esto? ¿Quiere que arreglemos para otro día que este segura de poder hablar? No hay pro…

-¡No!-interrumpió Alex, como la llamaban sus amigos-Voy a hablar…

La doctora sonrío y le dio el ánimo para que comenzara.

-Todo sucedió el verano pasado…

Se trataba del verano del dos mil cinco en Los Arroyos, un pequeño pueblo que hay a las afueras de mi ciudad, toda mi vida fui de vacaciones allí,  cuando era pequeña iba junto a mis padres y hermanos, ya de grande comencé a ir con mis amigas, ahí teníamos muchos amigos y de verdad que la pasábamos muy bien.

El pueblo no superaba los doscientos habitantes, todos se conocían y conocían la historia de vida de cada uno, las personas son todas muy agradables y los lugares muy bonitos, una esquina más linda que la otra. Todos los años esperaba ansiosa las vacaciones para poder ir al pueblo y ese año no era la excepción.

Apenas habíamos bajado del taxi y colocado las maletas en el suelo, ya estaban parte de nuestros amigos recibiéndonos.

-¡Alex! ¡Chris!-nos saludamos efusivamente, él es uno de mis mejores amigos y él que me acompaño en todo momento.

Luego de saludar al resto de los chicos y chicas que nos habían venido a saludar, me di cuenta que había una presencia que yo no conocía y que ni él sabía que estaba haciendo presente ahí en ese momento.

 Disimuladamente y entre risas me fui alejando del resto para acercarme hacia él, que sin saberlo en ese momento algo suyo me había atraído y conociéndome no iba a para hasta descubrirlo.

 -Hola, mucho gusto soy Alexa-recuerdo que le dije con una gran sonrisa-¿Y tu quien eres?

-Roger-en ese instante sentí mis piernas temblar al ver la hermosa sonrisa que dejaba a la vista una perfecta dentadura-Muy encantado de conocer Alexa-y me estiro la mano como caballero que era.

-Alex…

Le dije con la misma sonrisa tonta que tenía desde el primer momento y esquivando su mano pose las mías sobre sus hombros para depositarle un pequeño beso cerca de la comisura de sus labios.

En ese instante sentí como mis mejillas se ponían coloradas como si hubiera hecho algo indebido y al escuchar de su boca…

-Que linda que sos…

Descubrí que había caído en las redes que suponía ser el primer amor de verano y no el único, por lo menos durante las primeras noches.

-¿Fue como lo planeaste?-le pregunto la doctora mientras hacia anotaciones en su libreta.

Alexa se acomodo el cabello por costumbre como cada vez que se ponía nerviosa, volvió a acomodarse en el sillón para continuar con la historia.

-No, resulto ser él único amor de aquel verano, habíamos pegado muy buena onda, hablábamos todo el tiempo nunca había silencios entre nosotros, vivíamos haciéndonos bromas, en si nos llevábamos muy bien y llego el día que paso lo que más deseaba…

Era viernes, el día había comenzado con un Sol brillante sin nubes que lo taparan, por ende decidimos pasar el día en un camping que tiene una playa tranquila.

Recuerdo que ese día la pasamos tan bien que decidimos quedarnos a cenar, ya que el camping contaba con parrillas, mesas y todo el equipamiento para pasar un hermoso momento.

Mientras que los chicos preparaban la carne para colocarla en la parrilla, las chicas se ocupaban de preparar las mesas, yo termine de acomodar unos platos y aproveche para acercarme a la orilla de mar.

Cada vez que viajaba a Los Arroyos tenía la costumbre de caminar por la orilla del mar, me transmitía tanta paz sentir el contacto del agua salada rozando mis pies, el vientito que cada noche aparecía y era como si me abrazara, como si supiera lo que estaba pensando. La playa era mi mejor confidente.

Luego de caminar por la colinita que nos separaba del mar, fui dejando que mis pies se hundieran en la arena y que el vientito hiciera su efecto en mí.

 -Que hermoso es ver como la Luna se refleja sobre el mar ¿no?

Llevaba un rato largo perdida en mis pensamientos cuando escuche a Rogar detrás de mí y me sorprendí al descubrir que no me sentía incomoda con él a mi lado sino todo lo contrarió, me sentía cómoda, protegida.

-Si, es uno de los paisajes mas hermoso que he visto en mi vida-le respondí mientras me sentaba a su lado.

Como ya había contado, nunca faltaba tema de charla entre nosotros, de pronto preguntas como ¿Cuántos hermanos tienes? ¿A que se dedica tu familia? ¿Cuál es tu banda favorita? ¿Qué color te gusta? Aparecieron y descubrí que me encantaba escucharlo hablar y más me encantaba observarlo.

 Aquella noche descubrí que me gustaba como mis manos encajaban perfectamente con las suyas, como su cabello morocho se movía al compás del viento, adoraba los huequitos que se le formaban en sus mejillas cada vez que sonreía, y una de las cosas que más me gustaba era su risa que para mi era como la melodía perfecta.

Y estando perdida en mis pensamientos no me di cuenta que Roger me estaba observando esperando una respuesta a la pregunta que me había hecho.

-¡Hey Alex!-exclamo tirandome un poquito de arena encima.

-¡Oye no!-grite entre risas-¿Qué me habías preguntado?

Roger se limpio rápidamente las manos y mirándome a los ojos me hizo la pregunta que desencadenaría en lo que mas deseaba en ese momento.

-¿Tienes novio?

Si, se que es una pregunta simple pero la respuesta significa TODO, ósea da el pie a toda situación que pueda suceder.

 Nuevamente como ya me ha sucedido, mis mejillas se tiñeron de colorado y mis ojos no podían sostenerle la mirada, así que opte por mirar hacia el horizonte y en un pequeño susurro que de suerte logro escuchar, le respondí con un NO para luego dejar escapar una risita tonta y salir corriendo hacia el mar.

Roger no pudo evitar sonreír  y salir corriendo detrás de mí para tomarme de la cintura y así entre risas girar por cada rincón que pudiéramos y terminar centímetros adentro del mar.

La escena era por demás de romántica, la Luna nos iluminaba con todo su esplendor, el mar nos rozaba con toda sensualidad y nuestros ojos no se despegaban del uno.

Lentamente Roger poso una mano sobre mi cintura para apretarme fuertemente junto a su pecho mientras que con su otra mano tomaba mi rostro como si fuera de cristal, a la vez que mis manos rodeaban su cuello y lo atraía más hacia mí.

Como si estuviera sucediendo todo en cámara lenta nuestros labios se unieron delicadamente, saboreando cada rincón, disfrutando el momento y dejándonos llevar.
-Y ahí es cuando las cosas cambian de color.

Alexa en ese momento se encontraba parada frente al gran ventanal mirando al horizonte dejando que los recuerdos volvieran a su mente como si hubieran sucedido ayer, las lágrimas no tardaron en aparecer y ella no hizo nada para evitarlas.

-Señorita Alexa ¿esta en condiciones para continuar con la historia?-le pregunto la doctora mirándola a trabes de sus anteojos perfectamente elegantes.

Alex respiro profundamente para intentar recomponer su estado emocional, se secó las lágrimas y luego de tomar una bocanada de aire volvió a retomar la historia.

Luego de que nos diéramos nuestro primer beso, la relación entre nosotros pasó a un nivel mayor, nos dedicábamos a salir a cenar solos, nos encantaba mirar películas mientras nos hacíamos apapachos. Teníamos una relación perfecta de novios.

El diez de febrero cumplíamos un mes con mis amigas estando en Los Arroyos, y todavía nos quedaba un mes por delante de vacaciones. Ese día decidimos hacer una cena con todos nuestros amigos para festejar.

Como era costumbre los chicos se encargaba de cocinar y nosotras de acomodar todo, la noche fue perfecta, bailamos, charlamos, tomamos, jugamos y hasta vimos alguna que otra  película.

La noche estaba llegando a su fin cuando Roger y yo nos encontrábamos en mi habitación como de costumbre intercambiando algunos besos.

La cosa estaba de a poco subiendo de tono y yo no sabía que hacer, de pronto por dentro descubro nuevas sensaciones, nuevos sentimientos que nunca había sentido por ningún chico y la verdad no sabía como actuar ante eso, así que había decidido dejarme llevar.

-¿Estas segura?-me pregunto una vez que nos separamos para tomar aire, yo no fui capas de decir una palabra así que solamente asentí.

Y ahí comenzó mi verdadero festejo, ese momento fue el más especial de mi vida, fue tan delicado a la hora de quitarme la ropa y en el momento de acariciar mi cuerpo no tengo palabras para describirlo. Simplemente aquella noche la llamo en una sola palabra: MAGICA.

La doctora hizo un geto para que Alexa parara con su relató, la muchacha inspiro un poco de aire para tranquilizarse pero mucho no pudo hacer ya que venía lo peor por recordar.

-Tome un poco de agua-le ofreció la doctora, espero a que Alex tomara un poco-Bien, continuemos.

Y en un abrir y cerrar de ojos, el diez de marzo había llegado y con él mi mismísima desgracia.

Me encontraba en mi habitación llorando sin consuelo en los brazos de mi mejor amiga Giovanna, mientras que Chris se encontraba intentando comunicar con Roger.

No hacia mucho tiempo que me había hecho una prueba de embarazo y me había dado positiva, había pasado por todos los estados: miedo, histeria, enojo, angustia y hasta por ahí apareció el sentimiento de felicidad.

Una o dos horitas después del mediodía, Roger se digno a aparecer por la casa, la discusión que tuvimos no tiene sentido contarla lo que si puedo dejar en claro es que me dijo de todo menos “felicitaciones mamá”.

Luego de tanto discutir se fue pero a la tarde volvió, y yo tonta como soy creí que volvía para arreglar las cosas pero claro que no.

-Tomate estas pastillas-me dijo luego de tirarmelas sobre la cama.

-¿Qué son?-le pregunto mientras intentaba calmarme.

Roger simplemente no me dio explicaciones sino que me obligo a tomármelas y la verdad que yo no estaba en condiciones de poner objeción alguna.

A los días era tiempo de volver, una vez que me encontraba en el coche de regreso volví a caer en un llanto profundo al recordar cada momento vivido en esas vacaciones y el resultado obtenido era la pequeña criatura que había en mi vientre.

Dos días después de haber vuelto, estaba segura de contarles la situación a mis padres pero algo se me adelanto, una pesadilla en vida propia.

Ese día había amanecido por los gritos que daba mi madre al ver mi cama totalmente manchada de sangre y lo que viví después es mejor no explicarlo ni recordarlo.

-¿Y tu entiendes o sabes por que sufriste todo esto?-le pregunto la doctora a una Alexa totalmente desarmada.

-Si…-dijo débilmente ella mientras se acariciaba el vientre que alguna vez llevo a su hijo-Fue por mi edad y mi inmadurez.