Era 2008 cuando un día como cualquiera ella se
encontraba en su casa preparándose para ir al colegio para dar un examen
que decidía su paso de curso, tanto eran los nervios que sentía que
cosa que comía los devolvía sin saber que eso se le convertiría en un
vicio constante.
Los días pasaban y ella cada vez que comía
sentía el impulso de quitarse todo alimento ingerido, los primeros días
evadía ese impulso hasta que una tarde se encontraba sola en su casa y
acababa de comerse unas papas fritas y de nuevo ese impulso de quitarse
lo comido de adentro surgió, no sabe como ni porque pero esta vez le
hizo caso.
Camino con pasos indecisos hasta el baño que hay en su
cocina, con dedos temblorosos prendió la luz y cerró la puerta con un
pequeño golpe de pie, ahí en medio del baño las dudas la asaltaron ¿era
bueno hacer lo que sentía ganas de hacer? ¿Debía pensar antes de
hacerlo? ¿Debía comentarle a alguien de esos impulsos? De pronto escucho
dentro de su cabeza como un “no” rotundo rebotaba.
Ella no quería hacerlo, sabía que no era nada bueno pero en su cabeza algo decía todo lo contrarío “tienes
que hacer siempre lo que deseas” “no pienses, solo hazlo” “no le digas a
nadie, todos te dirán que esta mal pero te van a mentir porque no
quieren que te sumes a la diversión” y consumida por esas
voces, se arrodillo frente al retrete y lloro al ver todo lo comido
frente suyo pero a la segunda vez que lo hizo no lloro, sino que sonrío
al sentir que ese impulso se había ido, se sentía libre, tranquila y
feliz.
Desde ese momento, las “voces” se hicieron muy amigas de ellas y por lo menos cinco veces en el día se le hacían presente recordándole “te pasaste de comidas, hazlo, hazlo, esta bien que vomites tienes que limpiar tu cuerpo”.
Era
marzo, comenzaba tercer año y ella no sabía si estaba bien o no, solo
sabía que tenía a alguien con quien hablar cuando no le interesaban las
materias, aquellas “voces” tenían la tarea de recordarle que tenía que limpiar su cuerpo.
Llevaban dos meses de clase y ella se había echo amiga intima de las “voces”, siempre a media hora de empezar la primera clase ellas le decían “es la hora de limpiarte”,
como si fuese un robot ella se levantaba de su asiento y se acercaba a
la profesora de turno para pedir autorización para ir hacia el baño,
cuando llegaba se encargaba de verificar que no haya nadie y se
encerraba en la puerta azul del medio, ahí se pasaba mínimo veinte
minutos arrodillada frente al retrete de color blanco.
Era mayo cuando la bomba “nuclear” exploto
en su casa, una vez mas su madre se enteraba de los engaños hechos por
su marido (por su padre), desde aquella noche donde una mujer se le
enfrento a su madre en plena calle las cosas en la vida de ella
cambiaron.
Era mayo cuando los días comenzaron a ser puramente de
color negro en su casa, había día en los que llegaba y se encontraba su
madre llorando, otros donde su madre y su padre peleaban a los gritos, a
veces eran sus hermanos los que peleaban con su padre, otras las peleas
eran entre sus hermanos y ella, hasta que todo comenzó a ponerse mas
oscuro de lo que creía.
Un día como cualquiera, a la salida del
colegio ella en vez de irse directamente a su casa había preferido irse
en busca del chico del cual estaba “enamorada”, a la hora del
atardecer decidió volver a su casa pero nunca se imagino que aquella
travesura de adolescente enamorada traería tantas consecuencias.
“¡¿Dónde
estabas?! ¡¿Quién te crees que sos?! ¡Solamente tenes quince años
pendeja de mierda! ¡No te mandas sola para venir a la hora que se te
ocurra!” esos gritos habían sido dado por su madre cuando la
vio entrar por la puerta de casa, ella solamente agacho la cabeza y se
encamino a su habitación, prefirió ignorarla, prefirió no discutir pero
eso para su madre era peor, esa mujer necesitaba que le hagan frente no
que la esquivaran.
Ella se encontraba sentada en su cama quitándose las zapatillas cuando escucho un insulto proveniente de su madre “¡Tu hija es una chupa pija!”,
sentada en su cama abrazada a una de sus piernas cerró los ojos para
que las lagrimas no se le escaparan pero al escuchar un grito de dolor y
“¡A mi hija no la insultas!” hicieron que su cuerpo temblara por completo.
Olvidándose
de lo que su madre le había gritado corrió hacia la cocina y se
paralizo al ver a su madre tirada a un lado de la mesa con una de sus
manos cubriendo su mejilla y su padre rojo de la rabia con una tijera en
una de sus manos, ella no dudo y salio en defensa de su madre, “pero yo te defendí” escupió su padre sin comprender pero ella alegó que eso no justificaba que le pegara a una mujer y mucho menos a su madre.
Seguía
siendo mayo cuando una tarde ella se encontraba en la habitación de sus
hermanos escuchando música, bailando al compás de la melodía.
Seguía
siendo mayo cuando ella se recostó en una de las camas y sus oídos
recibían distintas letras de canciones pero siempre había una que se
repetía una y otra vez en el equipo de música, “ha vuelto la bulimia y duele tanta confusión”,
ella cerró los ojos dejando libre a las lágrimas que la quemaban,
lloraba como cada noche que escuchaba esa pequeña estrofa, hacía días
que había vuelto a escuchar las “voces” que le repetían “no nos abandones mas, nosotras te cuidamos, te queremos ver bien no te olvides nunca” y como ella se sentía en deuda con aquellas “voces” había decidido volver a aquel habito.
Eran
finales de mayo cuando ella estaba descargando energías en la
habitación al ritmo de una de sus bandas favoritas en el momento que
unos gritos sobresalieron “¡Eres una basura! ¡Te odio! ¡Me destrozaste la vida!”,
los gritos de su madre le llamaron la atención por lo tanto salio a
averiguar que sucedía y al ver a su padre al otro lado de la mesa
comprendió lo que pasaba.
Ella tomo lugar en una de las sillas de
la mesa y presencio una de las tantas peleas que venían aguantando
desde hace tiempo, pero no se esperaba que su madre enfrentara al hombre
que fue su marido durante veinticuatro años para pegarle una cachetada
menos que ese hombre elevara la mano, otra vez sin pensárselo dos veces
ella se paro poniéndose entre medio de los dos pero el hombre que solía
llevar el nombre de padre grito “¡Córrete o les pego a las dos!”, ella no se corrió de en medio y con unos cuantos insultos y verdades sorprendió a sus progenitores “¡Pégame
a mi y a mi mamá y te pudrís en la cárcel! ¡Tómatela de acá de una vez
porque sino llamo a mis hermanos para que te caguen a trompadas! ¡Ándate
de nuestras vidas! ¡Desaparece!”
Esa noche no pudo
dormir al recordar cada paso, cada grito, cada insulto dado horas atrás,
sentía que tenía desahogarse pero no sabía como hasta que una sola idea
se le cruzo por la cabeza, con pasos apresurados se encerró en el baño
que hay frente a las habitaciones, nerviosa como cada vez que hacia eso
prefirió abrir la canilla y dejar el agua correr para que sus hermanos
(aun despiertos) no sospecharan nada, primero una vez y solamente
suspiro pero se vio tentada una segunda vez y una tos fuerte la ahogo
pero necesitaba hacerlo una vez mas, necesitaba terminar de quitarse
aquel dolor que sentía adentro para cuando finalizo con la tercera vez
noto sus dedos rojos y comprendió que había suficiente.
“¿Qué hacías ahí adentro?” le había preguntado uno de sus hermanos cuando la vio salir con sus mejillas coloradas y una tos molesta, “nada solo me estaba limpiando el rostro por el llanto que me causo recordar todo lo que pase esta tarde”
Era
mayo cuando ella supo aprovechar la crisis que se vivía en su casa, se
había convertido en una mentirosa profesional al decir que sus
constantes toses eran debido al llanto que le provocaba vivir día a día
las peleas, los golpes y los gritos. Ella supo como utilizar todo a su
favor.
Los meses pasaban y ella había sabido maniobrar toda
situación, en su casa aprovechaba el mediodía antes de ir al colegio y
la noche cuando todos se retiraban a dormir, en el colegio salía de
clase dos o tres veces por materia y no regresaba hasta que la tos
desaparecía, a veces sucedía que se pasaba las horas desde que había
comido pero a ella eso no le importaba, solo le importaba quitarse los
dolores que sentía por dentro.
El 2009 acababa de comenzar y ella estaba mas oscura, las “voces”
se habían apoderado completamente de ella, se habían encargado de
hacerla obsesiva a la hora de la comída, ella era de las chicas que se
llenaba de nada pero de pronto comenzó a querer comer mas y mas hasta
que su garganta le exigiera que terminara, ahí era cuando se encerraba
en el baño mas cercano a ella y comenzaba la travesía.
Ya no solo era una pequeña tos la que aparecía luego de hacer “el acto”,
sino que había comenzado a aparecer un ardor en la garganta y pronto se
le hacia presente un dolor en el pecho como si se le estuviera
partiendo en dos pero eso a ella no la detenía, ella quería sentirse
bien y si “el acto” la hacia sentirse perfecto lo haría las veces necesarias.
Estaban en plena vacaciones cuando su vida solamente giraba alrededor de la comida, “del acto” y de las “voces”, aquel verano fue el peor verano de su vida porque “las voces y el acto” se
habían apoderado de ella, se encargaron de convencerla que nadie la
quería, que todos la utilizaban, que un mínimo insulto o un mínimo
comentario la destrozaran por completo.
Sus tardes de calor en
vez de pasarla en el club junto a sus amigas, ella se lo pasaba en su
casa mirando televisión o investigando sobre “el acto” en Internet.
Sus
noches de calor en vez de salir a bailar con sus amigas, ella se las
pasaba en posición fetal en su cama llorando porque le habían dicho “boluda” “estas gorda” “no entendes nada” cuando era ella la que respondía “boluda sos vos” “que me importa si estoy gorda, soy feliz comiendo”.
Había
llegado febrero y con el la hora de presentarse a rendir en el colegio,
un típico día de verano que superaba los treinta y nueve grados, ella
había optado por no comer ni beber nada y así como estaba presentarse en
el colegio.
El día estaba siendo de lo mas normal, ella junto a
una amiga habían caminado mas de quince cuadras bajo el resplandeciente
sol hasta la casa de otra compañera que se encontraba enferma, de pronto
vieron que empezaron a caer gotas de lluvia por lo que decidió volverse
a la casa de su abuela donde se encontraba viviendo con su padre,
llevaba rato hablando con su abuela cuando de pronto comenzó a ver como
todo no se quedaba en su lugar.
“Sentate en la silla”
le dijo su abuela cuando ella advirtió que no estaba bien, como pudo
tomo asiento y de pronto no sintió, no escucho ni vio nada mas, diez
minutos después podía escuchar “hija abre los ojos” “¿pero como le paso esto?” “llamen a un médico”
pero todo seguía negro, todo sucedía como en un sueño hasta que poco a
poco fue recobrando los sentidos y al abrir sus ojos se encontró
recostada en el suelo, con su padre sosteniéndola de la cabeza, sus
primas haciéndole aire y su madrina y abuela con cara de susto. “Tuvo una baja de presión, nada mas” fue lo que le diagnostico el médico a su madre luego de una hora, donde vos ya estabas bien siendo la misma de siempre.
Estaba
por finalizar febrero y había llegado la hora de realizarse los
estudios para inscribirse en el colegio, por eso junto a su madre se
presentaron en el hospital donde un médico la reviso y le advirtió a su
madre que ella estaba sufriendo de hipoglucemia, lo que significaba que
no se estaba alimentando bien y faltaban vitaminas en el cuerpo, su
madre como siempre no presto mucha atención (tenía otros asuntos mas
importantes que atender), ella hizo como que cumpliría con las comidas
pero sabía en el fondo que seguiría haciendo lo mismo.
Tuvieron
que seguir transcurriendo los meses donde ella seguía atragantándose con
la comida para luego quitársela del cuerpo, donde seguía siendo frágil
con su estado de ánimo para darse cuenta que lo que estaba viviendo no
era nada normal.
De pronto otro día como cualquiera, encerrada en
el baño del colegio frente al tazón de color blanco vio como una mancha
de color rojo salía disparada de su boca y esa fue la alarma para ella.
Preguntas como “¿Qué estoy haciendo?” “¿Por qué hago esto?” “¿Qué estoy ganando?” “¿Qué estoy perdiendo?”, a pesar de que las preguntas la inundaron debilitando su voluntad ante “el acto”,
decidió continuar pero ella no sabía que pronto viviría otra alarma,
eso sucedió al tiempo que aprendió a controlar la tos, el dolor en el
pecho, el ardor en la garganta y la sangre, si todo se le había juntado y
cada vez se le hacia mas difícil simular que le sucedía, finalmente era
un secreto a voces pero ella no aceptaba ayuda de nadie solo respondía “ya se que me hago daño” “quédate tranquila que no lo vuelvo hacer”.
El
timbre indicaba que la clase de historia finalizaba y estaba por
comenzar la de biología, por lo que ella aprovecho los cinco minutos en
los que faltaba la profesora para ir al baño y hacer lo de siempre pero
esta vez la cosa se puso fea porque no pudo controlar la tos ni el dolor
de pecho.
Volvió a su salón aun ahogada sin poder hablar, cuando
tomo lugar en su banco creyó que se le pasaría pero no, sus compañeros
solamente le decían “no tosas mas” “cállate de una vez”
pero ella los miraba a todos sin escucharlos, sus oídos se habían
tapado, su pecho ardía y dolía mas de lo que solía sentir y la tos
aumentaba constantemente, estaba realmente asustada hasta que una de sus
compañeras hizo lo que nadie, la tomo del brazo y la llevo al baño
intentando tranquilizarla, transmitiéndole paz y serenidad.
Aquella
noche mirando la luna revivió cada momento, las lágrimas se le
escaparon de sus ojos al recordar como semanas atrás un ataque de
nervios la invadió provocándole cosas que nunca pensó que viviría,
estaba sola en su casa con la música a un volumen todo elevado y acababa
de hacer “el acto” cuando sentimientos sin sentido, que eran
puramente imaginación de ella la bloquearon provocándole un llanto
desgarrador donde comenzó a pegarse a si misma, alterada como estaba
estuvo a punto de lastimarse pero la presencia de su hermano había
interrumpido cualquier situación.
Se abrazo a sus piernas
mientras cerraba sus ojos disfrutando del leve viento que se generaba a
la noche a la vez que otro recuerdo la invadía, era otro día mas en el
colegio y ella tenía ganas de jugar al límite sin importarle lo que sus
amigas pudieran decir, así que se sentó sobre el regazo de una de las
chicas y tomando una trincheta les dije “observen bien lo que hago” segundos
después la trincheta de color amarilla cruzaba cuatro de los cinco
dedos de su mano dejando entre ver una fina línea de sangre que provoco
el enojo de sus amigas y la risa histérica de ella.
La ciudad
amaneció con tormenta y los nervios en ella estaban prendidos, la noche
anterior luego de recordar momentos tan fuertes por fin se había
decidido en pedir ayuda a sus padres, por lo que en una carta le había
escrito todo a su madre, durante la tarde en el colegio solamente
recibió un mensaje de su progenitora “nos encontramos en un bar para hablar”.
A
las seis y cuarto de la tarde caminaba bajo la lluvia hacia el bar
donde se encontraría con su madre, el encuentro siempre lo describió “como una escena de novela”, las dos sentadas en una mesa con un café, una chocolatada y un alfajor “no quiero comer” le había dicho ella pero su madre le retruco “come por favor, ya llevas meses haciendo lo que queres”.
Con
la lluvia de fondo, comenzaron una charla donde las lágrimas no
faltaron, las discusiones menos a la hora de que su padre se sumo pero
todo terminaba en “¿Por qué nunca pediste ayuda?” “¿Por qué nunca nos dijiste que estabas mal?” y ella respondía “Ustedes tienen problemas mas serios, lo mió es algo que puedo controlar”
Meses
después sus padres la obligaron a ir a sesiones con un psicólogo aunque
ella seguía haciendo lo mismo a escondidas, con el tiempo ella creció
comprendió muchas cosas.
Hoy en la actualidad, si bien ya no hago las mismas cosas de vez en cuando vuelvo a caer “en el acto” o
en las crisis donde en verdad me asusta las reacciones que tengo. Hoy
puedo decir que todo no gira en torno a la comida, que un simple insulto
no me hace daño y que lo mas importante es pedir ayuda, porque si no lo
hubiera echo, no se que se le hubiera sumado a todo lo que viví. Capas y
hoy no estaba aquí por eso doy gracias, gracias por sacarla tan ligera.
Gracias por poder contar hoy lo que fue mi historia.
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