sábado, 3 de septiembre de 2011

Fuiste mia un verano

Capitulo cinco.


Luego de colgar el teléfono suspire una vez más intentando apartarlo de mi mente por lo menos hasta después de la cena con Benjamin.

Benjamin era un amigo de toda la vida, habíamos cursado la secundaria juntos y ahora de vez en cuando nos cruzábamos en algún curso de la facultad, siempre salimos juntos a fiestas y así porque compartimos el mismo grupo de amigos.

Me pare de la cama para pararme frente al espejo de cuerpo completo que colgaba en la puerta de mi placard, una vez mas suspire al recordar a Benjamin y es que la verdad en el fondo sabía que acepte esa invitación ya que llevaba mas de un año haciéndome invitaciones para las cuales siempre tenía una escusa pero me dio tanta lastima esta vez que decidí darle una oportunidad, no es que Benja fuera feo al contrario es un rubio bonito que a cualquier chica le puede gusta, el problema es que justamente a mi solamente me gustan los morochos de ojos verdes y con lunares, específicamente tres lunares. Y de ese gusto ya hace como desde los catorce años mas o menos, pero bueno esta noche el protagonista era Benjamin y se merecía que este como una reina.

Me acerque al equipo de música donde coloque una de mis cantantes favoritas, Carrie Underwood y cambie las pistas hasta llegar a Quitter, una canción movidita mientras comienza la tortura de elegir que ponerme.

No soy de esas chicas que viven arregladas, al contrario soy muy sencilla pero cuando se trata de salir saco mi lado fashonista al cien por ciento.

Mientras tarareaba la letra de la canción me acerque al cajón de mi ropa interior y tome un conjunto de color rojo, color favorito, con detalles en grises. Una vez que me lo coloque me quite la bata quedando solo cubierta por el corpiño y la finita tela que cubría mis partes intimas, segundos después vi como mi pelo caía en cascada acariciando toda mi espalda.

Mis pies comenzaron a moverse al ritmo de la canción, con una sonrisa me senté frente a mi tocador que era de estilo antiguo como toda la decoración de mi habitación, primero comencé con esparcir la base por todo mi rostro, luego por seleccionar los tonos de sombra que irían a mis parpados, luego siguió delinear mis ojos para darles un toque de misterio, segundos después pasaba una y otra vez por mis pestañas hasta dejarlas largas como a mí me gustan, un toque de colorete en mis mejillas y un poquito de brillo en los labios y mi cara estaba perfecta.

Luego tome la pintura de uñas color negro que decoraron mis uñas y mientras esperaba que se secaran abrí mi placard para inspeccionar que vestido, pollera, pantalón, shor, remera, top, camisa o lo que sea me iría a vestir.

-Mm, ese vestido ya es viejo-dije soltando de golpe un vestido blanco estilo globo-Este no me gusta como me queda-era uno de color rojo estilo strapless que caía en picos…-¡No me gusta nada!-termine gritando cuando me deje caer en la cama.

Cerré los ojos calmándome porque me conozco y se que al no saber que ponerme entraría en crisis mundial, espere unos segundos y volví a pararme frente al placard e inspeccionar lo que me pondría. Estaba segura que tenía que ser entre sexy, formal, inocente e informal a la vez. ¿Lograría encontrar el atuendo perfecto?
-.♥.-


No tenía idea que extrañaba tanto las charlas con Nicolás ni sabía en realidad que extrañaba la tranquilidad del pueblo, el caminar por las calles y respirar ese aire especial que tiene un lugar tan pequeño como era “Arroyo Seco”.

Ya llevábamos unas cuatro cuadras caminando con el rubio donde me contó casi todos los chismes que pasaron en estos últimos días. Léase: estaba a tanto de todo durante estos tres años gracias a él y al cacheton de Agustín que vía celulares e Internet nos mantuvimos comunicados.

Largue una carcajada al escuchar que el sensiblon de Pablo se había parado sobre uno de los tantos Stans que se formaban en la plaza general del pueblo como cada vez que se realiza alguna feria para gritarle a Rocío que la amaba y que lo perdonara por haberla engañado pero la respuesta de la rubia no fue una positiva sino que primero lo llamo con un dedo generando la expectativas de todos, en especial la de mi amigo y cuando lo tuvo cerca no se le creo la mejor idea que tirarle un vaso de gaseosa sobre la cabeza y gritarle sus cuantas verdades.

-Pero la verdad Pablo se pasa de nabo-acote mientras girábamos en una esquina-Como la va a engañar a la rubia…

-No se amigo, la verdad no lo se…-el rubio se rasco un poco su melena…-Pero bueno, espero que pronto Rochi lo perdone porque si no este chico se nos hace pirata para toda la vida.

Yo solamente me encogí de hombros y espere que Nicolás pasara por la puerta para luego ingresar yo, si habíamos llegado a la cantidad “El paso”, si este lugar no tiene historia pensé para mis adentros.

“El paso” además de ser la cantina del pueblo era eso el paso de todos, era nuestro escondite cuando nos escapábamos del colegio, era nuestro punto de encuentro antes de ir a bailar, era nuestro primer lugar cuando queríamos salir a tomar algo con alguna chica, era el lugar indicado para tomar cervezas y jugar al mete gol u al pool con amigos, era el lugar para juntarse a ver partidos del deporte que sea. Era el lugar de encuentro para todos.

Para no romper con la rutina del día, mis ojos volvían a inspeccionar el lugar buscando alguna diferencia como lo llevo haciendo desde que llegue.

-Sigue todo igual.-dije al colocarme al lado de mi amigo.- ¿Nuestra mesa sigue estando?-pregunte mirándolo.

-¡Obviamente pelado!-exclamo con energía y me empujo hacía la mesa que desde que tengo razón fue ocupada por nosotros.

El lugar era muy sencillo pero bonito como lo describían las chicas, las paredes a la mitad para abajo estaban cubiertas por madera y de la mitad para arriba estaban pintadas de blanco, estaban llena de cuadros: algunos eran de cantantes antiguos de rock, jazz, pop, tango ósea del género que sea. En el centro seguía estando el viejo reloj redondo, también seguían los mismos tres ventiladores de los cuales nosotros nos quejábamos porque no daban aire suficiente para calmar los calores sofocantes y si no cambiaron los ventiladores menos iban a cambiar las lámparas que colgaban del techo.

Las mesas de madera oscura todavía seguían en los mismos lugares y en los mismos estados, mis manos recorrieron la mesa redonda que ocupábamos, estaba llena de inscripciones. Sonreí al leer “Somos los piratas y nadie nos va a cambiar. Atte. Peter, Agus, Nico, Gas y Pablo” y de esa frase le salía una flecha que llevaba a otra frase “¡Que hambre! Son más blandos que un flan recién preparado. Atte. Lali, Cande, Euge, Dani y Rochi”.

-Que épocas ¿no?-escuche que Nicolás me preguntaba al notar que reía por esas frases.

-¡Mal! Éramos tan pendejos…

Y mi mirada siguió recorriendo el lugar, la barra americana con sus taburetes que en ese momento estaban ocupados por camioneros que paraban a descansar unos momentos seguía igual que siempre.

-No puedo creer que nada haya cambiado.

-Y nada va a cambiar querido Juancito…-desvié mi mirada hacia atrás mió para encontrarme con Jorge, el dueño de la cantina.

-¡Jorgito!-exclame parándome para darle un abrazo, era (es) como un abuelo para todos, siempre nos cubrió de todas-¿Cómo estas?

-Yo todo bien pendejo…-y me palmeo la espalda-El que la esta pasando de diez en la gran ciudad y viviendo en un barrio privado sos vos-termino diciendo mientras con la cabeza me señalaba-Va, eso dicen las malas lenguas.

Volví a sentarme en silla pero esta vez apoye mi espalda contra la pared para poder mirar a Jorge y a Nicolás sin darle la espalda a ninguno.

-La verdad para que mentir, si estoy de diez en el barrio y en la ciudad pero no hay nada mejor que esta con tus raíces.-y vi como Nico sonreía al escuchar eso y Jorge hacía una presión reconfortante sobre mi hombro.

-¿Dos cervezas con maní?-era el pedido que hacíamos desde que tenemos diecisiete años-Invita la casa.

Con Nico nos miramos sonrientes-Dos cervezas con maní.

-¡Que sean tres!-escuchamos que gritaban y seis ojos miraron hacia la puerta para encontrarse con un rubio de ojos marrones con dos cachetes bastantes inflados (pero menos que la ultima vez que lo vi).

-¡Cacheton! ¡Pelado!-exclamamos a la vez y nos abrazábamos fuertemente-¡Agustín! ¡Peter!-volvimos hablar a la par para volver a abrazarnos.

Unos quejidos que provenían de una garganta llamo nuestra atención y obligo que nos separáramos pero que siguiéramos abrazados por el cuello, nos encontramos con otro rubio pero este con rulos y una melena que le llegaba un poquito debajo de sus orejas, cruzado de brazos.

-¡Hay se pone celosa!-decía Agustín mientras tiraba del brazo de Nico para que nos abrasemos y ahora sí los tres mosqueteros inseparables estábamos juntos de nuevo.

-¡Vamo, vamo lo pibe! ¡Vamo, vamo lo pibe!-cantábamos sin parar de reírnos, vuelvo a decir: No hay nada como estar en tus raíces.
-.♥.-


Una remera básica de tiritas color blanca, un mini short despeluchado de jeans color blanco, un chaleco negro con tiras que me llega hasta un poquito arriba del pupo, un cinturón doble decorado con alguna que otra tacha, dos collares rústicos y simples con unas botas vaqueras grises y el pelo suelto con un toque de ondulación fue el aspecto que logre obtener ¡y en tiempo record!

Frente al espejo me inspeccionaba una y otra vez hasta que sonreí satisfecha, me fije la hora y note que ya casi eran las ocho de la noche, suspire porque Benjamin estaba a punto de llegar y solo me faltaba preparar la cartera, tome una cartera negra de cuero que había puesto arriba de la silla giratoria que tenía para estar frente de la computadora y empecé a llenarla de cosas que una mujer siempre lleva.

-¡Pase!-grite desde el baño al sentir unos golpes en la puerta, asome la cabeza rápidamente y note a mi hermana Ana Laura parada en medio de mi desorden-¿Qué pasa Anny?

-Nada, vine a ver si no tenías algún zapato que prestarme-a pesar de que yo fuera la más petiza de la casa con el cuerpo mas pequeño para comparación con mis hermanas, dios nos bendijo con el mismo talle de zapatos.

Salí con una sonrisa del baño y mi hermana me chiflo al verme tan arreglada provocando que solamente ría, me acerque al sector del placard donde coloco todos mis zapatos y le alcance todos los que combinaban con la ropa que llevaba puesta.

-Estas hecha una diosa Marian…-me halagó luego de tomar los zapatos de plataforma hecha de madera que le alcance-Lastima que esto te va a traer una pelea con mis papas.

Estaba una vez más frente al espejo pero esta vez colocándome unos aritos de metal estilo hippie cuando le dedique una mirada sin importancia.

-La verdad hermana que en estos momentos no me importa…-gire para verla a la cara directamente-A toda la familia Lanzani la adoro con el corazón-y presione con una de mis manos donde se encuentra el corazón-Pero hace tiempo que Benja me viene rogando de salir y me dio lastima, aparte Ana tengo veintiuno años, cumplo con todas sus ordenes. ¡Una!-y eleve uno de mis dedos-¡Una me pueden dejar pasar!

Ana Laura me estaba por contestar cuando escuchamos el sonido del timbre, tome rápidamente el bolso-Debe ser él-le dije luego de darle un beso en la mejilla y salir corriendo de mi habitación, muchas dicen que las mujeres deben hacerse de esperar cuando tienen una cita pero yo no, yo odio esperar y hacer esperar.

-¡Abro yo!-grite una vez que termine de bajar el ultimo escalón, estaba concentrada terminando de meter algo dentro del bolso que salude sin mirar quien era la persona que estaba del otro lado de la puerta…-¡Hola Ben…

-No soy Ben…-escuche que pronunciaba una voz que hacía tiempo que no escuchaba, eleve mi mirada y una total sorpresa me lleve.

-¡Peter!

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