Capitulo tres.
De un momento a otro sentí como mi corazón comenzaba a acelerarse y los nervios fluían por mis venas provocando que moviera las piernas sin descanso, alterando la paciencia de mi padre.
-¿La familia de Pato?-hermano un año mayor que ella, amigo de todos nosotros.
-Si hijo…-me respondió luego se sentó a mi lado…-Igual no te quiero obligar a que vallas-acarició protectoramente uno de mis brazos-Si no quieres ir dímelo y yo manejo la situación con tu madre.
-¡Si que sos un groso viejo!-le dije luego de pasarle un brazo por su cuello-Pero quédate tranquilo que a esa cena voy a ir, no voy a perder oportunidad de comenzar a ver a mis viejos amigos.
Mi padre me sonrío mientras me despeinaba como cuando era un pendejo y le acababa de contar alguna de mis pirateadas luego de una noche de pura fiesta. Ví como se levanto de mi lado y volvió a acercarse a la puerta por donde había ingresado, segundos antes de que desapareciera de mi vista le pregunte a que hora tenía que estar listo.
-A las ocho por favor…-recibí como respuesta y luego si desapareció por donde entro.
Tape mi rostro con mis manos y dejándome en claro que no pensaría en esa cena hasta que llegue el momento comencé a desvestirme dejando un camino de ropa hasta perderme dentro del baño, necesitaba una ducha relajante con urgencia.
-.♥.-
…“Y de esa manera señor decano dejó a su disposición mi postulación para ser presidenta del cuerpo estudiantil el año que entra. Muchas gracias”.
“Su mensaje ya ha sido enviado”, suspirando aliviada apoye mi espalda sobre el respaldo de la silla y luego de unos segundos de retomar mi cordura me dedique a cerrar todo y apagar la maquina que hacía como una hora me tenía prendida.
Mira que el reloj marcaba ya casi mitad de la tarde, así que me tire porras y fui directo hacia la habitación de mi madre a la cual le tenía que informar mis planes para esta noche, si bien ya tengo veintiuno años al vivir bajo su techo todavía tengo que respetar las reglas que nos imponen desde pequeños. Una de ellas era informar si teníamos planes para salir o no.
Hice tres pasos y ya me encontraba delante de su habitación, note que la puerta estaba abierta y escuche una pequeña risita acompañada de muchos suspiro, asome el rostro y una sonrisa enternecida deje que se me formara, me apoye en el marco de la puerta dedicándome unos minutos para observar una imagen que vale muchísimo para mí, la de abuela y nieto juntos.
-Vamos peque déjate cambiar…-escuchaba como pedía en suplicas Lucre, mi madre.
Mi sobrinito de apenas un añito, hijo de mi hermana Gimena. (Léase: Gimena es mi hermana mayor, tiene casi treinta años y consigo un marido y tres hijos, Mariano de doce, Manuel de cuatro y Matías de un año. Gracias a ellos éramos un familión, luego le sigue mi hermana Ana Laura de veintiséis años, de novia desde los quince años pero todavía no esta lista para el compromiso y menos para ser madre, el siguiente es Patricio, un año mayor que yo, ósea veintidós años, amante del parche y la pata de palo, todavía no hay nadie que hizo que dejara ese oficio pero yo creo que algún día le va a llegar) entre balbuceos le impedía a mi madre que lo cambiara causando los miles de suspiros de mi madre.
Luego de cinco minutos de ver como mi madre corría persiguiendo al pequeño Martu, como lo apode yo, que gateaba con su colita al aire por toda la enorme cama me digne a dar unos golpecitos en la puerta haciendo notar mi presencia.
-Adelante…-y no miro de quien se trataba ya que estaba recostada sobre la cama con los ojos cerrados, pobre ya no estaba para esos trotes.
-Permiso mami…-dije entrando en la habitación-¿Estas bien?-le pregunte con una sonrisa divertida en el rostro.
Ella simplemente suspira y me tira un almohadón como reto por querer divertirme con su poca paciencia, luego de unos segundos se acomodo en la cama y con una mirada de molestia dirigida a mi sobrino me dijo.
-El mocoso de Matías que no me deja cambiarlo
No pude evitar reír porque el peque al escuchar que lo nombraban se paro sobre el colchón y comenzó a dar brincos, mire a mi madre de reojo y estaba igual que yo mordiéndonos nuestros labios inferiores al ver lo tierno e inocente que era ese mocoso, como lo llamaba mi madre.
Me limpie la baba como hago cada vez que estoy con alguno de mis sobrinos y me acerque al borde de la cama para tomar sus manitos y jugar unos instantes.
-Déjame y lo cambio yo-le dije a la vez que tomaba al pequeño y lo acostaba en su cambia bebe.
-Gracias hija…-luego se paro para acercarse a su placard y buscar alguna que otra prenda de ropa para ella y para mi padre la cual luego dejo sobre un sillón perfectamente acomodada.
-¿Salen esta noche con mi papá?-le pregunte al notar que había seleccionado la camisa mas nueva de mi padre que utilizaba solo en ocasiones especiales.
-No hija, vienen José y Analía-con la mirada le pedí un pañal que estaba lejos de mi alcancé y a los segundos lo tenía en mis manos gracias a ella-Los padres de Luz.
Al escuchar sus nombres simplemente no realice ningún gesto ni nada pero por dentro mi pulso se aceleraba como cada vez que ambas familias se juntaban, como cada vez que en alguna reunión u salida la disfruto junto a los hombres de esa familia, como cada vez que voy al colegio a retirar a Mariano y veo al mas pequeño riendo junto a sus amigos.
Simplemente el saber de esa familia mi pulso se aceleraba, interiormente intente tranquilizarme al recordarme que esa noche tenía otros planes y que no pasaría la tortura de escuchar las ultimas noticias sobre él ni nada relacionado con él.
-¿Por fin lograron organizar esa cena tan deseada por ustedes?-me reí al ver la mueca que había hecho el pequeño al juguetear con su regordeta pancita.
-Si por fin, siempre por una u otra cosa no pudimos-escuche como tiraba la cadena del inodoro ya que estaba dentro de su baño…-Pero anoche me llamo emocionada Analía exigiendo que organizáramos la cena y que por nada la cancelemos.
-Ha mira vos-fue lo único que dije mientras termine de colocarle una camiseta de unos autitos a Martu-¡Listo el pollo!-le regale un beso sonoro sobre su cachete, si me lo comería a besos- Aquí te entrego al hombrecito mas lindo de todo el pueblo-lo tome entre mis brazos para luego colocarlo dentro su corral, le sonreí tiernamente y segundos después me encontraba apoyada en la puerta del baño viendo como mi madre se pasaba todas las supuestas cremas que te cuidaban la piel, léase: yo no soy amante de esas cosas por lo cual hablo despectivamente de ellas.
-Mami yo venía para decirte una cosa-ella me miro a través del espejo esperando que continuara-Tengo planes para esta noche.
-¿Qué planes?-me pregunto retomando su tarea con las cremas.
-¿Recuerdas a Benjamin?-ella asintió, yo desvíe mi mirada hacia el suelo-Me invito a cenar y...Y yo acepte
Lucrecia se seco delicadamente el rostro luego de terminar de limpiarse el cutis y apoyando sus manos sobre la mesada color blanco para poder mirarme mejor.
-Mariana sabes perfectamente que ni yo ni tu padre te vamos a dar permiso sabiendo que esperamos invitados-me recrimino, yo solamente bufe y decidí irme de la habitación antes de que se arme una pelea que jamás terminaría- ¡No seas maleducada que te estoy hablando!-me grito al ver que me iba-¡Tienes la obligación de quedarte y lo sabes!
-¡No!-grite desde la puerta-¡No pienso pasar papelón con Benjamin, voy a ir a cenar con él y punto!
En dos zancadas que dio mi madre se encontraba en el centro de su habitación mirándome furiosamente por no obedecer sus ordenes, y cada vez que sus ojos se oscurecían, sus manos reposaban sosteniendo su cadera y sus pies golpeteaban sin cesar el piso era porque estaba enojada de verdad, y cada vez que eso sucedía mi cuerpo comenzaba a templar ya que odiaba discutir con ella. Estaba en claro que ella no iba a permitir que yo faltara en la cena y menos que menos que me saliera con la mía.
-Mariana Elizabeth-cerré los ojos al escuchar mis dos nombres, si estaba enojada-Todavía vives bajo mi techo, así que vas a cumplir con lo que te digo. Es más si quieres tráelo a Benjamin a cenar-pronuncio como una posible solución a mi capricho- Y así matamos dos pájaros de un tiro, además esta cena no es cualquiera hija, vamos a recibir a…
-¡No!-le grite interrumpiéndola-¡Te dije que no mamá y no insistas!-calle un instante para intentar calmarme-Ahora con permiso que necesito arreglarme, adiós.
-Juan Pedro…-termino diciendo en un susurro Lucrecia y el que yo no llegue a escuchar.
-.♥.-
Me encontraba en la sala de mi casa viendo televisión con la compañía de mi perro Mina, cuando sonó el timbre de la casa.
-¡Peter atiende por favor que yo me estoy arreglando!-grito mi madre desde la planta de arriba, suspire a la vez que tomaba el mando de la televisión y lo apagaba, odiaba tener que levantarme cuando estaba por de mas de cómodo.
-A ver muchacho córrete así me levanto.-el perro en un segundo me hizo caso permitiéndome que me levantara y me acercara a la puerta.
-¿Si?-pregunte al abrir la puerta y no reconocer a la persona que se encontraba del otro lado
-¿Peter?-pregunto a la vez el muchacho que se encontraba al frente mió mirándome atónito.
-Si, ¿tú eres?-le pregunte al ver la cara de emoción que tenía la otra persona y que yo seguía sin reconocer.
El muchacho se rió con gracia al ver mi cara de confusión y aplaudiendo como si le hubieran dado un juguete nuevo, me abrazo efusivamente y de la misma manera me tomo de los hombros para mirarme más detalladamente.
-Que cambiado que estas viejo,-dejo salir una pequeña risita de felicidad- ¿como es que ya no te acuerdas de tu mejor amigo?
-¿Nico?-pregunte al reconocer aquel personaje que fue mi compañero en millones de aventuras cuando éramos unos críos-¡Hermano!
Ambos comenzamos a reír y nos abrazamos amistosamente mientras le hacía lugar en la puerta para que ingresara a la casa, entre risas nos dirigimos a la cocina donde se encontraba Luz.
-Que cambiado que estas loco…-le dije pegándole una palmaba en la espalda
-¡Y tu ni que lo digas! La universidad y los barrios de dinero te hicieron un nuevo hombre.
-No es para tan…
Luz elevo la mirada de su té al sentir voces que se hacían mas potentes al llegar a la cocina y al verlo a él, al ver a mi mejor amigo, su mirada se ilumino por completo creando una sonrisa que dejaba a la vista su perfecta dentadura, segundos después se bajo de la banqueta donde estaba sentada y entre saltitos corrió hacía Nicolás para rodearlo con un abrazo y atrapar sus labios en un beso interrumpiendo la conversación que teníamos.
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