sábado, 3 de septiembre de 2011

Fuiste mia un verano

Capitulo seis.
Flash back: Comienzo.


-Che viejo ¿para que nos reunieron acá?-pregunto Pato mientras se desparramaba en el sofá individual, Ana Laura y Gimena se esparcían sobre el sofá grande cada una en una punta distinta y vos apoyabas tu cola sobre la alfombra y tu espalda descansaba sobre el respaldo del sofá.

Hacía diez minutos que habían terminado de almorzar y tu padre antes de volver al trabajo, porque en esa época trabajaba en un taller mecánico, les pidió que se reunieran en la sala para hablar y luego podrían volver a sus tareas.

-Quería hablar con todos porque tengo que avisarles que esta noche cenamos en la casa de un nuevo compañero del taller.

-¡No! ¡No molestes pa! ¡No puedo ir! ¡No hay ganas!-exclamaron de distintas formas los cuatro hermanos provocando la risa de tu mamá y la molestia de tu padre.

Junto a tu madre se pararon delante del gran televisor y miraron las reacciones de cada uno que no paraban de hablar a la vez, cosa que molestaba sumamente a ambos. Pasaron minutos eternos en los que ni vos ni tus hermanos se callaron, cuando querían se ponían en insoportables y más recordando que cada uno estaba en la etapa del crecimiento. Recordatorio: tu hermana mayor Gimena en ese entonces tenía sus veinticinco años a toda gloría, la que le sigue Ana Laura disfrutaba de sus veintiuno años y amaba la mayoría de edad, Pato estaba en plena guerra hormonal fiestera a sus dieciséis y vos con tus recientes quince estabas aprendiendo a disfrutar de lo bello que era salir con amigos.

Al ver que no se callaban sus padres intercambiaron una miradas y segundos después escucharon un chiflido hecho por Rogelio que logro lo que quería, su atención y su silencio.

-¡Bien ahora me van a escuchar mocosos!-y que vicio tenía tu familia por esa palabra: mocosos-Esta noche vamos a ir a cenar a la casa de mi nuevo compañero y luego que terminemos la sobremesa, les doy el permiso de ir a donde se les da la gana.

Tu madre se sentó sobre la pequeña mesa ratona que hacía de intermediaria entre el televisor y los sofás, miro a cada uno de ustedes que se encontraban serios y no tenían la mínima voluntad de hablar.

-Pato yo se que esta noche hay fiesta en lo de Fernando-comenzó diciendo mientras lo miraba tiernamente-Como se también que Ana tiene que estudiar para un examen y Gime tiene cita con su novio-todos comenzaron a mirar a los distintos lados para evitar dar el brazo a torcer-Y por último se que vos Marianita no tienes ninguna escusa.-no pudiste evitar sonreír al escuchar en el tono de picardía en el que te hablo-Así que chicos hagamos este trato vamos cenamos, conocemos a la familia y luego cada uno vuelve a sus quehaceres ¿si?

Y rieron al escuchar la queja de tu padre cuando tu madre logro convencerlos tan rápidamente mientras que a él le habían echado todas las quejas.

Esa noche estabas más que nerviosa, siempre que tenías que conocer a gente no importa la edad ni el sexo, los nervios te jugaban alguna mala pasada y esa noche no era la excepción.

Como era de costumbre en tu plena adolescencia tardaste siglos en elegir la ropa que ibas a utilizar y sonreíste satisfactoriamente una vez que lograste (como siempre) encontrar el atuendo perfecto: una remera blanca estampada de mangas que apenitas rozaban tus hombros, un short de ceda tiro alto con unos tiradores todo de color negro y unas botas negras con taco. Sencilla pero bella.

-¿Tanto escándalo nos hiciste solo para hacer dos pasos y llegar a la casa del vecino?-le dijiste en un susurro a tu padre mientras esperaban los seis frente a la puerta del vecino.

-Por algo con tu madre les dijimos que apenas termináramos de hacer la sobremesa podían retirarse-y te regalo una sonrisa burlona que tuvo como respuesta la sacada de lengua tuya.

Al instante sintieron como la puerta se abría y parecía un chico que por lo que podías deducir tendría un año mas que vos, agradeciste por dentro el estar atrás de todo y así poder mirarlo a tu antojo.

Tus ojos comenzaron por su pelo, era morocho y en esa época lo llevaba largo y desprolijo luego te centraste en sus ojos verdes que contrastados con la noche tomaban un brillo especial, su nariz tan chiquita te causo ternura y si vos creías que la sonrisa de Brad Pitt te hacía derretir no había duda que nunca te cruzaste con la del morocho de ojos verde que estaba en la puerta de esa casa, era tan tierna, tan linda, tan compradora. “Tiene una sonrisa compradora” sentenciaste en ese instante.

-Deja de mirarlo tanto que lo vas ojear-escuchaste que te susurro en tu oído Gimena, provocando que te sonrojaras y agacharas tu mirada.

-¡Viejo llegaron los invitados barra vecinos!-con tu mirada gacha sonreíste al escucharlo, te dio gracia como anuncio la llegada tuya y de tu familia.-Perdonen que el gordo no los recibió esta muy metido con el asado.

-¡Huy asado, como no empezaste por ese lado esta tarde negro!-escuchaste a tu hermano Patricio recriminarle a tu padre provocando la risa de todos, el asado era la debilidad de tu hermano.

Notaste como poco a poco entre presentaciones y risas los Espositos ingresaban a ese hogar hasta que llego tu turno y tus ojos marrones se cruzaron con los verdes de él quedándote totalmente hipnotizada, perdiendo la noción del tiempo y del lugar, estabas tan perdida en ellos que sentiste como el sonido de todo se puso en off’s y no escuchabas como ese morocho, el cual no sabias todavía como se llamaba, te pedía que ingresaras.

Luego de unos minutos escuchaste la voz de Patricio-¡Petiza ingresa de una vez que el asado se enfría!-y volviste por completo a la realidad al escuchar la risa de ese chico-¡Pero dale!-anunció exasperado y de un tirón que te dio al tomarte del brazo ya estabas adentro de la casa.

-Que cariñoso que sos Pato-murmuraste por lo bajo-¿De que te reís?-te quejaste al escuchar la risa de ese morocho.

-De nada, de nada…-te esquivo y una vez mas te perdiste viendo como con una de sus brazos se despeinaba mas su cabello, eras una tonta reconócelo Mariana…-Vamos a la mesa que sino tu hermano nos come a nosotros también.

Vos asentiste y te viste caminando a su lado hasta llegar al comedor donde ambas familias se encontraban charlando animadamente, sin duda habían pegado buena química entre todos.
Flash back: Fin.


Y como en aquel recuerdo, me encontraba perdida en esos ojos verdes que me miraban con sorpresa, y que raramente ya no lograba descubrir lo que el dueño de ellos sentía.

Y como en aquel recuerdo ese momento fue roto por alguien, pero en la actualidad no fue roto por Patricio sino que fue interrumpido por el clan Lanzani.

-¡Eh llegamos!-gritaron Juan Pablo y Juan Martín al unísono

-¡OH miren a quienes me encontré!-y reconociste la voz de tu hermano que estaba parado al final de la escalera-¡Viejo llegaron los Lanzani!

Y como en aquel recuerdo al que ingresaron de un empujón esta vez fue a Juan Pedro que todavía no salía del mismo transe en el que estaba yo.

-¡Cuidado!-escuchaste que decía entre risas Luz al ver como tropezaba Peter por el empujón que Juan Pablo le había dado, provocando la consecuencia que yo lo frene colocando mis manos en sus brazos.

Y como en aquel recuerdo, todos los sonidos que existían en nuestro alrededor se enmudecieron y no existía mas nada pero también como en ese recuerdo su voz me trajo a la realidad de nuevo.

-Ya podes soltarme-me dijo en un susurro que apenas logre escuchar y que gracias a dios me hizo reaccionar, porque sino seguiría emergida en comparar todo lo que estaba sucediendo con aquel recuerdo.

-Si…-dije apenas y lentamente como si le estuviera regalando inconscientemente (¡si claro Marianita!) una caricia fui retirando mis manos hasta dejarlas caer a un lado.

-¡Peti que linda que estas!-y esa era la vos de Juan Martín saludándome.

-Si, muy linda para una cena informal-ahora era Juan Pablo el que hablaba y provocaba la risa mía y de Luz al notar su tono celoso, ellos eran como mis hermanos.

-¡Cállense los dos!-se quejo Luz acercándose a darme un beso en la mejilla-Estas hermosa La, ¿salís?-me pregunto al notar mi cartera.

-Así es Lucecita, tiene una cita-y ese fue mi hermano con su tono de voz celosa también.

En ese instante odie que mi hermano sea tan chismoso porque no tardaron las cargadas del clan Lanzani, uno era mas terrible que otro, ¡hasta Bauti tenía el descaro de bromear conmigo! Y eso que era el mas pequeño de todos con sus doce o trece años encima, la verdad ya ni me acuerdo.

Pero hubo uno del clan Lanzani que no dijo ni hizo nada con respecto a la situación y ese fue Pedro, quien todavía estaba a mi lado mirándome serio como cuando algo no le gusta, tenía esa mirada oscura, sus manos estaban inquietas dentro de los bolsillos del pantalón y su labio estaba siendo castigado con las distintas mordeduras que le daba.

En ese segundo caí ¡estaba celoso!, ¡esta celoso! ¡Esta celoso! Gritaba dentro de mí y extrañamente una sensación de satisfacción se genero porque eso significaba que todavía algo sentía, que algo le provocaba.
-.♥.-


¿Una cita? ¿Tenía una cita? ¡Y lo peor de todo que iba a esa cita con unos micro short que deja ver los esbeltas que son sus piernas!

Agradecí al tener mis manos dentro de los bolsillos y que nadie notara como las cerraba en forma de puño por la molestia que me generaba la cita que tenía la señorita que estaba a mi lado. ¡Si estoy celoso y que!

Me molestaba enormemente que se valla, ¡justo esta noche tenía que tener una cita! ¿Acaso no sabía que yo iba a esa cena? Y cerré los ojos maldiciéndome en silencio porque recordé que nadie sabía que yo volvía a pasar unas vacaciones en el pueblo.

-Así que con una cita Marianita-le dije sonriendo divertido porque a ella le molestaba que la llamara en diminutivo.

-Así que volviste Pitt-y odie la sonrisa de victoria que le formo.

-No me llames Pitt-me acerque a ella aprovechando que todos se esfumaron yendo hacia alguna parte de la casa-Sabes que me molesta ese diminutivo.

-Y vos también sabes que me molesta ese diminutivo-y ya nuestros ojos se miraban penetrantes, echando chispas de molestia.

No aguante y rodee su cintura atrapándola contra mi pecho, ella abrió la boca sorprendida y con sus puños comenzó a pegarme en el pecho para que la soltara.

-¡Suéltame Peter!-gritaba en un tono agudo.

-¡No!-le dije apretándola más contra mí.

-No seas chiquilín…

De pronto nuestras miradas se cruzaron por tercera vez en esa noche y ella se había arrepentido por sobre manera de haber dicho esa frase…-No soy un chiquilín…-y nuestras mentes se unieron en un nuevo recuerdo.
Flash back: Comienzo.


Era primavera y retomaban las clases luego de unos días en que el colegio fue cerrado por desinfectación, como todas las mañanas salías de tu casa con tu cara de dormido y los pies se movían solo por costumbre, hiciste dos pasos y te encontrabas en la casa de tu vecino esperando que salieran.

Como también era costumbre te apoyaste contra el faro de luz que era como una división entre los cercos blancos de su jardín y las rejas negras de tú jardín. Estabas cruzado de piernas con tus brazos en la misma posición apoyados sobre tu pecho y lentamente tus ojos se cerraban y abrían en un instante.

Pero cuando tus ojos volvían abrirse se cruzaron con una imagen que amabas secretamente, la puerta de tu vecino se habría y ahí salían dos hermanos, Patricio y Mariana, no es necesario especificar que vos amabas verla a Mariana, amabas verla salir todas las mañanas con una sonrisa por molestar a su hermano que se acababa de despertar, amabas que te saludara con un tierno beso en la mejilla, amabas pararte a su lado y comenzar a caminar hacía el colegió mientras charlaban de distintos temas.

Y como te costaba separarte de ella a la hora de ingresar a clases, vos eras un año mayor que ella, intentabas alargar el momento de decirle hasta luego lo más que podía, siempre encontrabas algún tema con el que se prendían charlando.

Ni hablar de lo largas que se te hacían las horas de clases, tus ojos todas las mañanas hacían el recorrido de la hora que indicaba el reloj de la pared hacia la profesora que hablaba sin ser escuchada, daban un vistazo a la puerta blanca de madera y terminaban en la pantalla de tu celular que descansaba entre tus piernas esperando algún mensaje suyo.

Ese día no lo esperabas pero todo iba a cambiar, a las nueve y media sonó el timbre dando inicio al primer recreo de la mañana, entre gritos todos comenzaban a salir disparados hacia distintos lugares.

Vos guardaste tu celular dentro de pantalón y junto a tus amigos fieles, Agustín y Nicolás, fueron hacia el sector donde estaba segundo curso al que asistían Mariana, Eugenia, Rocío y Candela juntas, (ustedes tres junto a María y Gastón iban a tercero, Victorio acompañado de Daky, Daniela y Pablo iban a cuarto, no importaba las distintas edades ustedes eran los mejores amigos que pudieron conseguir y estaban felices así).

-¡Buen día a las cuatro flores mas bellas del Belgrano!-grito Nicolás recibiendo las cuatro sonrisas mas bellas.

Mariana se levanto de su lugar y se acerco hasta ustedes para saludarlos con un beso sopapa como ella acostumbraba hacer-¿A dónde vas?-le preguntaste al ver que salía del salón, ella con una sonrisa giro unos instantes-A verme con un chabón que esta mas bueno que la torta de chocolate que hace tu vieja.

-¡Mariana!-gritaron sus amigas al escucharla hablar guasamente.

Tu cara se transformo en milésimas de segundos, en un momento estabas tan feliz y al otro te sentías el más desgraciado del mundo. Intentaste prestarle atención a las cosas que hacían tus amigos pero no podías, tu mente una y otra vez recordaba la sonrisa de ella, la alegría con la que te gritaba que se iba a encontrar con un chico que valla a saber quien era.

-Ya vuelvo…-dijiste sabiendo igual que no te prestaban atención, miraste escasamente al grupo y confirmaste que no habían notado que estabas echando chispas.

No tardaste más y saliste corriendo del salón en busca de esa petisa que hacia meses te traía loco-Por fin se la va a jugar…-dijo Candela captando la atención de todos.

-¿Vos decís flaqui?-pregunto María que hacía minutos se había integrado al grupo y también disimuladamente había notado el cambio de humor de su amigo.

-¿Hablan de Peter?-pregunto sin entender Gastón que estaba entretenido con un jueguito de celular

-¡Obvio gato! ¿No se dieron cuenta que su amigo esta muerto por nuestra amiga?-pregunto con obviedad la rubia pelilarga.

Los hombres se encogieron en hombros y las chicas bufaron por no poder hablar temas amorosos con ellos, ya que nunca prestaban atención a nada.

Ibas desesperado corriendo por cada pasillo de ese colegio, nunca creíste maldecir tanto a ese lugar por lo grande que era, estabas bajando acelerado una de las escaleras cuando tus ojos pasaron con gran velocidad por un ventanal que estaba frente tuyo y divisaron un cuerpo conocido para ti.

Pegaste un salto evitando los dos últimos escalones y tus manos se posaron sobre el vidrio del ventanal, ahí estaba sentada en el patio central del colegio, mejor descripto en una fuente que había en el medio del lugar, sonriendo al verla sola corriste hacia su lado.

Estabas agitado por la corrida que te habías pegado pero no podías detenerte, tus manos reposaban sobre tus rodillas y mantenías el rostro gacho intentando recuperar la respiración normal, levantaste tu mirada luego de unos minutos y viste lo que no querías ver.

Mariana ya se encontraba charlando animadamente con un muchacho de sexto año, si porque el Belgrano High School tenía hasta seis años según las asignaturas que decidieran tomar cuando decidiste inclinarte por Economía y Gestión de las organizaciones lo agradeciste enormemente porque solo eran cuatro años.

Rápidamente te escondiste detrás de unos arbustos y así espiarla con tranquilidad, aunque la adrenalina del momento y de los celos nadie te la quitaba.

Hacías muecas graciosas al ver como ella reía por algún chiste tonto del chico, te daban ganas de devolverte todo tu desayuno cuando ese fulano acariciaba con intenciones raras los brazos de ella pero todo se pudrió cuando una de sus manos tomo la nuca de Marian y la otra se poso en el muslo de ella, por obvias razones no podías ver el rostro de tu amiga pero deseabas que fuera de susto y que no se enojara por dejarte llevar por el impulso que estabas por hacer.

-¡Que hacemo!-gritaste en el oído de tu amiga provocando el susto en ambos.

-Peter…-dijo entre dientes Mariana y te miro asesinamente-¡No ves que estamos ocupados!

Con tu mejor sonrisa inocente corriste un poco las piernas del fulano provocando que se separaran y tomaste lugar en el medio de ambos, la morocha solamente te asesinaba con la mirada y el pibe estaba por demás de incomodo, vos disfrutabas el sabor de la interrupción.

-¿No me digan que les interrumpí un momento clave?-el chico solo se mordió los labios para no insultarte y Lali te asintió lentamente-¡UPS, mil perdones!-si fueras actor te ganarías el oscar.

Intentaste alargar tu presencia hasta que el muchacho de sexto se canso y se resigno a no poder probar los labios de la petiza-Perdón Lalu-tus ojos se abrieron de par en par al escuchar como te había llamado-Mejor nos juntamos otro día, nos vemos…-y se fue caminando por donde había venido.

-Perdón Lalu…-imitaste su voz sin importarte que Mariana te estaba mirando con los brazos cruzados y enojada de verdad-¿Qué? ¿Por qué me miras así?

-¡Como queres que te mire Juan Pedro!-se levanto echando chispas-¡Me interrumpiste un momento cumbre!

Vos te mordiste el labio en son de que hambre y sin levantarte de tu lugar intentaste sonar lo mas inocente posible.

-Hay La ni que te fuera a dar el primer beso de tu vida…-viste como ella agachaba la mirada avergonzada y una vez mas durante ese día abrías tus ojos como platos-¡¿Ese idiota iba a ser el primer chico que te besaría?!

-¡Si! ¡Si con él iba a ser mi primer beso!-exploto por completo-¡Pero vos como buen idiota que sos lo impediste!

Y si con solo ver que un hombre, si a los pendejos se los puede llamar hombres, fueran en busca de tu petiza. El enterarte que todavía no dio su primer beso y elegía a un cualquiera fue la gota que hizo que dejaras a la vista tus celos enfermizos.

-¡Como vas a elegir a ese imbecil para que te de tu primer beso!-y no pensabas las cosas que te salían de tu boca-¡Estas loca Mariana!

Mariana tenía sus manos sosteniendo su cintura, con su boca abierta por la sorpresa que le trajo el reproche que le estabas largando en bandeja.

-¡¿Perdón?! ¡¿Y vos quien sos para decirme quien puede ser el que me bese por primera vez?!

-Yo…Yo soy tu amigo…-y cerraste los ojos por lo inútil que estabas siendo-Y eso es mas que importante para que te diga quien puede besarte por primera vez…

-Haber y según vos ¿Quién puede ser?-ibas a hablar pero te paro minutos antes-¡No!, me corrijo ¿Quién NO puede ser?

Ella te reprochaba la lista de nombres que vos indicabas como prohibidos para dar ese momento, esta bien era un simple beso ¡pero el primero de todos! Y eso en una mujer es más que importante.

-…Y como buen amigo no quiero que te lleves una mala impresión de ese momento…-terminabas de justificarte.

Mariana suspiro intentando tranquilizarse porque las peleas que mantenía con vos no eran constantes pero cuando lo hacían eran a todo voltaje y eso a ella no le gustaba ni un poquito.

-Pitt…-te llamo así para distensionar un poco la situación…-Te estas comportando como un chiquilín…

-No soy un chiquilín…

-Si lo sos…-y una pelea de si y no comenzó entre ustedes pero esta ves llego a terminar entre risas…

Lali miro un instante hacia el suelo y notaste como movía una de sus piernas por lo nerviosa que estaba luego de la pelea, tomaste su mentón elevando su rostro y podías notar sus mejillas enrojecidas.

-Perdón La, no quise arruinar tu momento-le acariciaste la mejilla dulcemente-Petisita si queres voy y lo traigo a los sopapos.

Lograste que tu petisita sonría y te dijera que no, que ya se le había pasado la emoción de besarse con ese chico, por dentro tu corazón saltaba de felicidad por escuchar aquellas palabras.

-Bueno, mejor entremos que ya está por tocar el timbre de clases…-y justo en ese momento se escucho el ruido molesto-¿Vamos chiquilín?-te pregunto con una sonrisa que te derretía.

-¡Espera!-le gritaste al ver como caminaba, corriste hasta su lado y acunaste su rostro entre tus manos, todo bajo la atenta mirada sorpresiva de ella…-Cerra los ojos…-dudosa te hizo caso-Solo confía en mi petisita…

-Confío en vos Pitt…-a pesar de que odiabas ese apodo en ella sonaba hermoso.

Tus ojos se tomaron el tiempo en grabarse la imagen congelada de su rostro y poco a poco inclinaste tu cabeza hasta rozar tus labios con los de ella, un corto y escaso beso, el primer beso de ella.

-Y no soy chiquilín…-le dijiste luego de tomar su mano la cual temblaba ante el corto contacto que tuvieron y la metías dentro del establecimiento.
Flash back: Fin.


-¿Vamos a terminar esa pelea como en aquel entonces?-le pregunte con una sonrisa traviesa, yo la verdad que no iba a poner objeción y creo que ella tampoco.

Volvió a revolverse entre mis brazos y estaba a punto de gritarme una vez más cuando el maldito sonido del timbre sonó interrumpiendo el momento.

-¡Voy yo!-grito quitando mis brazos de su cintura, se acomodo la escasa ropa que tenía y se acerco a la puerta…

-¿Podías ponerte algo mas largo no?-ella me miro y yo abrí los ojos como platos al ver que lo dije en voz alta, Lali solo me hizo una seña en los labios para que me callara.

-Para la morocha más linda de Arroyo Seco…-un ramo de flores silvestres, destaco que esa no son las favoritas de la petiza, aparecieron delante de nuestros rostros.

-Que bellas que son-agradecimiento por cortesía, si no la conociera…-¡Gracias Benja!-y se tira sobre su cuello para darle un beso sonoro, saludo para provocar mis celos, vuelvo a decir si no la conociera.

-De nada preciosa, ¿estas listas?

Mariana se separo de el y le pidió que la esperara unos segundos que iba a poner las flores en agua, yo estaba cruzado de brazos al lado de la escalera esperando que ese rubio trucho se dignara a saludarme, pasaron minutos y nada ¡mal educado de dios! Diría mi madre, una idea se me cruzo en la cabeza.

-¡Pato, Pepo y Tato!-grite llamando la atención del chico…-¿Todo bien?

-Todo bien, Benjamin ¿vos?-me pregunto estirando la mano, obviamente lo deje pagando.

-Juan Pedro Lanzani, amigo de toda la vida de la morocha más bella de Arroyo Seco…-repetí irónicamente

-¿Qué paso bro?-me pregunto Pato apareciendo junto a mis hermano-Ah, hola Benjamin…-saludo desganado, mis hermanos hicieron lo mismo.

Se escucharon unos pasos que se acercaban y frente a nuestros ojos apareció Lali con una sonrisa que de a poco se disbujo al vernos a los cuatro cruzados de brazos frente al rubio trucho.

-¿Qué hacen?-pregunto mientras tomaba su cartera y se la colgaba en su hombro.

-Nada Lalita…-así la llamaba Tato desde siempre y era al único que le permitía ese apodo-Quisimos saber quien era el afortunado de salir con vos.

No pude no reírme al escuchar los comentarios inapropiados de Pepo y Pato, cuando se juntaban estos dos era para temblar, Mariana solo fulmino con la mirada a cada uno.

-Che pero están muy graciosos ustedes…-luego de un rato miro a Benjamin-¿Vamos Ben?

-Dale, te espero afuera-nuestras carcajadas seguro se escucharon hasta afuera al ver como salio casi corriendo de la casa.

-Bueno espero que se comporten muchachos…-y deposito un beso en la mejilla de cada uno, hasta en la mía donde me dejo en bombado-Disfruten del asado, ¡Arrivederci!

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