La ciudad había recibido con los brazos abiertos a una noche llena de estrellas que iluminaban cada rincón. Las calles comenzaban a quedarse vacías, los locales comenzaban a apagar sus luces, bajar sus persianas y limpiar sus mesas, los faroles de las veredas se encendían en forma de domino, la temperatura cálida que se sentía durante el día comenzaba a disminuir hasta dejar que un viento frío comenzara a abrigar a las escasas personas que caminaban hacía sus casas en busca de un poco de calor.
-Hasta mañana…-Fue el último saludo que dio ella antes de cerrar la puerta y recibir en su rostro una ola de frío. Se refregó sus manos con la intención de transmitirse un poco de calor antes de guardarlas dentro de sus guantes, se acomodo la bufanda y la chaqueta.
Una vez lista para emprender el camino hacía su casa, una voz masculina la llamo por detrás haciéndola detener. Ella se había quedado petrificada, esa voz no la escuchaba desde hace semanas, desde la última vez que habían peleado por teléfono móvil, cerró los ojos para volver a la realidad y escapar una vez mas de uno de aquellos sueños que tenía siempre que estaba sola y comenzaba a recordar.
Volvió rápidamente a abrir aquellos ojos marrones con temor e intentando olvidar el eco que dejo aquella voz gruesa en su mente, intento dar dos pasos más hacia delante pero nuevamente escucho que la llamaban.
-Dulce espera por favor…
Él se encontraba a menos de medio metro de distancia pero temeroso de acercarse a ella, esperaba anhelante que volteara y lo viera a la cara y así por fin sentir de nuevo la sensación de vivir.
Dulce al sentir nuevamente la voz, inspiro fuertemente recordándose que estaba despierta y que no era una mala jugada de su mente. Poco a poco ordeno a sus pies que voltearan hasta quedar cara a cara con él, con el amor de su vida, su mejor amigo, su pareja, su todo.
-Christopher…
Logro fue lo que pronuncio en un susurro que escapo de entre los fríos labios de la chica y el cual solo Christopher logro escuchar y asintió lentamente.
Sus miradas se cruzaron y al instante se perdieron en el recuerdo de sus besos, de las caricias, de las palabras, de los abrazos.
De un momento a otro el frió se había disipado, las personas que lo rodeaban, los edificios se habían hecho invisibles. Solo ellos dos, Dulce y Christopher, Christopher y Dulce estaban ahí, en medio de la acera transmitiéndose con una mirada todo lo que no se dijeron en semanas.
Dulce María poco a poco fue reaccionando al sentir como las lágrimas inundaban sus ojos y quemaban sus pestañas, cerró instintivamente aquellos enormes ojos para evitar que se escaparan pero era inútil, ellas solas comenzaron a trazar un camino por su rostro hasta perderse en la acera.
Su cuerpo tembló al sentir el contacto de las callosas manos de Christopher limpiándole tiernamente las lágrimas que se le escapaban.
-No llores por favor…-le pidió en un susurro mientras levantaba tiernamente el rostro de ella-No llores, no me gusta verte llorar-volvió a pedirle a la vez que la envolvía en un abrazo.
De pronto, el cuerpo de ella se inundo de un calor profundo reavivando cada célula de su cuerpo, oculto el rostro en el fuerte pecho de su amado llorando sin cesar a pesar de los pedidos de Christopher que no llorara, que él ya estaba allí para volver a cuidarla y no lastimarla nunca jamás.
Lentamente Dulce María se separo de él y viéndolo con los ojos cristalizados le extendió su mano para entrelazarla con la del muchacho, sin decir ninguna palabra tomados de la mano comenzaron a recorrer el camino hacía la casa de ella.
Hacía semanas que ninguno de los dos disfrutaba de un momento como ese, de estar tomados de la mano caminando bajo pequeños copos de nieve que llovían sobre la ciudad y sentían que el silencio era la mejor conversación del mundo.
La puerta del departamento se cerro y una vez mas volvieron a la realidad, Dulce dejo sus cosas sobre el perchero para luego dirigirse hacía el baño mientras que Christopher se acercaba al pequeño perrito que le había regalado para su ultimo aniversario y le hacia algunos mimos.
Minutos después estaban nuevamente cara a cara, expectante de lo que cada uno iba a decir.
Ella entre abrió los labios para decir simplemente cuatro palabras que marcaría el principio de una noche nueva entre los dos.
-Por favor quiéreme bien…
En el rostro de Christopher una tímida sonrisa se dibujo y acercándose a Dulce para envolverla en un abrazo y cubrir su boca con la de él en un tierno beso, le respondió…
-Toda la vida…-se separo escasamente de ella para mirarla a los ojos-Te lo prometo…
-No prometas-le dijo en un pequeño susurro-Hazlo, simplemente hazlo…
-Te amo
Fue la respuesta que le dio él antes de tomarla en brazos y recostarla delicadamente sobre la alfombra que había delante de la chimenea y comenzarla a amar lentamente confirmándole que todo el amor que sentía era puramente verdadero.
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