Capitulo veintiuno.
-Te llamo luego…-colgué sin esperar respuesta del otro lado y tire el aparato sin importarme donde caía, como un animal trepe hasta la cama evitando que ella se escapara…-Escúchame…
-No, no quiero escucharte…-Mariana intentaba quitarse las frazadas de encima pero mis manos que estaban a cada lado de su cintura se lo impedían…-Pedro salí, déjame levantarme.
-¡No! El medico dijo que tenes que hacer un poco de reposo…-estire mis manos para empujarla suavemente…-Y mientras este acá lo vas a cumplir…
Lali apoyo su cabeza sobre la almohada, sus ojos estaban llorosos, su labio ya formaba un puchero y en cualquier momento se largaba a llorar, me odiaba porque ahora el culpable era yo pero no la iba a dejar libre tan fácil, yo no.
-No quiero verte, así que ahí tenes la puerta…-me la señalo sin mirarme…-Te vas por tu cuenta o grito.
Se cruzo de brazo como buena nena berrinchuda que era, entendía a la perfección que no me quiera escuchar pero sabía que yo no era Benjamin, que nunca la engañe y que lo ultimo que haría era irme de esa habitación sin aclarar las cosas.
-Grita todo lo que quieras, tus padres se fueron a la casa de tus abuelos, Ana Laura se fue con su novio, Pato esta trabajando y Gime creo que ni se va a dar una vuelta por acá hasta la noche.
Me posé a su lado apoyando mi espalda sobre el respaldo de la cama sonriendo victorioso, ella se acomodo hasta quedar en la misma posición que yo pero con los brazos cruzados sobre su pecho, yo los tenía apoyados sobre mis piernas con las manos entrecruzadas.
-¿Pasa algo?...
Y contuve una risa porque de reojo podía notarla molesta, sus labios se abrieron y cerraban dejando salir insultos mudos por que según ella la vida estaba en su contra.
-¡Te odio eso pasa!
-.♥.-
No podía ser, no podía ser primero Benjamin que me hacia la cornuda mas grande todo el pueblo y ahora Peter también esperaba un hijo…Y no era un hijo mío, eso era lo que mas me dolía porque siempre pensé que yo sería la primera en darle uno “pero si vos no estas con él jamás vas a poder ser la madre de su hijos” y le pedí a mi conciencia que se callara porque no tenía ganas de escucharla.
El muy idiota se retorcía a mi lado intentando guardarse la carcajada que le pedía a gritos desde su garganta que liberara, disfrutaba de verme así celosa y chinchuda pero no iba a recibir respuesta de mi parte.
-Lali porfa déjame explicarte…-y recibir su voz en un susurro sobre mi oído casi me hace flaquear.
-No Juan Pedro, no quiero explicaciones tuyas…-me voltee quedando de costado…-Tuve suficiente por hoy.
Espere a que me volviera a insistir pero no lo hizo, no me voltee porque quedaría mas claro que el agua que moría por pelear con él hasta que me dieran las explicaciones de lo que estaba pasando, cerré los ojos y me aferre a la sabana.
Poco a poco el cansancio por todo lo que pase hoy me iba consumiendo, no quería dormirme no tenía ganas pero Morfeo pudo más y me rendí a el.
-.♥.-
-Lali, eu Mariana...Marianita….-y estiraba las sílabas, fruncí las cejas al no recibir respuesta y me estire por encima…-Lali…-me salio en un susurro al verla dormida.
Me levante despacio sin hacer el mínimo movimiento posible que provocara que ella se despertara, una vez que me encontraba frente a la cama me dedique a observarla un rato hacia mucho que no lo hacia.
-Espero que entiendas y me perdones…-le dije en un susurro cuando me arrodille frente a ella para despedirme, era tarde y preferí dejarla sola había tenido mucho por ese día.-Te amo aunque cueste creerlo…-le quite un mechón de cabello que le cubría su hermoso rostro, bese lentamente su frente y sobre su mesa de luz le deje una notita.
Eran las nueve y media de la noche de un día bastante pesadito así que en vez de dirigirme hacia mi casa, fui hasta las hamacas que tiene la familia Esposito en su jardín trasero para sus nietos.
Me senté y de a poco comencé a columpiarme lentamente, mis manos se cerraban alrededor de las frías cadenas, mis ojos descansaban sintiendo el roce del fino rocío que comenzaba a caer, cuanto necesitaba ese tiempo a solas sin nadie que me hablara o me presionara.
Hacía una semana que me entere que Camila esperaba un hijo mío, había sido el balde de agua mas fría de toda de mi vida, recuerdo que ese día me sentí la persona mas miserable del mundo porque traía al mundo una criatura con una persona a la que no amaba ni con la que imaginaba hacerlo.
Al pensar eso en lo primer que pensé fue en ella, mis ojos se posaron en una ventana donde se podía ver una suave luz encendida, Mariana fue en la primera persona en la que pensé y a pesar de que sabía que me odiaría y una vez mas me echaría de su vida, necesitaba que me apoyara y me acompañara en estos meses que se me venían encima
“Se que te lastime y que no merezco tu perdón, pero solo a vos te necesito a mi lado.
No quiero que suene a reproche pero si yo estuve con vos esta semana mientras llorabas la herida de Benjamin,
¿Por qué vos no podes estar conmigo mientras lloro la falla que me mande con ella?
Lo último que quiero es perderte de nuevo, solo te pido que me abraces y me cuides.
Cuando deje de llorar, vos decidís si irte o seguir.
Peter.
PD: Te amo petisita.”
-.♥.-
No quiero que suene a reproche pero si yo estuve con vos esta semana mientras llorabas la herida de Benjamin,
¿Por qué vos no podes estar conmigo mientras lloro la falla que me mande con ella?
Lo último que quiero es perderte de nuevo, solo te pido que me abraces y me cuides.
Cuando deje de llorar, vos decidís si irte o seguir.
Peter.
PD: Te amo petisita.”
-.♥.-
Las lágrimas ya no me pedían permiso haciendo arder mis ojos como cada vez que querían salir, ahora salían y no les importaba nada. Estaba frente a mi ventana viéndolo escondida a través de la fina cortina, era un nene frágil pidiendo amor y yo se lo negué.
Me voltee para encontrarme con la pequeña nota arrugada sobre mi cama, las lágrimas que se escurrieron de mi rostro habían quedado impregnadas en aquel papel dejando las letras casi invendibles.
Un abrigo ni fino ni muy grueso cubrieron mis brazos, como el tiempo estuvo muy loco últimamente de noche refrescaba bastante, me calce mis pantuflas mientras me secaba el rostro y me hacia una coleta torcida decidí hacer algo que capas después me arrepentiría pero ahora lo tenía que hacer.
-Tierno que es…-dije en un susurro parada en la puerta del patio, de un salto evite los escalones que había debajo de la puerta y camine hacia él.
Sonreí cuando lo hizo al reconocer mis pantuflas de osito, aquellas que mi abuelo se encargo de regalarme, las moví de un lado a otro agrandando su sonrisa…
-Así me gusta verte, sonriendo…-me senté en la hamaca de al lado…-Leí tu nota…-mi vista estaba puesta sobre mis pies y la de él sobre mi.
-¿Venís a echarme?-me pregunto pero yo negué con la cabeza-¿Entonces a que viniste?
Eleve mi rostro para verlo, su rostro estaba cansado porque estaba sufriendo y mi corazón se encogió enormemente porque me sentí muy egoísta en esos momentos.
-Tenes mucha razón, vos estuviste a mi lado mientras llore la herida de otro hombre…-Peter me retiro la mirada pero yo seguía fija en él-Y yo fui cobarde al querer echarte, al no querer escucharte pero…Es que…-volví a desviar la mirada.
-¿Es que, que?
-Es que siempre me imagine que la que te daría tu primer hijo iba a ser yo…-no podía creer que le estaba diciendo la pura verdad-Pero a veces las cosas nunca salen como uno quiere y…Después de hablar con la almohada entendí algo.
Pedro volvió a mirarme y sus ojos estaban cristalinos, alguna lágrima rebelde se le escapaba por su rabillo, con dulzura se la saque y el cerro sus ojos disfrutando del contacto.
-Entendí que te mereces que te ayude a curar esa herida, ya me contaras como se dieron las cosas…-me calle un segundo-Pero ahora lo importante es que curemos tu herida y disfrutemos de lo que se va a venir.
Mi mano descanso sobre la mejilla de él y nuestras miradas cristalinas se conectaron, sabíamos que la vida no nos hizo fácil y por lo visto no nos lo va a ser pero si de verdad nos queremos vamos a tener que lucharla…Por primera vez creo que estoy dispuesta a hacerlo.
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