Capitulo veintiséis.
Las marcas de las llantas quedaron marcadas a lo largo de la calle cuando arranque en primera y pise a fondo el acelerador del auto, Facundo el amigo especial de Camila me había llamado avisándome que había pasado algo importante.
-¿Dónde están?...Si se donde queda…OK, en menos de quince minutos estoy por allá
Mis manos se aferraban fuertemente al volante y no me importa ver que mis nudillos se ponían colorados por la fuerza que hacia, porque mi vista estaba clavada sobre cada semáforo que se me presentaba en el camino rezando que estuviera en verde y no permitiera que perdiera un minuto mas de la cuenta.
-¿Dónde se encuentra Camila Hernández?-le pregunte a una enfermera que me cruce en el camino cuando entre corriendo al hospital.
-Disculpe señor no sabría ayudarlo…-mis manos apretaron fuertemente los hombros de la mujer y su mirada me transmitió miedo…-Señor me esta lastimando, suélteme.
-¡Peter!-escuche que me gritaban y solté de repente a la enfermera para voltearme hacia la persona-Tranquilo…
Me acerque a Facundo desesperado, con una sola mirada entendió lo que necesitaba saber y hacer, así que me indico el camino hacia la habitación donde Camila se encontraba. Lentamente abrí la puerta blanca y un dolor me causo verla llena de cables, moretones y sangre.
-¿Están bien?...-le pregunte a Facundo sin quitar mi vista de ella.
Facundo se coloco del otro lado de la cama con su mirada también en ella…-Ella va a salir adelante, necesita hacerse unos estudios y…
-¿Cómo que ella va a salir adelante?-mis ojos verdes se posaron en el hombre-¿Y el bebe?...
Facundo se paso la mano por el pelo intentando peinárselo sin resultados y sus ojos se mantenían bajos, si me asuste al recibir la noticia de que ella estaba internada mas me asuste al no recibir respuesta ante esa pregunta.
-Facundo ¿y el bebe esta bien?-le volví a preguntar, minutos después me saco de la habitación-¿Qué paso?
-.♥.-
Luego de varias horas de viaje por fin tocábamos suelo cordobés, Santa Rosa de Calamuchita era un destino que mis padres elegían seguido, debido a que aquí vivían primos de mi padre o viejos amigos de ambos.
Cerré mis ojos sintiendo la fuerza de los rayos ultravioletas del Sol, poco a poco una sonrisa se dibujaba en mi rostro y es que estaba comenzando a sentir la paz del lugar.
-Yo se que disfrutabas de esto hermanita…Pero necesitamos ayuda con los bolsos…-mire de mala manera a Patricio que siempre me arruinaba momentos.
Camine hasta llegar al auto donde mi padre me esperaba con mi bolso, me lo colgué al hombro junto a mi cartera de mano y almohada y me dirigí hacia la casa.
Era una casa nueva, debido a que la familia se agrando también debimos agrandar el hogar, contaba con cocina comedor que se unían, un living, contaba con seis dormitorios (Rogelío-Lucrecia en uno, Patricio en otro, Ana-Leo en otro, Gime-Facundo en otro, los pequeños en otro y yo en otro) y cada cuarto contaba con un baño, las habitaciones estaban decoradas al estilo de cado uno y el resto de la casa era estilo cabaña muy lindo y acogedor.
Una vez que termine de desempacar toda mi ropa decidí por salir a dar una vuelta por el barrio, necesitaba recorrer de nuevo las calles quienes fueron testigos de muchas travesuras, y pareciera que nada había cambiado en el tiempo que no volví a venir.
En la esquina seguía la verdulería, al frente todavía se encontraba el almacén, la municipalidad y la comisaría, a una cuadra seguía estando la misma lotería, tiendas de ropa y negocios de cabina telefónica, dos cuadras después llegaba al centro y no había nada nuevo, siempre seguían los mismos locales, bares y restáurense de la zona.
-¡Pero miren quien volvió!-exclamo una voz masculina, al no reconocerla decidí no hacerle caso.
-¡Petiza malcriada ya no recuerdas a tus amigos cordobeses!-y esa voz chillona si la llegue a reconocer.
Con una sonrisa pero con un poco de duda voltee y si eran quienes yo creía que eran, mi sonrisa se ensancho al igual que la de ellos, que no tardaron en rodearme con abrazos.
-¿Cómo estas Mana?-la que hablaba era Paz, amiga desde un principió la conocí cuando tenía trece años un verano que vine y salí a pasear con mis hermanas por el centro, desde ese momento nos hicimos muy amigas.
-¡Bien, feliz de verlos a todos!-me encontraba abrazándola por la cintura, éramos muy cariñosas-¿Ustedes como andan?-mis ojos intentaban inspeccionarlos a todos-¡Que grande que esta!-y corrí hacia Nadie que estaba embarazada de siete meses…-La ultima vez que vi tu panza fue por Facebook hace dos meses atrás.
-Si, crece día a día sin cansarse…-desde que espera al bebe siempre tiene una sonrisa en el rostro y un tono dulce en la voz, a ella la conocí en unas vacaciones de invierno, Paz fue la encargada de presentarnos en su cumpleaños, ese día Nadu (como la llamamos) me defendía de unas chicas que me cargaban por el corte de pelo desastroso que tenía.
Mis manos acariciaban tiernamente su panza cuando mis ojos la vieron sorprendida porque el pequeño había pateado en ese momento, un sentimiento de amor creció de repente.
-Claro, te concentras en ella pero en nosotros que nos caiga un rayo…
Largue una carcajada cuando mi rostro miro por encima del hombro de Nadine y vi a tres hombres (bueno, mejor dicho jóvenes) cruzados de brazos y con sus cejas fruncidas, uno era Joel, (él me había gritado cuando me vio pasar), Josuel (odia que lo llamemos así) es el mejor amigo de unos primos lejanos e irremediablemente en el momento en que nos conocimos nos hicimos inseparables, fue testigo de muchas lagrimas mías en aquellos viajes pero también el de muchas risas provocadas por todos ellos, a su lado estaba Fabio un rubiecito lindo y tímido, que a pesar de ser así siempre ganaba a las chicas mas lindas y por ultimo estaba Andy, aquel morocho que siempre tiene una cuenta pendiente para conmigo.
-¡Hay como los extrañaba!-y como pude abrace a los tres al mismo tiempo.
Una hora después los seis estábamos sentados en el bar tomando algo y charlando de todo, poniéndonos al día cuando mi celular comenzó a sonar incesantemente, “Pedro llamando” apareció primero pero decidí no contestarle, minutos después apareció “Agustín llamando” y también decidí ignorarlo pero cuando Candela me llamo realmente comencé a preocuparme pero este momento era de Paz, Nadine, Joel, Fabio y Andy.
-.♥.-
-No hay caso che…-Cande cerraba la tapa de su celular-No contesta ninguna llamada.
-¿Estará ocupada?-Eugenia estaba apoyada contra una pared
Rocío apareció con dos agua, una para ella y otra para Candela quien se había sentado sobre el piso cruzando sus piernas, Rocío se sentó a su lado dejando sus piernas elevadas.
-No, debe estar descansando por el viaje…
Yo me encontraba recostado contra la puerta blanca donde adentro se encontraba Camila siendo revisada por los médicos, mis ojos estaban perdidos y mi mente estallaba intentando entender todo lo que acababa de suceder.
De pronto cuando Facundo me saco afuera para contarme todo sentimos un ruido agudo proveniente de la habitación y nos encontramos con que Camila no tenía pulsaciones, la desesperación se apodero tanto de nosotros como de los médicos, ya hace mas de una hora que estamos afuera esperando que nos digan que paso.
-No aguanto mas la espera…-Nicolás estaba a un lado mío con sus brazos golpeando levemente la pared…-Por algo siempre evito ir a los médicos…
-Nico no es hora de hacer comentarios incómodos…-Gastón estaba parado en mitad del pasillo con su mirada concentrada en le piso.
Note que Agustín iba a decir algo pero que la puerta sobre la que yo estaba apoyado se abriera interrumpió cualquier situación, sentí las manos de Candela acariciándome la espalda en forma de apoyo cuando el médico hizo presencia.
-¿Señor Lanzani?-yo asentí asustado-Ingrese un momento.
Mire asustado a todos mis amigos quienes me rodeaban y no dudaron en darme palabras de apoyo acompañados de caricias para que entrara.
-Voy a intentar llamar una vez mas a Mariana ahora que entro al cuarto…-Candela tomo su móvil y marco el número correspondiente, uno, dos, tres pitidos sonaban cuando volví a salir de la habitación.
-¿Qué paso?-preguntaron todos al mismo tiempo.
-Los perdí…
Los brazos de Eugenia me rodearon el cuello aferrandome fuertemente, las manos de Rocío se abrazaban a mi cintura, las manos de Agustín frotaban mi poco pelo, Gastón y Nicolás miraban hacia la habitación sin creerlo y finalmente Candela le lanzaba un insulto al aire cuando Mariana volvía a cortar la llamada.
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