Capitulo catorce.
Domingo día de futbol con amigos, se jugaba el súper clásico y a pesar de que ninguno era hincha de Boca-River era una tradición juntarse a ver el partido todos juntos.
-¡Dale Pepo que llegamos tarde!-le gritaba desde la escalera a mi hermano-¿Tato que esta haciendo tu hermano?
-No encuentra la zapatilla-me respondió bajando por la escalera-Es un nabo…
Suspire porque somos un desastre los tres, Pepo el desordenado, Tato el impuntual y yo el indeciso, me acercaste a mi hermano y decidimos irnos sin Pepo a la casa de Pato.
-No se que tanto lío hacen si la casa queda cruzando la cerca-se quejaba el Lanzani que faltaba-¡Vamos que ya me cansaron!-y fue el primero en cruzar la puerta de calle seguido por nosotros dos que nos reímos por lo berrinchudo que era.
La casa estaba a total disposición de nosotros, Pato, Pepo, Tato, Agus y yo nos adueñamos de la sala con cervezas y todo tipo de frituras, que mejor forma de pasar un domingo.
-¡Vamos que boquita tiene que ganar!-exclamaba Tato frotándose maliciosamente las manos…
Agustín se sentó a su lado con un vaso de cerveza entre sus manos y le dijo que no se ilusionara que Pavone se encargaría de hacer el partido de ellos, Pepo estuvo de acuerdo con el cacheton desde el sillón individual del cual se había adueñado, Pato apostaba por Palermo y la pasión por la xeneize, yo simplemente escuchaba y daba apenas algunos comentarios.
El partido se encontraba en sus veinticinco minutos de juego y ya estábamos casi sin voz por los gritos que le dábamos al televisor como si nos escucharan.
-¡Pero patea de una vez!-le gritaba Pato a uno de los jugadores de Boca que tenía la pelota y no sabía que hacer.
Agustín y Pepo se levantaron y se sentaron a la vez cuando River tiro un pelotazo que pego en el travesaño, Pato con Tato se taparon la cara de desesperación por los errores que estaba realizando el equipo y yo solamente me encontraba de lo mas pancho sobre el sillón doble mirando como ellos se encargaban de insultar a los jugadores y al arbitro.
-Che Patito paso al baño-él solamente me hizo una seña con la mano de que no había problema, nada iba a ser que sus ojos se despegaran de la pantalla-¡Paren de insultar un poco manga de zánganos!-les grite riéndome al escuchar los insultos que largaron porque habían cobrado una falta a favor de los xeneize.
Luego de unos minutos en el baño volví a dirigirme hacia la sala pero al cruzar el pasillo de las habitaciones note una de las puertas entreabiertas y ruidos provenientes de ellas, fruncí mi entrecejo porque tenía entendido que estábamos solos en la casa.
Lentamente me acerque e intentando hacer el menor ruido posible termine de abrir la puerta dejando a mi vista la decoración de la habitación que hacia tres años que no veía, era la de Mariana y mi pulso se acelero por completo.
-¿Hay alguien?-pregunte entrando por completo e inspeccionando cada rincón, sentía la carrera que realizaba mi corazón mientras que veía atentamente toda la habitación, todo seguía igual nada había cambiado.
De pronto el ruido de una ducha llamo mi atención y ahí fue cuando note unas bermudas de jeans, una remera musculosa rayada (casualidad que esa se la había regalado para un cumpleaños y sorpresa de que todavía le entrara) y una campera fina color amarilla, mis ojos se oscurecieron y una sonrisa un poco picara se me dibujo en la cara.
Rápidamente corrí hacia la puerta la cual cerré lentamente sin que provocara ningún ruido que llame su atención y con pasos lentos pero con el corazón latiendo a mil me acerque a la puerta del baño la cual estaba abierta casi en su totalidad (si soy tonto por prestar atención tarde), sonreí abiertamente al escucharla cantar y ver a trabes de la mampara como movía su figura al ritmo de la canción.
-Que paso en mi vida para merecer un amor así cuanto llore y sufrí-escuchaba atentamente la letra-Día y noche esperando a que vinieras por mí y ahora estas aquí-me mordí los labios porque sentí como me dedicaba esa parte de la canción.
-Tan galán que me haces vibrar con tu piel tostada siempre tan sensual-sonreía cancheramente apoyado en el lavabo esperando no ser descubierto-Todas esas cosas que piensas hablar me pones sexy, sexy.-me encontraba con los ojos cerrados disfrutando de su voz cuando no sentí que el agua dejaba de correr y la mampara se estaba por abrir-Baby nadie puede amarte mas que yo-otra vez sonreía porque era cierto nadie me iba a amar mas que ella.
-.♥.-
Sabía que mi hermano vendría con algunos de sus amigos a ver el partido que se jugaba hoy y como no tenía ganas de salir ni de cruzarme con ellos preferí quedarme toda la tarde en mi habitación haciendo un día de spa.
La cera reposaba en una esquina de la habitación terminándose de secar, sobre la mesita de luz las pinturas de colores, el quita esmalte, algodón y todos los utensilios de manicura fueron los responsables de que tuviera unas manos y pies perfectos, sobre mi lavabo se veían las distintas cremas que habían limpiado mi piel y la ducha se encargo de relajarme completamente.
Mientras me duchaba escuche el móvil sonar y en menos de segundos salí como dios me trajo al mundo para averiguar de quien se trataba, el rubio me invitaba al cine así que aproveche de elegirme la ropa y volver bajo el agua antes de que se me acabara la temperatura caliente.
Nunca puedo bañarme sin música pero como no tenía ganas de salir de nuevo preferí comenzar a cantar alguna que otra canción y Thalia con su Me pones sexy me hizo compañía, aunque a la vez que cantaba parte de la canción me daba cuenta que la letra no era la indicada porque me hacia pensar en cierta persona que hacia días no veía.
Con una sonrisa en el rostro porque llevaba un día tranquilo cerré el grifo y abrí la mampara tranquilamente pero cuando elevo la mirada no esperaba encontrarme con alguien dentro de mi baño.
-¡Peter!-grite provocando un susto en él.
-Lali-dijo en un tono de sorpresa-Lali…-volvió a decir con una mirada penetrante, con la mirada de lujuria que usaba cada vez que la cosa se ponía caliente y ahí fue que caí que estaba desnuda frente a él.
-¡Cerra los ojos! ¡Ándate de acá! ¡Alcánzame la toalla! ¡Que mierda haces acá!
Peter comenzó a reír haciendo que mi histeria aumentara, le volví a gritar que me alcanzara una toalla entre quejas como “¡que aguafiestas! no me dejas disfrutar nada” me la termino alcanzando, me envolví rápidamente y a empujones lo quite del baño.
-No se para que te enojas tanto si ya te conozco desnuda-giró quedando su frente pegada a la mía.
-Las cosas cambiaron mucho Juan Pedro-y que me mirara directo a los ojos cuando me encontraba escasa de ropa me ponía mas nerviosa de lo normal-Así que vete de mi habitación.
La sonrisa perversa que tenía la odiaba con toda mi alma, él sabía que me estaba poniendo a prueba porque podía flaquear en cualquier momento y eso no me lo iba a perdonar, volví a echarlo pero Peter en vez de hacerme caso se sentó en la cama como si esperara un regalo.
-No me voy nada…
-No seas chiquilín…-y maldecí el momento en que dije esa palabra…-No…No quise…
-Si, si quisiste-ya lo tenía enfrente mío- Y sabes que pasa cada vez que me decís de esa manera…
Mis ojos evitaban contacto con los de él pero era imposible porque sin cansarse buscaba mi mirada y sus manos me detenían fuertemente desde mi cintura, me canse de esquivarlo y decidí decirle todo con la mirada.
-Por favor…-le rogué en un susurro…
-¿Por favor que?-me pregunto a la vez que me dirigía hacia mi cama, su nariz jugaba con la mía y mi resistencia se había ablandado por completo-¿Por favor que Mariana? ¿Qué quieres?
¿Qué quiero? Eso me gustaría saber yo, que es lo que quiero porque por un lado esta mi conciencia recordándome que en menos de dos horas un chico que se hacia llamar mi novio me estaría por recoger para pasar una noche en un cine y por el otro estaba mi corazón diciéndome que disfrutara de lo que el que figuraba como el amor de mi vida para siempre me podía y me quiera ofrecer en ese instante.
De golpe nuestros cuerpos rebotaron sobre mi cama y mis manos con temor acariciaron el rostro de él, si quería podía sentirlo por segunda vez, podía sentirlo por una ultima vez. ¿Quería? Y mis ojos fueron los que le dieron la respuesta a él.
-.♥.-
Ni en mis mejores sueños creí volver a tenerla debajo mío cubierta sola por una toalla, mis ojos cerrados disfrutaban de la temerosas caricias que me brindaba, le di un beso en su palma y lentamente volví a mirar ese rostro tan bello.
Tenía una revolución de sensaciones por dentro, la pasión, la lujuria y el amor eran las que peleaban la carrera pero no sabía que hacer ni como actuar, moría por tomar posesión de esos labios y que mis manos le quitaran la prenda para acariciar y disfrutar del cuerpo que un día fue mió.
Pero de golpe el miedo a que la lastimara, que lo estuviera haciendo por obligación o para simplemente darme el gusto pensando que así la dejaría de molestar me invadieron y no pude contra eso, dulcemente le beso los ojos, la nariz, las mejillas y termine por salir de encima suyo.
-¿Qué paso?-me pregunto desconcertada, ella ya se había convencido de que algo iba a pasar.
-Nada…-le respondí y ya estaba por levantarme cuando su mano rodeo mi brazo-Es que…Es que no quiero que lo hagas por obligación Lali.
Mariana volvió a tironear de mi brazo para que diera la vuelta y ambos estábamos sentados mirándonos a los ojos, le acomode unos cabellos que le tapaban su rostro y le seque algunas gotas que recorrían su rostro.
-Que hermosa que sos, no hay día que me odie por lo que paso-había entrado en momento de confesión-Y me muero por tenerte entre mis brazos pero no si vos no queres…
Agache mi mirada porque no podía verla a la cara, las ganas locas de amarla me estaban ganando pero tenía que mantener la cordura por sobre todas las cosas. Sentí movimiento, se había arrodillado sobre la cama y sus manos acunaron mi rostro, nuestros ojos se miraron y la conexión fue inmediata.
-Peter quiero hacerlo…-sus mejillas se tiñeron como dos tomatitos, nunca dejaría de ser una nena-Quiero sentirte…Aunque sea por ultima vez ¿Qué decís?
¿Por ultima vez? Pero yo no quiero que sea la ultima vez, de suerte va a ser la segunda y quiero que aya una tercera, cuarta y miles de veces mas en las cuales la pueda hacer mía y no me importa el lugar, la hora ni el momento, poder acostarme sintiendo su respiración sobre mi pecho y que ella se duerma escuchando los latidos desaforados de mi corazón que son provocados por ella misma.
¿Qué hago? Mis ojos recorrían todo su cuerpo y ella se mordía el labio torpemente mientras sus manos acariciaban mi rostro, sabía que la estaba haciendo sufrir en estos momentos porque para Mariana confesarme eso era muy difícil mas sabiendo que estaba por engañar a alguien.
-Te prometo que te voy a ser sentir como la primera vez-le respondí finalmente-Y juro por mi que no va a ser la ultima vez.
-Demostramelo entonces-y ninguno dijo nada más sino que dimos paso a la acción.
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