sábado, 21 de enero de 2012

Montaña Rusa (Capitulo 3)


Las calles que rodeaban al colegio Doctor Luis María Drago se encontraban atestadas de autos por donde bajaban adolescentes dormidos predispuestos a pasar cinco horas encerrados en un aula aprendiendo nuevas cosas, frente al colegio se detenía el colectivo ciento treinta y seis, aquel bondi de color verde que pasaba cada veinte minutos por la puerta, de ahí descendía Alejandro con sus auriculares negros escuchando a un volumen donde ya no escuchaba lo que pasaba a su alrededor, sus manos dentro de sus bolsillos del jeans, su pelo corto con apenas un poco de flequillo se encontraba escondido en su típica gorra de Nike y sus ojos mitad abiertos y mitad cerrados, como era costumbre en él.

Alejo, como lo llaman sus pares, se quita los auriculares al cruzarse con Azul, la típica flaquita que se dedica al modelaje, que es la envidia de todas las chicas del colegio y el deseo de todos los chicos, pero para él no lo era, él tenía el deseo de una sola chica: su novia Evelyn, Piru como es llamada, y gracias a dios no lo tenía insatisfecho en ningún punto de vista con respecto a la relación.

Un beso, un pequeño abrazo por parte de Azul, uno lo saluda con la forma típica de hacerlo pero ella te lo completa con un abrazo, Azul es así cariñosa. Un ¿Cómo estas? ¿Estudiaste algo? Lanzado por la rubia, un todo bien con sueño acompañado de dos risitas, una mano que se estira para rascarse su nuca por parte de Alejo, unos brazos que se acomodan mejor los libros de parte de Azul y no ni ahí que estudie, va una leída pero machete a full y otro par de risas a la vez.

La rubia divisa a los lejos a Ornella y Jessica, sus inseparables amigas, así que otro beso en la mejilla y otro abrazo para ver como ella se desaparecía entre las personas que había sobre la vereda hasta llegar a sus dos amigas. Alejo vuelve su mirada hacia la entrada y suspira, no quedaba otra que entrar.

Doctor Luis María Drago es uno de los pocos colegios públicos donde su reputación era excelente en cuanto a material de estudio, equipo de profesores y alumnado se tratara, con un salón de actos apenas ingresas, una biblioteca a su izquierda junto al SUM y dos salones, su secretaría y su cocina a su derecha, si caminas derecho te encuentras con la fotocopiadora y una escalera, si doblas apenas te encuentras con tres salones, el pequeño estacionamiento donde los alumnos suelen dejar las bicicletas o motos con los que suelen llegar y la puerta para el patio doble, uno donde todo es de cemento donde las chicas suelen hacer gimnasia y otro con césped y dos arcos donde se suelen formar partidos de futbol o de hamboll y cuatro canchas de voleibol con sus respectivos vestuarios y oficinas de profesores.

Una vez mas adentro si subís las dos escaleras te encuentras con el primer piso donde si giras a tu izquierda lo primero que ves es el ascensor para situaciones excepcionales, la sala de profesores y la dirección, junto a ellos la sala de computación y si seguís caminando comienzas con una serie de salones de clase hasta que te chocas con el baño de hombres que apenas llegas ves siempre a un grupo de chicos en los bebedores o apoyados contra la pared esperando al profesores de turno, en mitad de camino un mural hecho por ex-alumnos donde retrataron a la ciudad en su totalidad, y del otro lado, el baño de las chicas que al igual que el otro apenas llegas hay una serie de bebedores y se puede ver a todas las chicas paradas frente al espejo retocándose el maquillaje, arreglándose la pollera o camisa y peinándose, al lado del baño se encuentra la oficina de la psicopedagoga que a la vez se encuentra junto a la cocina de la cantina quien tiene dos mesas enormes afuera para que los alumnos se puedan sentar y se encuentran enfrente de la preceptoría principal, donde vuelves a encontrarte con una escalera que te lleva al segundo piso que es igual al primero solo que este tiene el laboratorio.

Alejo realizo todo ese recorrido, ingresar por la puerta principal saludar con una sonrisa a Ana la portera de años, esperar que le abra la puerta blanca y encontrarse con sus ojos a la escuela en su totalidad, caminar con sus pies siendo arrastrados mientras saludaba a un que otro conocido, detenerse en la fotocopiadora porque se encontraba Pecile y con quien siempre intercambiaban palabras sobre música, esa no fue la excepción. Luego de saludarlo con un golpe en el hombro subió con lentitud, porque Alejandro era así: lento para todo, las escaleras hasta caminar derecho hasta su salón: 204; dejar su mochila en su banco que se encuentra atrás de todo junto a la ventana, que una sonrisa se le forme al ver que en el banco de adelante ya se encuentra la carpeta rosa peluche de su chica, saludar a quienes iban entrando con un beso en la mejilla si era compañera o una palmada en la espalda si era compañero, dirigirse derecho hasta el baño donde se encontraban sus fieles amigos de ruta.


-¡Buenaaaaaaas!-exclamo canturreando y estirando la última vocal mientras apretaban sus manos con cada uno.

-¿Nos levantamos de buen animo?-pregunto Carlitos mientras le daba una pitada al típico pucho que se fumaban antes de entrar a clase.

Alejo se acerco a uno de los urinarios para descargar todo lo que se banco durante la media hora que tuvo de viaje desde su casa hasta el colegio, ya se dijo Alejandro era lento para todo.

-Como siempre amigo…¿Ustedes?...-los miro por sobre su hombro y pudo notar a Vico apoyado contra el borde de las canillas con la mirada gacha-Por lo que veo que no…-dijo mientras le hacia un gesto de cabeza a Carlos señalando al morocho de ojos verdes.

Carlos se apuro a darle la ultima pitada al cigarrillo, lo tiro al suelo para pisarlo unas cuantas veces y con un pequeño empujón lo tiró hacia una esquina donde no se viera. Se acerco a su amigo apoyándose a su lado izquierdo, el derecho fue ocupado por Alejandro luego de que se levara las manos.

-Ey Viquito ¿pasa o paso algo?-ese era Alejandro quien quería a Ludovico como si fuera su hermano de sangre.

Vico negó con la cabeza sin levantar la vista del suelo ni descruzar sus brazos de su pecho, era la típica pose que ponía cuando algo le pasaba pero no quería decirlo. Carlos chasqueo la lengua porque siempre le molesto que haga eso cuando sabía que podía confiar en sus amigos.

-¿Tu viejo?-se animó a preguntar y como respuesta solo recibieron un suspiro cansino-¿Qué te hizo ahora?

-O ¿Qué no te hizo?

Vico volvió a suspirar cansado y sus brazos por primera vez se movieron para sus manos puedan refregar su cara una y otra vez, y luego despeinar su cabello.

-Anoche volví a escuchar como discutían…-los dos amigos, uno morocho y otro rubio,  el primero miro hacia arriba y lanzo un juramento en silencio, el segundo se limito a darle apoyo a trabes de un apretón en el hombro…-Y pude…pude escuchar como…mi vieja…-y su voz se quebró al recordar el momento.

-¿Le volvió a…pe…pegar?-pregunto Alejo despacio y en casi un susurro, él era el mas sensible de los tres.

 Justo cuando Ludovico estaba asintiendo y había abierto la boca para largar todo lo que guardaba, Diego, un rubiecito de estatura mediana que iba con ellos, llego corriendo al baño y entre agites anunció:

-¡Alejo! ¡Alejo! ¡Alejo!

-¿Qué pasa amigo?-pregunto frunciendo su entrecejo al ver como Diego se sostenía con una mano en una de las paredes y con la otra su pecho intentando recuperar el aliento.

-Tienes que…Tiene que ve…-todavía le costaba regular la respiración luego de la corrida que se había mandado…-Tienes que venir al s…al salón.

-¿A que?-pregunto sin quitar la vista de Vico quien tenía la mirada perdida…y con mucha razón.

-Vos solamente ven…

Carlos bufó molesto-No puede ahora Diego, entro de veinte va…

-¡No! Tiene que venir ahora…-insistió el rubio-¡Piru se esta agarrando de las mechas con Ivana!


Y eso basto para que el trío se olvidara de todo y saliera corriendo desesperado hasta el salón doscientos cuatro, donde se escuchaban gritos y alientos para cualquiera de las partes.


Alejandro González.

Edad: 18 años.

Familia: Viviana, madre de 47 años,  Fermín, hermano de 16 años.

Carácter: tranquilo, celoso por naturaleza, pensante en ciertas  situaciones, cabrón en otras.



“Hasta ahora no me puedo quejar, desde los 15 que tengo una novia maravillosa, Evelyn fue (y es) la primera en todo y doy, daría y daré lo que sea para ayudarla siempre. Tengo un hermano pequeño al cual adoro pero me da dolores de cabeza tremendos, una madre hermosa por la cual me desvivo para que se sienta orgulloso de nosotros dos y por eso luego llego a sentir un odio (y dolor) tremendo por mi hermano. Carlitos y Vico son mis hermanos del alma, con ellos vengo creciendo desde el jardín de infantes, por lo cual su dolor es el mío, su alegría es la mía y nada lo va a cambiar, y aunque la vida me de mil vueltas yo siempre la voy a luchar.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario