sábado, 3 de septiembre de 2011

Fuiste mia un verano

Capitulo diecinueve.


-Hola, ¿Qué pasa? No, no estoy en Arroyo-estaba parado frente a un gran ventanal-¿Es muy urgente? OK en una hora estoy por ahí.-cerré la tapa del celular con todas mis fuerzas y lo estrelle contra la mesa.

El día no había comenzado bien, por empezar el despertador no me había sonado lo que significaba que me había quedado dormido, cuando tome las llaves del auto y le robaba una medialuna a mi madre del desayuno salí hacia fuera para encontrarme con el cielo teñido de gris y algún que otro trueno advirtiendo que se venía la lluvia.

Cuando salgo a la autopista me encuentro que era recambio turístico por lo que maldecid por no haber tomado la ruta como camino, una hora más perdida en aquel día y llegaba más tarde de lo esperado.

Estaba sumergido en mi mal humor al recordar cada cosa mala sucedida que no note cuando Camila apareció en el living con su cara pálida, unas ojeras que delataban sus pocas horas de sueño y una vestimenta demasiado holgada.

-Peter…-eleve la mirada y ahí estaba el motivo de que mi humor fuera todo una porquería…

-¿Qué paso?-le pregunte secó sin moverme de mi lugar.

-Hay que esperar unos minutos.

Ella se sentó en una de las sillas que estaban alrededor de la mesa y rompió en un llanto desgarrador, sus manos temblaban ante cada sollozo que se le escapaba al igual que sus labios que formaban constantes pucheros, su pelo que era toda una maraña de enredo caían sobre su rostro cubriéndoselo.

Y en ese instante me di cuenta que estaba siendo muy egoísta porque pensaba solamente en mi y las consecuencias que me podría traer todo esto olvidándome por completo de ella, de Camila quien lloraba el dolor de toda posibilidad que no estaba en sus planes, era joven, feliz y con una carrera por delante y todo podía irse a la barranca en unos minutos.

-Tranquila, todo va a estar bien…-le susurre cuando me arrodille a su lado-Te prometo que todo va a estar bien…-estire mis brazos para que se escondiera dentro de ellos y poder acunarla tranquilo.

Mis ojos verdes se cristalizaron e intentaban constantemente no derramar lágrimas pero el dolor de que todo se nos fuera a la barranquina y nos viéramos obligados a cambiar nuestras vidas me producían puñales tras puñales en mi corazón, pero había algo sobre todo que me dolía y me rondaba en la cabeza que me lastimaba sobre manera.

-¿Y si nada va a estar bien? ¿Si todo sale al revés?-me dijo Camila con su rostro escondido en mi pecho, yo solo hice que se callara y me dedique a acariciarle el cabello intentando calmarla, le rogaba al barbudo que todo saliera como ambos queríamos.
-.♥.-


Me encontraba recostadas en el sofá de mi casa sola mirando una de esas películas románticas que valen la pena mirarlas y de vez en cuando las enganchas por la televisión, afuera llovía insensatamente bloqueando cualquier plan al aire libre que se pudo organizar.

Eran las cinco de la tarde cuando el timbre de mi casa retumbo por todos los rincones, estire la mirada como si desde donde estaba podía ver a trabes de la puerta, el timbre volvió a sonar y me vi en la obligación de atender.

Deje el control sobre la pequeña mesa ratona y arrastrando los pies me acerque al pequeño holl de entrada, mis ojos marrones se abrieron al ver a Benjamin totalmente empapado me hice a un lado mientras lo hacía pasar, estaba temblando pobrecito.

-Espera que voy a buscarte una toalla-al instante volvía del baño-Toma, ¿Qué te agarro para venirte con esta lluvia?

-Necesito hablar con vos…-me dijo serio y me extraño porque nunca me había hablado en ese tono-¿Podemos?

Asentí con una sonrisa media extraña, comencé a caminar de nuevo hacia la sala con él pisándome los talones, apague el televisor para hablar tranquilos y me senté en canastita, Benjamin apoyo una pierna sobre el sofá quedando de costado.

-¿De que tenemos que hablar?

-De nosotros…

Mi entrecejo se frunció porque no tenía la menor idea de que necesitaba hablar ya que hasta hace un rato atrás pensé que estaba todo perfecto entre nosotros, si bien yo intentaba esquivarlo lo hacia disimuladamente ¿o se había dado cuenta? ¡Peor! ¿Se habría enterado que tuve algo fugaz con Peter?

-¡Ey Lali!-me gritaba mientras chasqueaba los dedos llamándome.

-Perdón me distraje…-sacudí mi cabeza para apartar cualquier pensamiento-¿Qué pasa con nosotros?

Lo que siguió jamás me lo hubiera esperado, en segundos me había echo la idea de que se entero que me bese con Peter y hasta que pase a otro nivel con él haciéndolo “cornudo” pero no era nada de eso lo que me tenía que contar ni recriminar.

Mis manos temblaban, mis ojos pestañaban evitando cualquier lágrima y Benjamin me miraba esperando alguna reacción, sabía que estaba nervioso porque se mordía constantemente sus labios y fruncía su naricita todo el tiempo.

-¿No me vas a decir nada?

-¿Qué esperas que te diga?-mi rostro era una piedra tota-No se que decirte…

-¡Algo Mariana! Necesito que me demuestres que te afecto esto o si fueron puras imaginaciones mías que te pudo doler.

-¿Eres retardado Benjamin?-con respeto a las personas que sufren de eso, el rubio negó-¡Entonces no hagas preguntas sin sentido, claro que me dolió! ¡Soy una persona que tiene sentimiento!-quería que le dijera algo, bueno que se aguante mis gritos agudos…-¡Y lamentablemente algo te quería y mucho!

Minutos después la puerta de mi casa se cerraba dejándome nuevamente sola en aquel día de lluvia, me deslice por la puerta hasta caer al suelo dejando por fin a las lágrimas hacer su trabajo salir y salir sin parar, me habían vuelto a lastimar.
-.♥.-


Me encontraba parado en la puerta de la habitación observando a Camila dormir, había sido una tarde de muchas emociones fuertes, estuve un largo rato intentando calmarla hasta que se quedo dormida.

Suspire al notar que una vez mas se me había echo tarde en este fatídico día, le escribí rápido una nota diciéndole que si me necesitara no dudara en llamarme, tome mi abrigo y me fui de aquel departamento por el cual no quería aparecer nunca mas.

Cuando estuve solo dentro del auto respire profundamente, apoye la cabeza sobre el asiento y cerré los ojos logrando estabilizarme emocionalmente, que contuviera a la pelirroja no significaba que yo no sufriera ni estuviera alterado, una vez tranquilo mande un mensaje desde mi móvil y me adueñe de la carretera, necesitaba llegar a casa cuanto antes.

La lluvia a estas horas de la nochecita era una fina tela que mojaba suavemente, el cielo estaba anaranjado sin mostrar indicios de despejarme y el vientito que hacia bailar las hojas de los árboles pareciera al que surge en invierno.

Una media sonrisa se me dibujo en el rostro cuando estaciones el auto frente a mi casa, me baje e hice los típicos pasos: cerrar la puerta y colocarle la alarma por cualquier situación que pueda pasar.

Estaba rodeando mi auto para meterme dentro de mi casa cuando note la sombra de un cuerpo, me extraño ya que eran las ocho y media de la noche (si se había pasado rápido el día), lloviznaba y a esa hora todos se encontraban en sus casas con sus familias.

Lentamente me acerque para llevarme la sorpresa de verla a ella apoyada contra sus rejas llorando, estaba frágil como un cristal y eso me partió el corazón en mil pedazos. Sin hacer ningún ruido me senté a su lado apoyando mis manos sobre mis rodillas y mirando hacia el frente.

-Pareciera que el tiempo se puso en complot a nuestro humor…-su mirada triste se grabo en mis retinas-Peti ¿Qué te pasa?-le pregunte asustado.

-Solo abrázame Peter…-me dijo en un hilo de voz-Por favor mi amor abrázame…

No lo dude y mis brazos la cubrieron, su rostro descansaba sobre mi pecho y sus lagrimas mojaban mi camisa como la lluvia nos mojaba a los dos porque volvía a tomar intensidad pero no nos importaba, no me importaba ella me necesitaba y yo me iba a quedar a su lado todo el tiempo sea necesario, llueve truene o salga el sol.

-Tranquila vida, ya estoy aquí…

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