sábado, 26 de febrero de 2011

Muñeca de cristal

Se encuentra en la cima de la montaña, con los brazos en alto, gritando...

-¡Por fin soy libre, por fin lo logre, por fin lo derrote, por fin me siento feliz!


Lentamente se acerca a la orilla, sin darse cuenta baja su mirada al vacío, y comienza a sentir como el miedo nace dentro suyo, sus piernas empezaron a temblarle como si fueran trazos de papeles, su piel se erizaba del frío que sentía, dentro de sus ojos las lagrimas se empezaban a acumular.


De pronto sintió un empujón, sintió como sus pies dejaban a un lado el suelo arenoso, como el aire empezó a pegar en su cara y repentinamente un eco se escucho.


-¡AH!


Fue lo que salio de lo profundo de su garganta, el miedo había inundado cada pedacito de su ser.


Ahora estaba en manos del destino. Podría salir ilesa o muerta, en un segundo podría cambiar el rumbo de su vida, cerró los ojos y los apretó demasiado hasta sentir el dolor del esfuerzo.


-Padre nuestro que estas en los cielos... 


Comenzó a rezar por dentro, pidiéndole al ser más poderoso que aunque sea el dolor sea menos intenso.


 Su mente se puso blanca decidida a eliminar cada pensamiento, cada recuerdo que en ese instante reviviera, pero desde un rincón voces comenzaron a sonar, voces familiares, voces que la acompañaron durante largos momentos.


-Ven bebe, si así, despacito...-decía una señora de unos treinta años a una bebita que recién comenzaba a caminar-¡¡Si así es!!-dijo tomándola entre sus brazos y depositándole un beso en la frente... 

 
Sintió como las lágrimas volvían a traerla a la realidad, pero decidida a no aceptar lo que estaba por suceder cerró sus ojos una vez más y nuevamente otras voces retumbaron en su mente.


-¿Donde está?-pregunto un señor de la misma edad que su madre-¡Ahí esta!, ven niña, esto es para vos-le dijo extendiéndole un pequeño paquete, la chiquita le había regalado una sonrisa sincera y con sus ojitos brillantes corrió hacia el para abrazarlo y darle muchos besos-¡Yo también te quiero princesa! 

 
Una corriente de lucidez hizo que abriera sus ojos para que de una vez enfrentara el momento pero unas nuevas voces, un nuevo recuerdo le dio un stop a la valentía que sintió recorrer sus venas.
 

-Todos nosotros prometemos ser amigos por siempre, a pesar de las distancias, a pesar de las diferencias, a pesar de los caminos que elijamos, siempre pero siempre vamos a contar con nosotros. Somos hermanos desde pequeños y vamos a seguir siendo hermanos cuando tengamos noventa años-todos rieron...-¡¡Y bueno ahora que venga el abrazo final!! 

-!!Eh!!-gritaron todos los chicos a la vez que se abrazaban...-¡¡Juntos al final!!-las personas a su alrededor voltearon a verlos y sonrieron ante tal escena conmovedora.


Todo parecía perfecto pero no lo era, por fin logro abrir los ojos y sentir como su cuerpo era aplastado contra el piso.

Lentamente sus ojos se volvieron a cerrar, las lagrimas se liberaron y su cuerpo se relajo, las voces ya no las escuchaba, no sentía latir su corazón ni sentía el miedo corriendo por sus venas, su respiración poco a poco había bajado su ritmo hasta apagarse.
-¿Donde estoy?-pregunto repentinamente-¿Que es esto?-miles de preguntas confusas surgían en el momento al verse vestida de blanco.

-Bienvenida-hablo un señor de una altura considerada, de pelo largo hasta los hombros de color blanco y barba blanca también-Estas en el paraíso-señalándole con sus manos el lugar.


-¿Como?-y de repente comenzó a recordar lo que había sucedido-¿Estoy muerta?


El señor se le acerco, y rodeándole con un brazo por detrás de su cuello la dirigió hacia una orilla-Esa palabra es muy trágica, pero esta imagen te la responderá.


Miro hacia abajo como le había indicado el hombre y se encontró con muchas personas llorando, sus ojos intentaban reconocer a las distintas personas que se encontraban al rededor del cuerpo lleno de sangre.

Sus ojos se abrieron lo más que pudieron al reconocer el cuerpo e inmediatamente su mirada se dirigió al señor que estaba a su lado
-Morí-fue lo único que pude decirle ante la sorpresa de ver esa imagen.
-Piensa que así lo quiso el destino-le acaricio los hombros y dijo-Te dejo para que te despidas.

Vio como él se alejaba tranquilizante sin preocupaciones, y volvió a bajar su mirada hacia el valle y sentía como las lágrimas volvían a empapar su rostro al ver como tapaban el cuerpo que una vez la acogió.


Había muerto, era lo único que se repetía en su mente, el tiempo paso y ella seguía viendo toda la escena que transcurría en "el piso", veía como la familia lloraba abrazándose unos con otros, veía como sus amigos intentaban encontrar una explicación a lo sucedido, hasta que ella misma logro comprender todo. 


-¿Puedo despedirme aunque sea con una señal?-le pregunto al hombre mayor una vez que se acerco.


Él solamente le sonrío y le señalo un rincón donde podría elegir la señal que quisiera para su despedida. 


Lo miro un instante y con muchos pasos temblorosos se acerco al lugar que le había indicado e inmediatamente comenzó a estudiar todas las señales, una gota de lluvia transmitiendo su llanto, una ola de viento transmitiendo un abrazo, un trueno transmitiendo su enojo de verlos llorar, un rallito de sol transmitiendo fortaleza.


Sonrío ampliamente al ver una que la cautivo, una pequeña imagen fantasma para poder decir su última palabra.

Leyó las instrucciones que había para poder utilizarla, una vez echo todo al pie de la letra espero a ver que sucedía.
 
-¡Miren!-grito una nenita de diez años.

Todos estaban sorprendidos, nadie podía creer lo que estaban viendo en ese instante.
 

-¿Es mentira?-pregunto otra niña de quince años.
 

Ella sonrío y lentamente paso la palma de su mano por el rostro de todos para nuevamente colocarse enfrente de ellos.
Se acomodo el cabello y estirando sus brazos a un lado, les dio el adiós definitivo.

-Me fui, ahora soy feliz y quiero que ustedes lo sean también. Yo los voy a cuidar desde el lugar que sea. ¡Hasta siempre!


Y así desapareció bajo la mirada atónita de todos pero con una tranquilidad y felicidad nueva para ella y para ellos desde luego.

Al subir nuevamente arriba se encontró con el Señor, ambos se quedaron viendo como cada uno con una minima tranquilidad se alejaban del lugar.

El Señor sonriendo la miro y dijo
-Haz hecho lo correcto..
 

Ella solamente miro por última vez hacia abajo y afirmo lo que él le dijo.

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