sábado, 21 de enero de 2012

Montaña Rusa (Capitulo 3)


Las calles que rodeaban al colegio Doctor Luis María Drago se encontraban atestadas de autos por donde bajaban adolescentes dormidos predispuestos a pasar cinco horas encerrados en un aula aprendiendo nuevas cosas, frente al colegio se detenía el colectivo ciento treinta y seis, aquel bondi de color verde que pasaba cada veinte minutos por la puerta, de ahí descendía Alejandro con sus auriculares negros escuchando a un volumen donde ya no escuchaba lo que pasaba a su alrededor, sus manos dentro de sus bolsillos del jeans, su pelo corto con apenas un poco de flequillo se encontraba escondido en su típica gorra de Nike y sus ojos mitad abiertos y mitad cerrados, como era costumbre en él.

Alejo, como lo llaman sus pares, se quita los auriculares al cruzarse con Azul, la típica flaquita que se dedica al modelaje, que es la envidia de todas las chicas del colegio y el deseo de todos los chicos, pero para él no lo era, él tenía el deseo de una sola chica: su novia Evelyn, Piru como es llamada, y gracias a dios no lo tenía insatisfecho en ningún punto de vista con respecto a la relación.

Un beso, un pequeño abrazo por parte de Azul, uno lo saluda con la forma típica de hacerlo pero ella te lo completa con un abrazo, Azul es así cariñosa. Un ¿Cómo estas? ¿Estudiaste algo? Lanzado por la rubia, un todo bien con sueño acompañado de dos risitas, una mano que se estira para rascarse su nuca por parte de Alejo, unos brazos que se acomodan mejor los libros de parte de Azul y no ni ahí que estudie, va una leída pero machete a full y otro par de risas a la vez.

La rubia divisa a los lejos a Ornella y Jessica, sus inseparables amigas, así que otro beso en la mejilla y otro abrazo para ver como ella se desaparecía entre las personas que había sobre la vereda hasta llegar a sus dos amigas. Alejo vuelve su mirada hacia la entrada y suspira, no quedaba otra que entrar.

Doctor Luis María Drago es uno de los pocos colegios públicos donde su reputación era excelente en cuanto a material de estudio, equipo de profesores y alumnado se tratara, con un salón de actos apenas ingresas, una biblioteca a su izquierda junto al SUM y dos salones, su secretaría y su cocina a su derecha, si caminas derecho te encuentras con la fotocopiadora y una escalera, si doblas apenas te encuentras con tres salones, el pequeño estacionamiento donde los alumnos suelen dejar las bicicletas o motos con los que suelen llegar y la puerta para el patio doble, uno donde todo es de cemento donde las chicas suelen hacer gimnasia y otro con césped y dos arcos donde se suelen formar partidos de futbol o de hamboll y cuatro canchas de voleibol con sus respectivos vestuarios y oficinas de profesores.

Una vez mas adentro si subís las dos escaleras te encuentras con el primer piso donde si giras a tu izquierda lo primero que ves es el ascensor para situaciones excepcionales, la sala de profesores y la dirección, junto a ellos la sala de computación y si seguís caminando comienzas con una serie de salones de clase hasta que te chocas con el baño de hombres que apenas llegas ves siempre a un grupo de chicos en los bebedores o apoyados contra la pared esperando al profesores de turno, en mitad de camino un mural hecho por ex-alumnos donde retrataron a la ciudad en su totalidad, y del otro lado, el baño de las chicas que al igual que el otro apenas llegas hay una serie de bebedores y se puede ver a todas las chicas paradas frente al espejo retocándose el maquillaje, arreglándose la pollera o camisa y peinándose, al lado del baño se encuentra la oficina de la psicopedagoga que a la vez se encuentra junto a la cocina de la cantina quien tiene dos mesas enormes afuera para que los alumnos se puedan sentar y se encuentran enfrente de la preceptoría principal, donde vuelves a encontrarte con una escalera que te lleva al segundo piso que es igual al primero solo que este tiene el laboratorio.

Alejo realizo todo ese recorrido, ingresar por la puerta principal saludar con una sonrisa a Ana la portera de años, esperar que le abra la puerta blanca y encontrarse con sus ojos a la escuela en su totalidad, caminar con sus pies siendo arrastrados mientras saludaba a un que otro conocido, detenerse en la fotocopiadora porque se encontraba Pecile y con quien siempre intercambiaban palabras sobre música, esa no fue la excepción. Luego de saludarlo con un golpe en el hombro subió con lentitud, porque Alejandro era así: lento para todo, las escaleras hasta caminar derecho hasta su salón: 204; dejar su mochila en su banco que se encuentra atrás de todo junto a la ventana, que una sonrisa se le forme al ver que en el banco de adelante ya se encuentra la carpeta rosa peluche de su chica, saludar a quienes iban entrando con un beso en la mejilla si era compañera o una palmada en la espalda si era compañero, dirigirse derecho hasta el baño donde se encontraban sus fieles amigos de ruta.


-¡Buenaaaaaaas!-exclamo canturreando y estirando la última vocal mientras apretaban sus manos con cada uno.

-¿Nos levantamos de buen animo?-pregunto Carlitos mientras le daba una pitada al típico pucho que se fumaban antes de entrar a clase.

Alejo se acerco a uno de los urinarios para descargar todo lo que se banco durante la media hora que tuvo de viaje desde su casa hasta el colegio, ya se dijo Alejandro era lento para todo.

-Como siempre amigo…¿Ustedes?...-los miro por sobre su hombro y pudo notar a Vico apoyado contra el borde de las canillas con la mirada gacha-Por lo que veo que no…-dijo mientras le hacia un gesto de cabeza a Carlos señalando al morocho de ojos verdes.

Carlos se apuro a darle la ultima pitada al cigarrillo, lo tiro al suelo para pisarlo unas cuantas veces y con un pequeño empujón lo tiró hacia una esquina donde no se viera. Se acerco a su amigo apoyándose a su lado izquierdo, el derecho fue ocupado por Alejandro luego de que se levara las manos.

-Ey Viquito ¿pasa o paso algo?-ese era Alejandro quien quería a Ludovico como si fuera su hermano de sangre.

Vico negó con la cabeza sin levantar la vista del suelo ni descruzar sus brazos de su pecho, era la típica pose que ponía cuando algo le pasaba pero no quería decirlo. Carlos chasqueo la lengua porque siempre le molesto que haga eso cuando sabía que podía confiar en sus amigos.

-¿Tu viejo?-se animó a preguntar y como respuesta solo recibieron un suspiro cansino-¿Qué te hizo ahora?

-O ¿Qué no te hizo?

Vico volvió a suspirar cansado y sus brazos por primera vez se movieron para sus manos puedan refregar su cara una y otra vez, y luego despeinar su cabello.

-Anoche volví a escuchar como discutían…-los dos amigos, uno morocho y otro rubio,  el primero miro hacia arriba y lanzo un juramento en silencio, el segundo se limito a darle apoyo a trabes de un apretón en el hombro…-Y pude…pude escuchar como…mi vieja…-y su voz se quebró al recordar el momento.

-¿Le volvió a…pe…pegar?-pregunto Alejo despacio y en casi un susurro, él era el mas sensible de los tres.

 Justo cuando Ludovico estaba asintiendo y había abierto la boca para largar todo lo que guardaba, Diego, un rubiecito de estatura mediana que iba con ellos, llego corriendo al baño y entre agites anunció:

-¡Alejo! ¡Alejo! ¡Alejo!

-¿Qué pasa amigo?-pregunto frunciendo su entrecejo al ver como Diego se sostenía con una mano en una de las paredes y con la otra su pecho intentando recuperar el aliento.

-Tienes que…Tiene que ve…-todavía le costaba regular la respiración luego de la corrida que se había mandado…-Tienes que venir al s…al salón.

-¿A que?-pregunto sin quitar la vista de Vico quien tenía la mirada perdida…y con mucha razón.

-Vos solamente ven…

Carlos bufó molesto-No puede ahora Diego, entro de veinte va…

-¡No! Tiene que venir ahora…-insistió el rubio-¡Piru se esta agarrando de las mechas con Ivana!


Y eso basto para que el trío se olvidara de todo y saliera corriendo desesperado hasta el salón doscientos cuatro, donde se escuchaban gritos y alientos para cualquiera de las partes.


Alejandro González.

Edad: 18 años.

Familia: Viviana, madre de 47 años,  Fermín, hermano de 16 años.

Carácter: tranquilo, celoso por naturaleza, pensante en ciertas  situaciones, cabrón en otras.



“Hasta ahora no me puedo quejar, desde los 15 que tengo una novia maravillosa, Evelyn fue (y es) la primera en todo y doy, daría y daré lo que sea para ayudarla siempre. Tengo un hermano pequeño al cual adoro pero me da dolores de cabeza tremendos, una madre hermosa por la cual me desvivo para que se sienta orgulloso de nosotros dos y por eso luego llego a sentir un odio (y dolor) tremendo por mi hermano. Carlitos y Vico son mis hermanos del alma, con ellos vengo creciendo desde el jardín de infantes, por lo cual su dolor es el mío, su alegría es la mía y nada lo va a cambiar, y aunque la vida me de mil vueltas yo siempre la voy a luchar.”

Montaña Rusa (Capitulo 2)


“Y es que le dicen la guapa, por guapa, guapa, guapa y guapa. Por su gracia marinera que no la tiene cualquiera…”

El sonido proveniente de su celular la saco de sus pensamientos obligándola a girar a lo largo de su cama hasta que su mano toco el aparato, sus dedos se apresuraron a leer el contenido del mensaje que le había acabado de llegar y sus dientes mordisquearon traviesamente su labio inferior.

-Marianita vamos a mejorar esta mañana podrida que acaba de comenzar…

Luego de contestar el mensaje de texto, se levanto de un salto y en menos de cinco minutos su pollera azul marino cubría apenas su colaless color roja y su camisa blanca estaba atada debajo de sus pechos, dejando apenas que se viera el encaje blanco que contorneaba a su brasier, sus piernas fueron cubiertas por unas medias que le llegaban hasta la mitad con algunos tajos y sus pies descansaron sobre unos zapatos negros con tacón.

 -Ma yo no voy a desayunar acá…-le dijo una vez que llego hasta el living-comedor y la vio tomando unos mates mientras miraba el noticiero.

-¿A dónde vas entonces?

Lucia no quitaba la vista del televisor y Eliana se encargaba de revisar que en su cartera se encontrara todo lo que necesitaba, una vez terminado se la colgó al hombro, tomo su carpeta y dos libros para agacharse y darle un beso en la mejilla a su madre.

-Emmm…Para que mentirte ¿no?-Lucía mientras sorbía un poco del agua caliente que había en el mate  asintió-Me voy a ver un ratito con “El muerto”

Lucia dejo inmediatamente de lado el mate y empujo apenas su silla mientras se cruzaba los brazos sobre su pecho, Eliana cerró los ojos, dejo caer todo su peso sobre su pierna izquierda y espero a que comenzara el sermón.

-Tu hermano te tiene dicho y prohibido que te veas con ese pibe, si te lo dice constantemente es por algo.

-Ni vos ni Ezequiel lo conocen como yo vieja…Perdón mamá-se retracto al ver como las cejas de su madre se ponían duras y serías, detestaba que la llamaran así.

-Yo no tengo que conocer a nadie, confío en mis hijos y si tu hermano te dice que te alejes de ese pibe es por algo.

-¡Y yo te digo que no me voy a alejar!

Eliana ya estaba perdiendo la paciencia, por lo que la ultima frase salió en forma de grito, lo que provoco que Lucia también se molestara y alterara el tono de su voz.

-¡Mira nena a mi no me vas a venir a gritar y si te digo que no es….!-el portazo que acaba de realizar Eliana provoco que Lucia terminara con la palabra en la boca y saliera a correrla hasta las escaleras-¡Pendeja de mierda ven para acá! ¡Soy tu madre y no me vas a dejar con la palabra en la boca!

-¡Adiós mamá me están esperando!

Lucia volvió a pegar otro grito mas fuerte mientras bajaba a las corridas el ultimo escalón que daba al primer descanso del edificio y un insulto mas fuerte salió de su boca al ver que su hija se subía a una moto negra que la esperaba en la esquina y era conducida nada mas ni nada menos que por el oveja negra del “muerto”

Mientras tanto, a unas cuantas cuadras de la casa de Eliana, una puerta color marrón claro se abría dejando salir una oleada de vapor, para luego verse la figura de un Ludovico envuelto con una toalla a la altura de su cintura, con sus locos pelos revueltos y goteantes, y sus pies descalzos disfrutando de la temperatura media que había en el piso.

-Hijo por favor cámbiate…-le pidió Cecilia mientras pasaba con un cajón lleno de impuestos que debía revisar, Vico le sonrío y solo se agacho unos centímetros para darle un beso en la mejilla-Con eso no logras nada, cámbiate rápido así tu padre te alcanza al colegio.


Vico sin decir nada se dirigió hacia la puerta donde una bandera de Argentina descansaba pegada en el centro, la cual era su habitación, pared pintada de celeste cubierta por imágenes de sus artistas preferidos, entre ellos: Charly Garcia, Fito Paez, Almafuerte, V8, Orka por un lado, por el otro se encuentran fotos de Nirvana, The Beatles, John Lennon y Paul McCartney, y como si no le faltara decoración a esa habitación, en un pequeño costadito justo encima de la cabecera de la cama, una banderita de River Plate, el amor verdadero de Ludovico, se encuentra flameando entre tantos músicos.

-¡Ohh que placer!-exclamo al dejarse caer sobre su cama de dos plazas y rebotar varías veces en ella.

Unos minutos de fíaca no le hicieron nada mal pero era hora de irse al colegio, así que la toalla blanca que rodeaba su cintura termino cayendo en algún rincón y como Dios lo trajo al mundo se recorrió los pocos metros de su habitación para colocarse su jeans azul, a la vez que se colocaba sus medias y sus zapatillas de lona todas sucias y una remera blanca lisa que marcaban los musculosos brazos de él era su habitual uniforme.

Con carpeta negra en mano, lapicera azul y corrector en el bolsillo, sin olvidarse de su celular y auriculares salio entre cantitos hacia la calle, donde su padre lo esperaba con el auto encendido.

El viaje no fue gran cosa, lo único que rompía el silencio dentro de aquel auto era la música que desplegaba del radio, Ludovico no tenía muy buena relación con Jesús, su padre, mas bien no tenía relación alguna, su padre era un hombre bastante seco, solo se dedicaba a trabajar, a poner la plata en la mesa, a comer y a dormir, eran muy pocas las veces en las que compartían charlas interesantes, jugaban al futbol o se acompañaban en momentos claves.

-Gracias…-espetó solamente Pedro al bajarse del auto…-Que vos también tengas un buen día…papá…-susurro al ver como el auto desaparecía de su vista al instante en que él cerraba la puerta, con un suspiro frustrante volteo hacia la puerta del colegio, era hora de ponerse la careta de la felicidad.

Y de esta forma comienza a contarse la historia de Eliana y Ludovico.


Eliana Francia.
Edad: 18 años
Familia: Lucia, madre de 48 años, Ezequiel (Zeze) y Jair (Poro) de 20 años cada uno, Hernan, padre abandonito de 41 años
Carácter: fiel, impulsiva, dinamita pura, comprensiva, consejera, sensual.

“Que me prohíban cosas hace que me vuelva un tanto insoportable y valla a contra corriente. Soy desconfiada por naturaleza pero tengo mis motivos. Enamorada de mi peor enemigo, aunque yo se que es la mejor persona del mundo. Sin miedo a defender como se debe a mis amigas, Sofía, Brenda y Evelyn. Aunque muchos piensen que quiero destruir mi vida yendo a la par de malas influencias, los que en verdad me conocen saben que tengo metas, y no voy a parar hasta cumplirlas.”

Ludovico Luchiani.
Edad: 19 años
Familia: Cecilia, madre de 50 años y Jesús, padre de 49 años.
Carácter: Orgulloso, impulsivo, seductor, buen consejero, pasional.

“Lo único que vale la pena en esta vida para mi es mi vieja y…y ella, aunque no nos podamos ver cara a cara sin pelearnos, siempre mi sombra la esta cuidando, protegiendo de las basuras que la rodean. Como también no dudo en desparramar golpes a quien se le ocurra poner un dedo encima a Alejandro, Carlos y Luis. La vida me da sus golpes, por eso hace un tiempo decidí disfrutar de ella: mujeres, sexo y descontrol, ¿Qué pibe de diecinueve años no quisiera vivir así? Pero no lo olviden, la vida golpea y uno se tiene que amoldar a ella.”

Montaña Rusa (Capitulo 1)


El sol comenzaba aparecer por el lado este de la ciudad, iluminando con lentitud cada rincón de esta, hasta que sus rayos ultravioletas se colaron en aquella habitación, logrando como consecuencia dejar a la vista el desorden y la suciedad que había ahí dentro.

-¡Eliana! ¡Eliana!-grito Lucía mientras terminaba de enganchar la cortina alrededor de una pequeña cuerda y abría las persianas-¡Eliana despierta!-volvió a gritar al notar que la chica que se encontraba en la cama de plaza y media que había en la otra punta de la habitación, no hacia ningún movimiento.

Lucía giro y suspiro cansada, cada día era la misma rutina, ella subía la pequeña escalera para encontrarse con su hija menor aun durmiendo,  entonces iba directo hacia la ventana para iluminar la habitación y hacer que entre un poco de aire, mientras que repetía una y otra vez el nombre de su hija sin tener logro alguno.

-¡Eliana no te lo repito mas, despiértate de una buena vez!

Esta vez Eliana se removió entre las cobijas y se cubrió un poco mas, por lo que Lucia se vio en la obligación de acercarse a la cama, quitarle sin dolor alguno las cobijas y dejarla al descubierto.

-¡Ya vieja cinco minutos más!-grito la joven a la vez que tanteaba con su mano (y con los ojos cerrados) el borde de la cobija.

-¡No Eliana! ¡Ya es tardísimo!-Lucía bufo y volvió a retirarle la cobija-¡Basta niña! Te estas ganando un castigo para el fin de semana y sabes lo que significa…-se callo un instante para arrodillarse sobre el suelo y poder meterse debajo de la cama, de donde sacó las medias y zapatos del colegio-…Te quedas sin ir a la fiesta de Paola…

-¡No!-grito Eliana ante esa amenaza y Lucia río a la vez que le dejaba el uniforme sobre la cama y se acercaba a darle un beso en la coronilla de su cabeza-Eres mala ¿sabes?

Lucia solamente le sonrío mientras se dirigía hacia la escalera, sin antes decirle que se apurara porque ya era demasiado tarde.

Eliana parpadeo varias veces, dejando su vista clavada sobre las estrellas que se encontraban pegadas en su techo, solo bastaron cinco minutos hasta que estiro sus piernas para que tocaran el frío suelo y se abrazara a si misma por un pequeño escalofrío que le recorrió.

-Que sueño que tengo…-dijo en medio de un bostezo, se levanto de la cama y camino hasta su pequeña cómoda donde había dejado cargando su celular la noche anterior-¡Pero eres un monstruo Marianita!-exclamo al verse, sus manos se apresuraron a intentar acomodar un poco el revoltoso cabello que la hacia parecerse al Rey León-¡Demonios es tardísimo!

-Mamá lleva más de media hora diciéndotelo-comentó Ezequiel desde la puerta de la habitación, ella volteo solamente para sacarle la lengua, él le apunto con un dedo-Cuantas veces te tengo que decir que no me gusta que duermas en corpiño y culotte…

-¿Y yo cuantas veces te tengo que decir, que si traes a una minita no hagas ruido a la hora de tener relaciones?
Ezequiel se puso inmediatamente colorado a la vez que se llevo una mano a su despeinado cabello, Eliana sonrío mientras que sus manos se apoyaron sobre el borde de su cómoda.

-¿Qué necesitas hermanito?

-¿Yo? ¿Qué voy a necesitar?-Ezequiel se rasco la nuca, lo que provoco la risa de su hermana-¿De que te ríes pendeja?

Ella elevo su rostro, tirando su cabello hacia atrás cayendo en forma de cascada, Ezequiel se cruzo de brazos mirándola con el ceño fruncido.

-Es que…Es que Zeze te conozco como si yo te hubiera parido, dale…-movió sus manos en un gesto que indicaba que dijera lo que necesitaba-Escupí la ensalada…

-Eres un nomo de jardín insoportable…-se quejo el morocho…-Esta Kathy en mi habitación y…

Eliana largo otra carcajada más fuerte y comenzó a rotar su rostro en forma negativa, se alejo de la cómoda para empujar a su hermano de la puerta y así poder mirar al final de la escalera.

-Dale Katrina subí…-le dijo a la rubia de pechos voluptuosos que se encontraba apoyada contra la pared-¡Me debes una grande!-le grito a su hermano una vez que este bajara de dos en dos las escaleras y su ligue pasara la puerta de la habitación.

Eliana estaba a punto de cerrar la puerta cuando una mano lo impidió,  miró a Katrina, quien agacho la mirada mientras se mordía tontamente la punta de su dedo anular e inmediatamente giro para ver quien estaba del otro lado.

-Hola peti…

-¿Qué haces aquí?-le pregunto mientras el muchacho ingresaba descaradamente a la habitación.

-¡Te debo una muy grande!-le grito Ezequiel desde su habitación.

Eliana miro a su hermano que le sonreía inocentemente, una vez que vio como cerro la puerta de su habitación, giro sobre su mismo eje para ver como la rubia reía tontamente ante los cariñitos que le hacia el muchacho descarado que había ingresado hacia segundos.

-¿Perdón?-pregunto con un tono irónico que cautivo la atención de la pareja-¿Qué coños significa lo que están haciendo?

-Ay ya Pitti sabes muy bien que me pones quenchi…

“¿Me pones quenchi?” repitió en un susurro Eliana, mientras seguía viendo la escena, sus ojos se abrieron como plato cuando vio como Katrina empujo al muchacho, haciendo que este cayera recostado sobre la cama.

Vico abrió sus labios para decir algo pero se le escapo un gemido al sentir como los labios de la rubia comenzaban a jugar con el lóbulo de su oreja, Eliana sintió como su sangre hervía pero intento mantenerse en calma, lamentablemente estaba acostumbrada a vivir ese tipo de escenas pero…

-¡Creo que es mejor que te vallas!-grito mientras tironeaba a la rubia del cabello logrando quitarla de encima del chico-Mi madre esta por volver a subir y la intención es que no te encuentre acá.

Katrina iba a hablar pero esta vez ella fue mas veloz, Eliana abrió la ventana que daba al patio trasero de su casa y sin ninguna delicadeza empujo a la rubia hacia fuera.

-¡¿Qué haces nena?!-grito Vico mientras se levantaba de la cama y corría hacia la ventana-¿Estas loca?-le pregunto al voltearse.

-Si…-le respondió ella acercándose peligrosamente a él-Estoy loca por...

La voz de Eliana salio en un fino susurro, Pedro sonrío de medio lado, logrando una sonrisa canchera, la cual sabía que a ella le molestaba profundamente. Él se apoyo sobre el borde de la ventana esperando ver la acción de la chica.

-¿Estas loca por…?-pregunto con la intención de que Eliana completara la frase.

Ahora la que había sonreído fue ella, que se acerco peligrosamente al rostro de él, primero coloco sus manos sobre los hombros luego rozo su nariz con la de él, hasta que sus labios comenzaron un leve vaivén de roces.

-Estoy loca por…-volvió a repetir ella en un mínimo susurro mientras hacia un intercambio de miradas con él y su boca.

Estaban a punto de besarse, cuando Eliana de un leve empujón hizo que Vico cayera por la ventana, sin importarle que se encontrara solamente en paños menores ni que la vecina chusma de al lado este observando todo desde la ventana de su cocina, esperando el momento de poder ir a contar el chisme.

-¡Estas loca petiza!-le grito Pedro mientras se levantaba del césped e intentaba cubrir sus partes.

-Lo que tu digas pendejo…-Eliana se mordió la lengua para no gritarle un insulto pero su naturaleza le supero-¡La próxima vez que la rubia hueca quiera follarte…Y en MI cama la consecuencia va a ser peor…!

Pedro largo una carcajada y Eliana solamente le mostró el dedo del medio para luego meterse de nuevo dentro de su habitación.

-¡¿Por lo menos me devuelves mi ropa?!-le grito un Vico que se encontraba en mitad de un patio delantero intentando cubrirse sus paños menores con dos tapas de pizzas que había sacado del contenedor de basura.

La morocha desvío su mirada hacia su cama donde se encontraba los jeans de él y en dos zancadas estaba de vuelta frente a la ventana con la prenda en una de sus manos y en la otra una tijera.

-¿Los quieres?-le pregunto y Vico asintió rápidamente-Lastima…Tendrás que comprarte un par nuevo…

Vico largo un grito histérico al ver como ella desde su ventana iba desgarrando a tijeretazos sus jeans, que justamente solían ser sus preferidos, segundos después la prenda caía sobre su rostro.

-¡Me la vas a pagar nomo de cuarta!

-¡Lo que tú digas!-le grito ella.

Eliana cerró fuertemente su ventana para luego dejarse caer sobre su cama, cerró los ojos mientras suspiraba, lamentablemente para ella, esa situación se repetía constantemente pero no le quedaba de otra que hacerse la malita con él y volverlo loco cada vez que pudiera.

Montaña Rusa


¿Quién dijo que la vida es fácil?

Droga. Bulimia. Abortos. Maltratos intrafamiliares.

Una historia basada en hechos reales.