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Dos días
después todo se volvió amargura en tu vida, no tenías ganas de nada, ibas al
hospital porque te obligaban sino te quedarías echada en tu cama, aquella que
fue testigo de la entrega por completo de su amor.
-Hija…
¿Me vas a contar lo que te pasa?-escuchaste que tu madre formulaba con suma
paciencia a la pregunta, vos simplemente te hiciste un ovillo (tenía ventaja
ser pequeña de cuerpo) y cerraste los ojos-¿Fue Lean? ¿Qué te hizo?-al escuchar
su nombre no pudiste evitar que las lagrimas salieran de tus ojos.
Tu madre
al ver como tu cuerpo se convulsionaba por el llanto se preocupo (mas de lo que
estaba) y con torpeza se acostó a tu lado abrazándote, vos escondiste mas tu
rostro y ella solo se dedico a decirte palabras de cariño.
Vos
simplemente llorabas, llorabas al recordar todo lo vivido junto a él, llorabas
al recordar el primer beso, aquel que te robo una tarde en la sala de esperas
de ese mismo hospital, llorabas al recordar las noches de películas donde
siempre con un puchero lograbas que él aceptara ver alguna comedia romántica
que tanto te gustaba, lloraste al recordar las tardes en el hospital cuando con
miedo a encontrarte con algo inesperado ingresabas a su habitación y él te
recibía con algo que lograba que rieras a mares (todavía lloras de la risa al recordar
aquella tarde en que te lo encontraste disfrazado de payaso en medio del
hospital y lo besaste hasta la saciedad al saber que una vez por mes iba a
visitar a los nenes mas chiquitos y le daba una pequeña alegría), llorabas al
recordar el baile y como se habían entregado sus corazones, tus manos apretaron
aquel corazón que descansaba alrededor de tu cuello, llorabas al recordar que
esa misma noche te entregaste por completo a él convirtiéndote completamente en
su mujer, lloraste al recordar “mañana te llamo” y esa llamada nunca llego.
-Ya mi
niña…Ya todo pasó…
Pero para
vos nada había pasado, todavía podías
sentir sus caricias por tu cuerpo, todavía podías recordar aquella ducha tan
divertida que habían compartido, todavía podías recordar el ataque de celos que
le había agarrado al verte con un micro-short en medio de tu balcón, todavía
podías sentir sus labios besándote. No, todavía nada era pasado.
Sentiste
unos pasos pero no abriste tus ojos, por dentro rogaste que quien fuera se
creyera que estabas dormida y se iría, tu mamá había respetado tu decisión de
llorar en silencio y se había retirado de tu habitación. Te diste cuenta que
aquella persona no se lo creyó porque el rechineo de la silla contra el
cerámico del suelo la delato.
-Morci se
que estás despierta-la voz dulce de Candela hizo que absorbieras tus lagrimas
mientras abrías lentamente tus ojos-¡Ey Coure tenes que ser fuerte!
Por
primera vez en dos días te acomodaste en la cama quedando sentada, tomaste el
pañuelo que descansaba sobre la mesita de luz y comenzaste a jugar con el.
-No puedo
Can, no puedo ser fuerte-y otra vez un llanto desgarrador te hacía flaquear.
En un
abrir y cerrar de ojos, tu amiga estaba a tu lado abrazándote, dándote el apoyo
que necesitabas (aunque sabía que no era mucho) y entre susurros te pedía que
no pensaras en nada cuando de tus labios salían cosas como “no le guste para
nada” “me entregue y me descubrió que no me amaba”
Estaban
ambas metidas en tu dolor cuando un carraspeo llamo la atención, los dos pares
de ojos marrones se posaron en el rubio que se encontraba en la puerta, era
Agustín el mejor amigo de Lean.
-Hola-tu
voz fue un fino susurro, el saludo del rubio fue de la misma forma.
-¿Necesitas
algo?-pregunto Candela al ver que el rubio no decía ni hacia nada.
Agustín
solamente asintió y con sus manos en los bolsillos se acerco a tu cama, tenía
su mirada apagada y sus ojos hinchados, de golpe una opresión en el pecho se
hizo patento asustándote por completo y como si fuera un instinto te llevaste
una mano a ese lugar, con tu voz afligida le exigiste al rubio de cachetes
grandes que te diera el motivo de su visita.
-Lean…
Lo que
siguió después fue una pesadilla, “Lean falleció el sábado a la madrugada, no
saben como tuvo un pico de presión y su cuerpo no lo resistió” fueron las
palabras exactas del chico.
Con tu
mano aferrada al corazón rompiste en llanto, querías levantarte de aquella cama
y salir corriendo de aquel lugar pero tus piernas se encontraban atrapadas
entre las sábanas poniéndote más histérica, no podías mantener tus ojos
abiertos porque las lágrimas eran muchas y no la soportabas, de tu boca solo
salía el nombre de Lean…
-¡Es
mentira! ¡Es mentira! ¡Es una de esas bromas malditas que se le ocurren a él!
¡Es mentira!
Gritabas
entre los gemidos, no podía ser verdad, te negabas a que fuera verdad, Hacia
solamente dos días que él había estado junto a vos compartiendo la misma cama,
el mismo sueño.
Agustín
se mordió los labios para no dejar escapar su llanto, hacia dos días que
lloraba a su mejor amigo, a su hermano de la vida pero era suficiente con ver
sufrir a la mujer que mas amo Lean en su vida.
Candela
tampoco lo soporto y lloro en silencio, lloro sintiendo el dolor de su hermana,
intentaba abrazarte para contenerte pero vos no te dejabas, solamente querías
que Pedro te abrazara y el escuchar a tu amiga decirte “Lean ya no esta...Lean
ya no te puede abrazar” no te ayudaba en nada, hasta que finalmente dejaste que
te rodeara con sus brazos flacos y así poder llorar en su pecho.
-No pue…No
pued…No puede ser Cande…-repetías entre hipos que te agarraban…
Durante
dos días habías odiado a Lean, habías maldecido a Pedro, habías despreciado a
tu shanshito, habías jurado no perdonar a tu pelado, pero hacia dos días que tu
amor no estaba entre ustedes y te sentiste fatal.
-Perdón…Perdón…-repetías
mientras apretabas con todas tus fuerzas la medalla-Perdón…
En el
transcurso de los días, vos solamente te dedicabas a llorar, dormías abrazada a
una foto de él y te despertabas abrazada a ella.
Había
días en los cuales despertabas y pensabas que era una broma y sabías que Lean
iba a aparecer por la puerta con su típica sonrisa canchera y te iba a decir
“Te crees todo…Sos mas tonta pero te amo mas que cualquiera…”.
A veces
te venía a visitar Agustín y hablaban sin descanso durante horas recordando
cosas vividas junto a él, cada tanto Candela se sumaba a las charlas, y entre
lagrimas y risas te ibas quedando dormida pero nunca te olvidas de decir “Con
él era feliz, ahora…Ahora como no esta no lo soy…Y eso…Eso me duele…”
Otras
veces simplemente te quedabas sola en la habitación, pedías que nadie te
molestara y te dedicabas a leer aquellas pequeñas cartas que te escribió.
“¡Te
amoooo! ¡Te amoooo! No se que necesidad tenes de que te lo escriba en una carta,
pero acá lo tenes, ¡te amo!” decía en una servilleta, te lo había escrito una
vez que fueron a comer a McDonals y vos le habías insistido que te haga un
cartelito o una cartita.
Una
risita se escapo entre tus labios cuando encontraste algunas fotos, en una
estabas vos con un lápiz de labio de color rojo y él dormido en su habitación,
también se podía ver a su hermanita quien te había ayudado a pintarlo. En otra
foto estabas vos con un puchero y con tu rostro completamente cubierto de crema
y él a tu lado riéndose.
-Como te
extraño…-susurraste cuando tus ojos se encontraron con la ultima foto que se
habían tomado, había sido después de que habían hecho el amor, él estaba con su
pecho desnudo y vos cubierta con una fina sábana, se podía ver tus piernas rodeando
el cuerpo de Lean y sus labios unidos en un beso-Maldita sea, te extraño
demasiado y no puedo seguir viviendo sin vos.
Los meses
pasaron y te obligaron a continuar con tu vida, aunque te negabas te obligaron
a hacerlo, cada mes tenías un tratamiento diferente y cada mes tu cuerpo se iba
debilitando, ya no soportaba los tratamientos como antes.
-¡Pon un
poco de voluntad por el amor de Dios!-te había gritado tu madre entre lágrimas
una tarde donde el médico informo que las defensas no estaban sirviendo.
-Ely se
que extrañar a Lean, se que te sentís vacía sin él pero no seas egoísta…Lucha
por tu mamá, por tu papá…Por mi amiga…-Candela cada día se sentaba a tu lado y
te dedicaba las mismas palabras.
Vos
simplemente no respondías, hacia tiempo que ya no hablabas, que no dabas
indicio de si algo te dolía o si algo te gustaba u molestara. Estabas muerta
pero en vida.
Era un
día de invierno, en la calle sabías que estaba lloviendo a torrentes, habías
escuchado los comentarios de las enfermeras y vos te encontrabas sola, eran las
seis de la mañana y todavía no había venido nadie a hacerte compañía.
Te
encontrabas demasiado cansada, más que de costumbre, sentías que ya no tenías
fuerza ni para mantener tus ojos abiertos, llevabas rato luchando por abrirlos
pero no podías y una señal imposible de detectar te hizo entender que había
llegado la hora.
Cínicamente te pusiste feliz, por fin te había
llegado la hora, por fin después de meses te encontrarías con él y serías feliz
para siempre.
-Por fin
nos vamos a encontrar amor mío…-susurraste cuando dejaste que tus parpados se
cerraran llevándote en un sueño eterno.
Aquel día
de invierno, a las tantas de la mañana el hospital despertó a tu madre con un
llamado comunicándole la mala noticia, tú te habías ido, te habías ido para
estar junto a tu amado porque así era la fuerza del destino, aunque uno luchara
para cambiar las cosas todo estaba escrito.
Lean
desde niño asimilo su enfermedad al igual que Eliana. Ambos llevaban vidas
totalmente distintas, Lean se dedicaba a hacer felices quienes compartían lo
mismo que él y disfrutaba de la vida como si fuera el ultimo día, Ely solamente
se aferraba a las personas que estuvieron desde siempre con ella, no soportaría
despedirse de alguien mas y llevaba su vida lo mas normal que podían.
Ambos
eran pacientes del mismo hospital pero nunca se cruzaron hasta que un día el
destino decidió cruzarlos, se enamoraron desde el primer momento, disfrutaron
cada cosa que compartían, se entregaban en cada beso, en cada caricia que se
daban pero los dos sabían que había fecha de caducación.
Día a día
lucharon, juntos tomados de la mano, contra aquella fecha pero nada le gana al
destino, el es mas fuerte que cualquiera pero siempre hay una recompensa. Tarde
o temprano iban a volver a estar juntos, un amor verdadero no se separa tan
fácilmente.
FIN