sábado, 3 de septiembre de 2011

La fuerza del destino


3

Por la culpa del médico te habías quedado con la boca abierta y todavía no salías del hechizo que esos ojos claros y esa sonrisa te habían puesto, por inercia acariciaste la zona donde te había besado y recordabas su nombre cada momento que podías.

Te encontrabas tan distraída que no le prestabas atención a Candela, la cual hacia media hora que te estaba contando lo ultimo que había sucedido en el colegio.

-Y María con tal de vengarse le tiro plasticola en el pelo ¡¿Lo puedes creer?!-grito exaltada Candela, al no recibir respuesta de tu parte desvío su mirada de la revista que estaba leyendo y te vio totalmente idiotizada.

-¡Eliana Montijo!-te grito en tu oído, obviamente reaccionaste con un grito y con la mirada que le diste le quedo claro que la querías fulminar.

-No tenías porque gritarme así-te levantaste de la cama para estirar un poco tus cortas piernas.

Candela te acompaño hasta el estander que había a un lado de tu habitación, ella se apoyo contra la pared esperando que le contaras que te estaba sucediendo.

Te estabas por llevar tu vaso con agua hacia tu boca sedienta cuando sentiste la mirada de tu amiga sobre vos.

-¿Qué pasa?-le preguntaste haciéndote la desentendida.

-Eliana no te hagas la bolida y contame de una vez.

No pudiste evitar reírte porque tu amiga siempre exageraba cualquier situación, tiraste el vaso descartable y rodeaste el cuello de tu amiga con tu brazo, la cual te miraba extrañada por la sonrisa tonta que desprendías.

-Cande no te imaginas al caño que conocí hoy-dejaste escapar un suspiro y te paraste frente a tu amiga-Se llama Pedro, pero le dicen Lean-hiciste un gesto que eso no tenía importancia-Tiene ojos de un tono verde claro, unos lunares que le quedan muy sexy y se lo arrancaría con los dientes-Cande largo una carcajada-Una naricita chiquita muy preciosa-le apretaste la nariz a tu amiga-Unos labios que por Dios y un pelo castaño cortito apenas-suspiraste-¡Ah! Y tiene una sonrisa compradora.

La flaquita no podía creer lo idiotizada que te había dejado aquel muchacho, se acerco a vos para colocar una mano sobre tu frente.

-¿Qué haces?-le preguntaste imitando su acción, solamente que vos pusiste tu mano sobre la frente de ella.

-Nada, solo quería saber si tenías fiebre-depositaste todo tu peso sobre tu pierna izquierda y uno de tus brazos (léase: también el izquierdo), lo apoyaste sobre tu cadera-No me mires así, estas mal enserio…Jamás-te apunto con un dedo-Te vi hablar así de un chico.

-Entonces me tengo que sentir alagado.

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